Connect with us

Opinión

Lo que se dice, lo que se siente

Dinámicos momentos son estos. De definiciones, de sellar acuerdos, de uniones imprevistas y despliegues de estrategias. Hora crucial para centellear en el aire, la lapicera de mando, firmando avales y poniendo nombres en las venideras listas.

Published

on

Lindo poder vivirlo y contarlo. Triste, no obstante, interpretar que ya no se mide nada con la vara de la idea fija, determinante; por el contrario, vale en su reemplazo, la varilla del vúmetro del pragmatismo.

La vista se clava en los próximos meses. Es harto extraño, sintetizar una observación, un proyecto real de largo alcance. Cuenta el presente mágico, volátil, extenuante y proclive al estrés. Mañana, veremos. ¿Para qué apresurarnos? Además, en tal contexto, con este telón de fondo, hasta quizá mi peor enemigo, logre llegar a convertirse en mi óptimo aliado.

Quienes buscan entonces, criterios de fuste, frases axiomáticas que hagan historia, se quedan a mitad de camino, sin argumentos seductores. Individuos quijotescos que tendrán que adaptarse, tarde o temprano.
Nada es definitivo. La modificación puede estar ahí nomás, al cruzar la calle. Lo que hasta ayer era eje de una charla, hoy ya es olvido. Sentencias de la inmediatez, del desparpajo en el que nos hemos sumido.
Se intenta avalar lo inexplicable y se atacan los valores como si todo fuese lo mismo. La mujer del año suele resultar una travesti y se desmorona lo fundacional en base a ideologías extranjeras, traídas de los pelos de notorias inconductas que tampoco nos conducirán al prometido Paraíso.

Hay maestros que no saben leer de corrido y alumnos que se drogan en clase. Delincuentes presos por robar un par de gallinas y otros libres por portación de excelsa billetera. Estamos sometidos a la dominación extrema del dinero: sin él, las penurias se multiplican en ventanillas y oficinas.

Se convive a diario con acuerdos no cumplidos y con estigmas sin certificación práctica. Pocos creen en algo; escasos son los que confían en otro sujeto. Ni siquiera los documentos rubricados alcanzan, ya que todo se falsifica, se tergiversa con facilidad.
Con este telón de fondo, hay quienes discursan sobre el hambre del pueblo y dictan cátedras al respecto. Aunque no ceden ni un ápice de su abultado sueldo en reconocida cooperativa o en la Comuna. Así cualquiera. “Hacé lo que yo digo, pero no lo que yo hago”, pontifica el refrán.

Y se entrelaza todo: lo político partidario con la necesidad concreta de vecinos que la pasan mal. Algunos sin trabajo, otros directamente sin gas para cocinar. Se barajan las cartas marcadas de antemano.

A propósito, idéntico panorama se palpó en los inicios de la década del dos mil, con la concreción por aquellos lustros de la emblemática “Comisión de Desocupados”. Se reunían en la sede del SOECO, sobre la Coronel Suárez, allá en Pueblo Nuevo.
Se articulaba entre el Municipio, las iglesias católicas y evangélicas y la sociedad en su conjunto. Y figuras como Oscar Mandagarán, el padre Jesús Mendía, el pastor Jorge Videla, la doctora Stella Dufour de Desarrollo Social y tantos otros anónimos que ayudaron, pusieron su granito de arena.

Se hicieron recitales, bonos, colectas y hasta se consiguió trabajo para 200 almas en el barrio Facundo Quiroga. Cuestión de voluntades unidas de verdad. Sin estropicios. Sin líos ni faltas de respeto. Con el hombro puesto entre todos.

Por eso, es muy raro que alguien con memoria se estremezca ante estas circunstancias tan aciagas. La película se archiva en el cerebro y los ciudadanos valen más de lo que suponen los agitadores de hule. Solo hay que revisar archivos y mirar desde la atalaya de la imparcialidad.
Por Mario Delgado.-

Advertisement

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

Published

on

Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

Continue Reading

Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

Published

on

“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

Continue Reading
 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho