Opinión
Galaxia fomenteril: ¿En el principio, fue el caos?
La noción y la misión del caos, bien puede atarse también a un necesario proceso de génesis, de pronto nacimiento de algo más esplendoroso de lo conocido hasta el instante preciso de tronar la voz gruesa de esa convulsión.
En tal dirección filosófica – religiosa si se quiere, algunos dirigentes del fomentismo vernáculo, observan el cielo y aguardan con impaciencia, una señal que los distinga, que les haga saber en tal caso, que, en efecto, todo este pandemónium actual en su ambiente, arrojará por fin una mutación favorable en la actividad.
Es un momento cruento, de rencillas personalizadas al máximo y de resquemores. De desconfianza y de plena división. Ya nada se puede disimular. Cómo será el divorcio existente, mis amigos, que hasta se ven al menos, dos grupos diferenciados ostensiblemente entre sí.
Los pormenores del día a día, han sido expuestos al dedillo por este portal. Hemos seguido como nadie el tema. Y hemos hablado siempre con la autoridad de quien palpa el cenit fomentista desde hace décadas. Nunca improvisamos.
Por tal motivo, no ahondaremos hoy en los diversos por qué de esta cíclica etapa. Aunque es menester señalar que el punto más caliente en la mirada presente, se dio con la preparación para las elecciones de la Federación de Sociedades de Fomento y Juntas Vecinales.
Desde allí en adelante, el ojo clínico captó imágenes únicas porque un bloque ostentoso de 27 entidades, se plantó ante una muralla infranqueable del oficialismo federado.
Idas y vueltas. Marchas y contramarchas y una lista que se “cae” al vacío, ¿por el dedo inquisidor del tándem conductivo? “Ausencia de Junta Electoral y de claridad”, es lo que aduce el coro opositor, desconociendo ciertas actitudes de la Directiva que, al parecer, “se convirtió en juez y parte al mismo tiempo”, según declaró algún alto miembro de la nómina opositora, quien a su vez, peticionó por “el pronunciamiento de la Municipalidad como entre controlador de la entidad de bien público que es nuestra Federación”.
Entre sospechas y acusaciones de “irregularidades y arbitrariedades”, se llegó a una Asamblea que terminó con una autoproclamación de una novel autoridad federativa y un drástico llamado a Extraordinaria para el lunes 17 de febrero, desde el vértice de la vereda de enfrente, todo esto ante Escribana Pública.
Los hilos se van conectando en ambos bandos. Eso sí, con nudos disímiles. Por un lado, la oficialización de la CD nueva ya se hizo, quedando don Jorge Videla al frente del barco en una mar tempestuosa por cierto.
Pero del otro lado de la acera, las expresiones contrarias, dicen los protagonistas, “han avanzado aún más, puesto que alcanzamos ahora a 35 instituciones con nuestro reclamo de Asamblea Extraordinaria y de barajar y dar de nuevo. No aceptamos lo efectivizado y lo rechazamos de cuajo”.
Los estertores de parto del caos se perciben. Mientras tanto, insistimos, la apuesta opositora va por todo: “Haremos una presentación de amparo ante la Justicia”, refieren con firmeza voceros exuberantes del sector. “Han cometido un golpe institucional en Federación, tomando por la fuerza esa entidad madre. Es un caso único; jamás se dio cosa igual en la larga historia del fomentismo local”, reflexiona un veterano líder barrial, agregando “están en absoluta disposición de minoría”.
El viento recio sopla, y las melodías que se oyen no son para armonizar el ambiente. Unos se sostienen exponiendo que son el sendero hacia la verdad y que irán en busca de sus pares díscolos. “No juzgo a nadie”, determinó Videla en su discurso de asunción. “Quiero reunirme con todos y cada uno de mis colegas”, pormenorizó. Los otros, los férreos opositores, ansían una auténtica unidad de criterio para desbloquear la máquina, para poder vencer el caos reinante. Y entonces, pese a lo poderoso del grupo, de la cantidad, se cuelan ciertas grietas en la pared, porque la homogeneidad se resquebraja también de este lado del sol, mostrando tal vez dubitaciones o contradicciones que no corresponderían en virtud de la seriedad del tópico en análisis.
La pregunta, no obstante, es válida y contundente: ¿Será esta contingencia apoteótica, la progenitora de un nuevo fomentismo, más creíble, más uniforme, más dedicado en definitiva a servir al otro, o nos encontraremos, a la vuelta de la esquina, con una separación indeclinable entre dos zonas delimitadas e imposibles de juntarse?
Ah, pero, ya que estamos, dejemos otra consulta para responder por lo bajo, quizá: ¿A cuántos de todos queridos fomentistas, les interesa de verdad el porvenir de la Federación?
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-