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La Región

Triunfos azuleños en Monte Hermoso

Gerónimo Dhereté, en Caballeros, y Johanna Pennella, en Damas, se quedaron con la competencia que se realizó el sábado en Monte Hermoso y que marcó el inicio del campeonato de la temporada 2019/2020 de la FeBoTria.

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Gerónimo Dhereté, en Caballeros, y Johanna Pennella, en Damas, se quedaron con la competencia que se realizó el sábado en la ciudad balnearia y que marcó el inicio del campeonato de la temporada 2019/2020 de la FeBoTria.

Por primera vez en su historia el triatlón azuleño se impuso en la general de Caballeros y de Damas, en una competencia dentro de la Federación Bonaerense de la especialidad (FeBoTria). Gerónimo Dhereté y Johanna Pennella fueron los atletas que se quedaron con la carrera que se realizó en Monte Hermoso y que marcó el inicio del campeonato de la temporada 2019/2020.

De esta competencia, que se realizó sobre una distancia de 750 metros de natación, 20 kilómetros de ciclismo y 5K de pedestrismo, participaron, además de los ganadores, los azuleños: Lucas MartiniMatías y Pablo OrtegaMario PennellaCristina BarraFranco Arrigoni, Mateo y Carlos AguirreDiego y Rubén LaddagaDardo Masanelli y Claudio Minellono.

La prueba se desarrolló con mucho viento, que hizo que todo fuera mucho más duro y que los 25.750 metros fueron muy exigente para los más de 140 atletas que tomaron para de este inicio del campeonato 2019-2020 de la FeBoTria.

Gerónimo Dherete y Johanna Pennella tomaron la punta de la carrera desde el inicio e implementaron un ritmo muy rápido, que hizo que con el paso de los kilómetros fueron ampliando la diferencia, para adjudicarse la competencia con suma tranquilidad y con una ventaja muy importante sobre sus perseguidores, que nunca pudieron acercarse.

Dhereté culminó la carrera con un registro de 1h01m56s, el azuleño superó por casi tres minutos a su escolta, Nicolás Gómez de Miramar, que finalizó con un tiempo de 1h04m53s. El último escalón del podio lo ocupó el necochense Maximiliano Agostini, con 1h06m01s.

En tanto que la reciente ganadora de su categoría en el Ironman 70.3 de Buenos Aires, se quedó con la competencia con un tiempo de 1h13m17s; a más de siete minutos llegó la bahiense María de los Ángeles Schwamm, con 1h20m39s, y el tercer lugar, para la necochense Silvina San Marín, con 1h22m51s.

Para destacar fue la actuación que tuvo el azuleño Lucas Martini, quién culminó la competencia en la sexta ubicación, con un tiempo de 1h07m12s. El podio de atletas de Azul lo completó Matías Ortega, quién cruzó la meta en la posición 15°, con un registro de 1h10m30s.

En la modalidad Mountain Bike los deportistas de esta ciudad también consiguieron un podio. Carlos Aguirre completó el recorrido en 1h32m01s, que le permitió quedarse con la tercera colocación. El ganador fue Sebastián Delia, con 1h30m47s.

En categoría Postas de esta prueba que fue organizada por la Secretaría de Turismo Cultura y Deporte local, Monte Hermoso ocupó el podio masculino representados por Miguel Rama, Silvio Arranz y Cristian Zimerman quienes completaron el circuito en 1h 21m 52s.
La segunda fecha de esta campeonato de la FeBoTria se realizará el 22 de diciembre en la ciudad de Necochea, sobre una igual que esta carrera. En tanto, que la tercera competencia será el Triatlón Short “Ciudad de Azul”, que se realizará el 11 de enero.

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La Región

Abandonaron una camioneta con cuatro cadáveres electrocutados en el hospital de Bahía Blanca

Según las primeras investigaciones, se trata de los cuerpos de cuatro personas que intentaron robar cables de una línea de media tensión en cercanías de la ciudad, y recibieron una descarga de 33.000 voltios. Además de los muertos, había un herido, que sobrevivió.

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A última hora de anoche, una camioneta sorprendió al personal del Hospital Municipal de Bahía Blanca. Porque en su interior había cuatro cadáveres y un herido, y el conductor trató de huir luego de dejar el vehículo estacionado, aunque fue detenido. Los fallecidos y el herido habían sufrido una descarga eléctrica mientras intentaban robar cables.

Las primeras informaciones, según La Nueva Provincia, aseguran que todos se hallaban robando cables en un campo del kilómetro 57 de la ruta nacional 33 -pasando el paraje García del Río- y sufrieron una descarga eléctrica de 33 mil voltios. El incidente ocurrió después de las 23 del lunes.

En esas circunstancias, las víctimas fueron trasladadas por un sexto hombre a bordo de una camioneta Volkswagen Amarok, patente NUD 310, que quedó estacionada en la puerta del centro asistencial.

“Una descarga descomunal”

Si bien el conductor se dio a la fuga, horas después fue capturado tras un allanamiento en una vivienda de La Pinta 377. El detenido fue identificado como Ángel Daniel Gallardo, de 66 años.

