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La Región

Se presenta en Azul el libro de boxeo “Biografía de Mariano Carrera” de Juan José Zurro

Se presentará el sábado 9 de Noviembre a las 19.30 hs en Murdock Bar de Burgos 876.

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El sábado 9 de Noviembre a las 19.30 hs en Murdock Bar (Burgos 876) se estará presentando el libro de boxeo “Biografia de Mariano Carrera” de Juan José Zurro.

La cita tendrá como participantes al autor junto al ex boxeador Mariano Carrera y hará de entrevistador el reconocido conductor de radio Charly Martinez.
Zurro y Carrera contarán como fue trabajar en conjunto para éste libro y sobre el final se abrirá el juego a la prensa y al público para que hagan preguntas o comentarios. Habrá un puesto para vender ejemplares. Mariano Carrera visitará la ciudad con el cinturón campeón intercontinental mediano OMB y por supuesto la corona AMB del mismo peso obtenida en Berlín en 2006 los cuales exhibirá en la presentación del libro.
Este libro cuenta la vida de un joven argentino nacido en 1980 que lleva inculcado desde que nació el apasionante deporte del boxeo. Su segundo nombre es Natalio en homenaje a Oscar Natalio Ringo Bonavena y con tan solo 9 años su papá lo acompañó a un gimnasio de Boxeo.
Así comenzó el camino de quien se transformaría en un deportista de élite y alto rendimiento. Mariano Carrera progresó tanto en el amateurismo que llegó a representar al país en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 bajo la dirección técnica del cubano Sarbelio Fuentes, reconocido formador de boxeadores cubanos.
Esta es la historia del joven que tocó el cielo con las manos en 2006, coronándose campeón del mundo de peso medio. El mismo que sufrió un doping involuntario y así todo, se rearmó, volvió y triunfó.
Su camino, sus sacrificios, sus competencias, sus viajes, todo esto y más, contados por el mismo Carrera y aquella camada del equipo olímpico de boxeo 2000 integradas y comandadas por Omar Narváez y Víctor Hugo Castro.
También cuenta el papel de Mariano Carrera como director técnico de la selección argentina juvenil para los Juegos de la Juventud 2018 a disputarse en Buenos Aires. Su rol, el testimonio de los juveniles, de sus compañeros de equipo y de cómo ahora la vida lo conduce a formar juveniles como lo formó a él aquel maestro cubano en los 90.


Juan José Zurro tiene 39 años es abogado, escritor y director técnico de boxeo (F.A. En 2016 publicó su primer libro “Me dicen Goyo”, Biografía del boxeador Gregorio Goyo Peralta (Editorial Autores de Argentina). Practicó boxeo recreativo en Capital Federal durante más de 10 años bajo las órdenes de dos ex campeones del Mundo: Miguel Angel Castellini y Mariano Carrera. Vive en Azul, con su esposa Ximena Uriarte y sus hijos Lola y Alí. En Azul dirige su Escuela de Boxeo, está escribiendo La Historia del Boxeo Azuleño. Además trabaja en el Programa provincial “Autonomía Joven” como referente de adolescentes en situaciones de vulnerabilidad que habitan hogares de menores e institutos con régimen cerrado. Escribe en el Diario El Tiempo de Azul.

Mariano Carrera tiene 39 años es actual director técnico de la selección argentina de boxeo amateur. Fue campeón del mundo peso mediano versión AMB en Berlín en el año 2006. Anteriormente participó en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 y obtuvo importantes logros en su campaña amateur con podios en torneos realizados tanto en Argentina como en el exterior. Durante el profesionalismo fue campeón argentino, sudamericano, fedelatin, intercontinental y del mundo en peso mediano.

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La Región

Abandonaron una camioneta con cuatro cadáveres electrocutados en el hospital de Bahía Blanca

Según las primeras investigaciones, se trata de los cuerpos de cuatro personas que intentaron robar cables de una línea de media tensión en cercanías de la ciudad, y recibieron una descarga de 33.000 voltios. Además de los muertos, había un herido, que sobrevivió.

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A última hora de anoche, una camioneta sorprendió al personal del Hospital Municipal de Bahía Blanca. Porque en su interior había cuatro cadáveres y un herido, y el conductor trató de huir luego de dejar el vehículo estacionado, aunque fue detenido. Los fallecidos y el herido habían sufrido una descarga eléctrica mientras intentaban robar cables.

Las primeras informaciones, según La Nueva Provincia, aseguran que todos se hallaban robando cables en un campo del kilómetro 57 de la ruta nacional 33 -pasando el paraje García del Río- y sufrieron una descarga eléctrica de 33 mil voltios. El incidente ocurrió después de las 23 del lunes.

En esas circunstancias, las víctimas fueron trasladadas por un sexto hombre a bordo de una camioneta Volkswagen Amarok, patente NUD 310, que quedó estacionada en la puerta del centro asistencial.

“Una descarga descomunal”

Si bien el conductor se dio a la fuga, horas después fue capturado tras un allanamiento en una vivienda de La Pinta 377. El detenido fue identificado como Ángel Daniel Gallardo, de 66 años.

Los fallecidos, según la Policía, eran Facundo Uribe (32), Joaquín Acosta (18), Fernando Gallardo (25) y Federico Strick (28). También ingresó con quemaduras por descarga Emanuel Chamorro Sepúlveda (20), pero se encuentra consciente.

Los ladrones recibieron una “descarga eléctrica descomunal”, señalaron desde la empresa distribuidora EDES a La Brújula 24, en referencia a los cables de medita tensión que estaban manipulando.

En el vehículo ocupado por los cuatro fallecidos, a su vez, se secuestró un handy con la frecuencia policial, elemento que ahora está siendo sometido a una investigación.

Perseguida

Al filo de la medianoche, la llegada de la camioneta provocó un revuelo en el Hospital, donde arribaron de inmediato el superintendente de la ciudad, Gonzalo Bezos, el secretario de Seguridad de la Municipalidad, Federico Montero, y el jefe policial Gonzalo Sandoval.

Se supo que la Amarok venía siendo perseguida por un móvil policial de la Patrulla Rural, que había advertido su presencia sospechosa en un campo de aquel distrito, que ya había sido blanco de delitos similares.

Los policías, al parecer, habrían perdido el rastro de la Amarok al ingresar a Bahía, pero con la ayuda del Centro Único de Monitoreo (CEUM), se pudieron determinar su llegada a la guardia del Municipal.

Para este martes se harán peritajes con el personal de EDES en la zona, ubicada a unos 30 kilómetros de Bahía Blanca. (DIB) MM

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La Región

Un poco más solos

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Y entonces sabíamos que iba a pasar, que algún día esa suerte de ausencia larga a la que lo había llevado la vejez y el extravío de la enfermedad se iba a convertir en un hueco definitivo. Eso al fin hace la muerte: reduce el último vestigio de lo cognoscible. Pero -y aquí el adversativo funciona a favor- queda el resto, la intensa y perenne memoria de lo que hizo, de lo que dijo (hizo mucho más de lo que dijo), de lo que fue, desde que silenciosamente llegó a la ciudad que lo abrigó.

Ha devuelto largamente esa manta que lo contuvo cuando llegó a Tandil, allá por 1988, cuando empezó a cifrar su sello en la Parroquia de Begoña y el definitivo, en la Parroquia del Santísimo Sacramento, allí donde siempre -rompiendo una tradición católica de más de un siglo- había imperado una visión católica integrista, muy lejos -o en antítesis- al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, del que él participó, surgido en la década del 60.

Secuestrado por la Triple A en plena dictadura militar -estuvo detenido de 1976 a 1981 en La Plata, bajo la órbita del torturador Etchecolaz- un obispo literalmente lo rescató y le salvó la vida. Fue Emilio Bianchi di Cárcano, que le dio cobijo en Azul. Su próximo paso fue Tandil y de aquí no se fue más. Si hay algo tan inobjetable como su labor pastoral fue la intuición que tuvo Raúl Troncoso para entender la matriz idiosincrática de la sociedad lugareña, y vale aquí incorporar el oxímoron ideológico del conservadorismo que hace.

El sacerdote detectó enseguida cómo funcionaba nuestra comunidad y, sobre todo, el círculo de poder. Y actuó en consecuencia: fue el hombre que durante más de treinta años supo hilar con tacto e inteligencia una malla de contención entre los más pobres y los más ricos. Ese puente sólo pudo tenderlo Raúl y está hecho de gestos mínimos, de política, de guiños y sobreentendidos.

El estallido social de 2001 encontró en su figura una suerte de liderazgo ecuménico, silencioso y eficiente para evitar males mayores a la hora de aquellos saqueos que aquí no se produjeron.

Fue el cura que menos habló políticamente en sus sermones pero que más hizo por los que peor estaban. Esta opción -que seguramente le valió algunos reproches de quienes esperaban algo más desde el púlpito- fue el acto más pragmático de su vida: en el púlpito que había sido de Actis y de Mosse, el primero un cura popular visceralmente anticomunista y el segundo un sacerdote abiertamente cerrado y aristocrático- tomó por el atajo del bajo perfil, la apertura de la Iglesia y las obras como prioridad; también de la real politik (el teléfono de Troncoso fue un ícono del poder en los más altos niveles y sus charlas a solas eran memorables) para la construcción de su gran misión a través de la Iglesia, como la labor de Cáritas, las Casas de la Esperanza, y su compromiso con el patrimonio serrano y los derechos humanos.

Por eso mismo nunca dejó de estar donde debía y si hay una imagen que revela este compromiso, fue cuando a principios de los 90 lideró la desoladora marcha de un puñado de personas que pedía justicia por el asesinato de Gilda Mansilla, una doméstica cuyo crimen aún hoy permanece impune. O en lo que tal vez sea la marcha de silencio más dolorosa y terrible que recuerde la historia de Tandil, que sucedió tras la explosión de un horno en Metalúrgica Tandil y la muerte de tres jóvenes trabajadores.

La muerte de Raúl Troncoso, justamente en estos días tan difíciles, no sólo duele por el vacío que abruma, por su pérdida irremediable, y por el largo adiós que acaba de comenzar. Nos duele también, a muchos, porque sin duda hoy estamos un poco más solos que ayer.

Por Elías El Hage

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