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Opinión

Ella lo hizo

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Es cierto. Ella lo hizo: marcó la agenda de nuevo, descolocó a todos, absolutamente a todos. O sea, verdaderamente a propios y extraños, y reapareció en escena con una novedad aplastante: será la número dos. Bueno, en teoría claro. 

La ex presidente y actual senadora, y actual procesada en un montón de causas, dato no nimio, mantendrá dos cosas fundamentales con su juego de ingenio tan avezado: 1) Sus visitas a los tribunales y 2) Su victimización constante. 

Será la pobre mujer dolida y atacada, casi al borde la proscripción política, que tuvo que ceder su cetro para lograr inscribirse en la fórmula, de cara a las PASO 2019. 

Sesuda idea ya que coloca al frente de la dupla a un presunto moderado sin demasiadas resistencias en su tropa. Y ella misma se garantiza así, de triunfar, por supuesto, un mandato más, porque ¿quién puede dudar de la estrategia dispuesta por la señora? Es un auténtico “acting” setentista. “Cámpora al Gobierno. Perón al Poder”, rezaban las paredes allá por 1973 y 1974. No es entonces, fruto de la originalidad lo que se establece hoy con tanta alharaca. Pero ha sido, no obstante (resaltemos con fibrón rojo), una movida sustancial del tablero. 

Cristina tendrá imprescindibles fueros, no estará obligada a debatir con sus pares, y ostentará el mapa del diseño y la lapicera en la diestra, a la hora sacrosanta de elaborar las correspondientes listas de todo el país. 

No era esperada su actitud. Ni el nombre que eligió. Pero si hasta ayer nomás, mis amigos, don Alberto Fernández, un intelectual de fuste, eso sí hay que valorar, criticaba a la viuda de Néstor en programas de diversos medios. 

Elogió apenas dos o tres cosas del período kirchnerista, sobre todo cuando era presidente el hombre que vino del sur. La conformación de una Corte nueva durante su gestión, fue el motivo de aplausos de Alberto. Y poco más. 

Sin embargo, ella con su olfato sagaz, lo introduce a escena como un arrepentido de las críticas severas, de los enojos y enconos. Todo cambió en aras de una novel patria que resurgirá de las cenizas, como una potente Ave Fénix del Siglo XXI. 

Se unen dos personas que no son moderadas. Los mohines de humildad de Cristina no se los cree nadie. O sólo algunos muy pegados a su imagen. Muy acérrimos. Y Alberto atacó periodistas y construyó una muralla en derredor en otras épocas que bien tampoco valdría olvidar. 

Como tampoco habría que olvidar los desplantes a la prensa del cristinismo y su deseo de generar divisiones profundas. O sea, siendo prácticos, ninguno es un inocente niño que despierta al mundo. Son ejercicios muy puntuales los ensayados para captar adeptos, desviando las miradas de su anterior paso por Casa Rosada, y obligando rápidamente a cada quien, a fijar postura. 

Mordiendo bronca y cilicio, ya algunos de los peronistas que se habían preparado para trepar la cumbre, se desplomaron y salieron por las redes a dejar sin efecto sus ilusorias prepostulaciones. Solá, Rossi y Compañía, lloran en silencio los dineros ya gastados al cuete. Y se pondrán seguro a pedir una limosnita en el pórtico del templo cristinista. 

“Alternativa Federal” deberá a su turno, decidir con aplomo qué pieza óptima ocupará el sitio resplandeciente. Y los émulos de Alem e Yrigoyen, ya envían señales al ingeniero de Balcarce 50, solicitando mayor participación y abrir el espectro a otros sectores. Ampliar “Cambiemos” para construir un Frente visiblemente homogéneo. 

En este presente contexto, pues, las lealtades valdrán menos que una monedita de diez centavos. Y el viento, al soplar, irá arrimando referentes para el lado que más sume o convenga. La historia vieja en un odre nuevo. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho