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Opinión

Los tiempos del fomentismo

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Olavarría, en su extensión demográfica, ha ido generando nuevos barrios, y con ellos, han aparecido más inquietudes puntuales y nóveles dirigencias que se han anexado a las ya preexistentes en el campo del fomentismo local. 

Una conjunción muy especial de sueños y anhelos, en un año cargado de sensaciones, dado que se votará por partida doble: primero en las elecciones ejecutivas y luego en la elección correspondiente a la entidad madre, la “Federación de Sociedades de Fomento y Juntas Vecinales”. 

En tal contexto atrayente, son varias las puntas del iceberg a considerar. Es muy factible que vayan surgiendo alineamientos, conscientes o no, a las distintas fuerzas políticas que se han de ofrecer al público elector. Y, obviamente, entre esas propuestas, está el oficialismo que suscita atención y que, en general, ha mantenido una buena relación con la comunidad fomentista. A tal punto que son varios los líderes de los barrios que han salido a subrayar tal actitud, basada en el diálogo. 

Las obras realizadas por la actual administración en algunos lugares, también es un ítem a evaluar. Esto ha servido de columna de apoyo al sustento fomenteril, ya que, no son pocos los casos, en los cuales los dirigentes habían peticionado por años, las mejoras que hoy se exhiben, orondas. 

¿Servirá tal cosa para trasladar el voto favorable al Palacio San Martín? Una reunión reciente mantenida entre el propio Intendente y algunos fomentistas, versó, entre otros tópicos, sobre esta circunstancia de lo efectuado en determinadas zonas de la ciudad, otrora incluso olvidadas. 

No sería entonces alocado pensar o intuir un fomentismo cercano al señor Alcalde. Que ve con óptimos ojos el desempeño de la gestión en curso. Como tampoco será novedad concebir otros tipos de formas de comprender la cotidianeidad. 

Hay entonces otros referentes que sostienen otra tesitura, porque son de otro impulso. Es un grupo diverso que transita por diferentes carriles de opinión: desde el apego al peronismo, o al eseverrismo, o a la izquierda guevarista. Y, claro, hay a su vez, los llamados “independientes”, ubicados en el medio de todo y argumentando una necesidad continua de independencia ideológica, habida cuenta de que “un fomentista precisa de todos y debe llevarse bien con el Gobierno de turno, sea cual fuese su visión”, dirá un dirigente experto en estas lides. 

Algunos fomentistas han adoptado una postura de espera, de aguardar resultados, sin intervenir. En cambio ha habido quienes se han puesto a la cabeza de una observación más crítica hacia el gallismo. El telón de fondo de la coyuntura económica, y la proliferación de comedores comunitarios, han sido trampolines para la actividad de referentes que se han colocado directamente al lado de los reclamos vecinales. 

No ha faltado tampoco la discusión teórica y práctica, sobre cuál es el auténtico rol de un fomentista que se tiene que enfrentar a un juicio de valor muy pendular: apoyar o no a un movimiento autoconvocado. Tal situación dividió, recordemos, a un barrio (AOMA) de nuestra ciudad que se inscribe dentro de ancestrales pedidos de asfalto y mejoras pertinentes para el sector. 

Todo este tapiz sugestivo ha permanecido barnizado por una entidad cabecera, la “Federación”, que sufrió una diáspora inédita en los primigenios meses del 2018, con nueve dirigentes que renunciaron en tropel y descolocaron al más lúcido. La continuidad no se midió con la vara que algunos suponían. Porque, lejos de flaquear el ímpetu de los que quedaron en pie, siguieron firmes y rearmaron una Comisión Directiva hecha a pedir de boca de ese conjunto dirigencial. O sea, pese al temporal, rieron airosos y satisfechos. 

El redil fomentista se dispersó. Hoy responden sin dudar a la “Federación” sólo algunas entidades. Muy pocas en rigor de verdad, si cotejamos el curso previo. Aunque muchas empero, mantienen su cuota al día para poder sufragar cuando sea menester. 

La pasividad de varios, no obstante, puede llamar la atención. Ya que han guardado silencio y no han emitido veredicto (al menos en público) sobre las vinculaciones político partidarias ejercidas desde los altos mandos. Aunque otros han expresado su disconformidad y se han dispuesto a trabajar en sus barrios e instituciones, dándole aire a un sinfín de logros de diversa índole, dependiendo de cada caso. 

“Federación” enarbola una bandera nada proclive al Municipio aunque mantiene relación con éste. Y desde cierta área municipal, se ha obrado con criterios ambivalentes, jugando por qué no a dos puntas: amparando a la conducción federativa por un lado y propiciando una nueva nave nodriza, por otro. Aunque tal proyecto en definitiva no cuajó por el peso específico de las circunstancias y de las posibles consecuencias. ¿Quién corno iba a asumir la responsabilidad del fracaso si Rivadavia y San Martín culminaba avalando otra “Federación”, si bien era objeto de ésta, poseer una actitud más ampliada en sus rasgo de influencia, o sea, pretendía nuclear no solamente a fomentistas, sino también entidades de orden social y comunitarias? 

A todo esto, mis amigos, ustedes saben de sobra que dos más dos, siguen siendo cuatro. Y esa línea axiomática se aplica muy bien a un capítulo fomenteril de hoy: la cruda realidad demuestra, pese a quien le pese, obvio, que hay instituciones que han sabido vivir y crecer exponencialmente sin necesidad alguna de “Federación”. 

No son limitadas estas entidades por la burocracia o por los caprichos federativos. Tienen vida propia. Confirmando la regla y reeditando el concepto básico de que el fomentismo bien entendido, es anterior al aglutinamiento federativo. 

Insisto: no requieren de la institución madre para desarrollarse, varias entidades. Y entonces les resbala el movimiento que ésta haga. Aunque no se despeguen formalmente de ella y se sienten a esperar tiempos más apropiados. 

Por Mario Delgado.- 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho