Opinión
De visitas y anuncios
La señora Gobernadora María Vidal pasó escuetamente por esta ciudad ganadera y cementera el viernes 27. Su presencia fue más efusiva y coloquial que la del señor Jefe de Estado, si tomamos en cuenta la última vez que arribó a ésta localidad. Otro carisma, otra sensibilidad, es verdad. Pero también sus tristezas intrínsecas trajo la dama.
Porque ella entiende que si desdoblaban las elecciones, cual ella misma deseaba en aquél instante de tratativas al respecto, otra hubiese sido la historia, su propia historia, en este presente incierto.
Las cosas no se dieron para su Frente en agosto y el huracán la llevó puesta. Encima, para peor, los dislates de Casa Rosada, con sus desaciertos económicos incluidos, la han dejado muy expuesta, muy cerca de una efectiva derrota bonaerense dentro de un mes.
Vidal fue, empero, leal al ingeniero y prosigue siéndolo, mostrándose a veces con él en alguna inauguración. Sin perjuicio de eso, ella, inteligente y directa, interpreta los hechos tal cual son.
Aunque la derrota expuesta del 11 de agosto, marcó en varios aspectos la arena política oficial. Antes, la comitiva llegaba envuelta en los vahos del poder y marcaban desde “arriba”, la agenda. Esta oportunidad, al parecer, tuvieron la deferencia y delicadeza sutil, de consultar adónde debía ir la mandataria provincial.
Y su trato con la gente fue cordial. No esquivo. Pero cargado de anhelos de revertir la situación de pesada cruz. Las promesas no resultaron grandilocuentes al oído del pueblo. Vidal es consciente: no es propicio hacer alardes en tiempos de árboles caídos y bolsillos flacos.
Al Intendente Ezequiel Galli le sirvió mostrarse junto a la mujer más popular de la Provincia de Buenos Aires. La mujer que, sin dudas, posee aún en las dificultades electivas contemporáneas, un auténtico perfil de candidata a presidir el país en una venidera compulsa ejecutiva, por qué no.
Recorrer parte del “Parque Eseverri”, el Hospital, ir a la Sociedad de Fomento “Mariano Moreno” y caminar varias calles a su lado en pleno centro, fue positivo para el Alcalde Municipal porque su paridad previa con Federico Aguilera es galopante. Y entonces esta presencia, fue un empujón, un aire de aliento mutuo si se quiere. (En el fondo, ambos sabían lógicamente, que quien tiene más alas hoy es Galli acá, que ella en el territorio provincial. Por el arrastre y la onda del fernandizmo – cristinismo en ciernes).
La Gobernadora reconoció que hay familias que no llegan con plata a fin de mes. Tal actitud de ver la realidad sin anteojeras, se advierte también en funcionarios gallistas que contemplan, en una charla mano a mano, que hubo yerros en Balcarce 50. “Pifiadas” que se pagarán acá también, por supuesto.
En este contexto de mano a mano y voto a voto, el líder local, impulsa anuncios de carácter intensivos: viviendas, cámaras en las localidades, Hospital Veterinario, y, resumiendo: propone un mayor diálogo con sus conciudadanos, una especie de retorno momentáneo del “Gabinete Itinerante” de antaño.
La gente tiene por estos pagos nuestros, una disyuntiva crucial. Está la ciudad entre dos aguas. Atravesada por la dicotomía. ¿Por qué alguien que detesta a Macri, empero votaría por Ezequiel?
Esa es la incógnita del millón, en un universo de cortes de boletas y de búsqueda permanente de nóveles adeptos. Galli y su tropa han salido a captar indecisos o gente que no sufragó en las PASO, o en su defecto, a aquellos olavarrienses que optaron por frentes o partidos que no competirán el 27 de octubre. Un margen de unos tres puntitos y fracción. Un limbo donde flotan libres las expectativas gallistas.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-