Los fallecidos, según la Policía, eran Facundo Uribe (32), Joaquín Acosta (18), Fernando Gallardo (25) y Federico Strick (28). También ingresó con quemaduras por descarga Emanuel Chamorro Sepúlveda (20), pero se encuentra consciente.

Los ladrones recibieron una “descarga eléctrica descomunal”, señalaron desde la empresa distribuidora EDES a La Brújula 24, en referencia a los cables de medita tensión que estaban manipulando.

En el vehículo ocupado por los cuatro fallecidos, a su vez, se secuestró un handy con la frecuencia policial, elemento que ahora está siendo sometido a una investigación.

Perseguida

Al filo de la medianoche, la llegada de la camioneta provocó un revuelo en el Hospital, donde arribaron de inmediato el superintendente de la ciudad, Gonzalo Bezos, el secretario de Seguridad de la Municipalidad, Federico Montero, y el jefe policial Gonzalo Sandoval.

Se supo que la Amarok venía siendo perseguida por un móvil policial de la Patrulla Rural, que había advertido su presencia sospechosa en un campo de aquel distrito, que ya había sido blanco de delitos similares.

Los policías, al parecer, habrían perdido el rastro de la Amarok al ingresar a Bahía, pero con la ayuda del Centro Único de Monitoreo (CEUM), se pudieron determinar su llegada a la guardia del Municipal.

Para este martes se harán peritajes con el personal de EDES en la zona, ubicada a unos 30 kilómetros de Bahía Blanca. (DIB) MM

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La Región

Un poco más solos

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Y entonces sabíamos que iba a pasar, que algún día esa suerte de ausencia larga a la que lo había llevado la vejez y el extravío de la enfermedad se iba a convertir en un hueco definitivo. Eso al fin hace la muerte: reduce el último vestigio de lo cognoscible. Pero -y aquí el adversativo funciona a favor- queda el resto, la intensa y perenne memoria de lo que hizo, de lo que dijo (hizo mucho más de lo que dijo), de lo que fue, desde que silenciosamente llegó a la ciudad que lo abrigó.

Ha devuelto largamente esa manta que lo contuvo cuando llegó a Tandil, allá por 1988, cuando empezó a cifrar su sello en la Parroquia de Begoña y el definitivo, en la Parroquia del Santísimo Sacramento, allí donde siempre -rompiendo una tradición católica de más de un siglo- había imperado una visión católica integrista, muy lejos -o en antítesis- al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, del que él participó, surgido en la década del 60.

Secuestrado por la Triple A en plena dictadura militar -estuvo detenido de 1976 a 1981 en La Plata, bajo la órbita del torturador Etchecolaz- un obispo literalmente lo rescató y le salvó la vida. Fue Emilio Bianchi di Cárcano, que le dio cobijo en Azul. Su próximo paso fue Tandil y de aquí no se fue más. Si hay algo tan inobjetable como su labor pastoral fue la intuición que tuvo Raúl Troncoso para entender la matriz idiosincrática de la sociedad lugareña, y vale aquí incorporar el oxímoron ideológico del conservadorismo que hace.

El sacerdote detectó enseguida cómo funcionaba nuestra comunidad y, sobre todo, el círculo de poder. Y actuó en consecuencia: fue el hombre que durante más de treinta años supo hilar con tacto e inteligencia una malla de contención entre los más pobres y los más ricos. Ese puente sólo pudo tenderlo Raúl y está hecho de gestos mínimos, de política, de guiños y sobreentendidos.

El estallido social de 2001 encontró en su figura una suerte de liderazgo ecuménico, silencioso y eficiente para evitar males mayores a la hora de aquellos saqueos que aquí no se produjeron.

Fue el cura que menos habló políticamente en sus sermones pero que más hizo por los que peor estaban. Esta opción -que seguramente le valió algunos reproches de quienes esperaban algo más desde el púlpito- fue el acto más pragmático de su vida: en el púlpito que había sido de Actis y de Mosse, el primero un cura popular visceralmente anticomunista y el segundo un sacerdote abiertamente cerrado y aristocrático- tomó por el atajo del bajo perfil, la apertura de la Iglesia y las obras como prioridad; también de la real politik (el teléfono de Troncoso fue un ícono del poder en los más altos niveles y sus charlas a solas eran memorables) para la construcción de su gran misión a través de la Iglesia, como la labor de Cáritas, las Casas de la Esperanza, y su compromiso con el patrimonio serrano y los derechos humanos.

Por eso mismo nunca dejó de estar donde debía y si hay una imagen que revela este compromiso, fue cuando a principios de los 90 lideró la desoladora marcha de un puñado de personas que pedía justicia por el asesinato de Gilda Mansilla, una doméstica cuyo crimen aún hoy permanece impune. O en lo que tal vez sea la marcha de silencio más dolorosa y terrible que recuerde la historia de Tandil, que sucedió tras la explosión de un horno en Metalúrgica Tandil y la muerte de tres jóvenes trabajadores.

La muerte de Raúl Troncoso, justamente en estos días tan difíciles, no sólo duele por el vacío que abruma, por su pérdida irremediable, y por el largo adiós que acaba de comenzar. Nos duele también, a muchos, porque sin duda hoy estamos un poco más solos que ayer.

Por Elías El Hage

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho