Opinión
¿El peronismo, es todo cristinista?
El dólar es volátil por estos días. El peronismo a su turno, posee vocación natural de poder. Por Mario Delgado
El dólar es volátil por estos días. El peronismo a su turno, posee vocación natural de poder. Casi no se concibe un peronismo sin aspiraciones de ese tenor. Está en su misma génesis el anhelo de mandar. Por tal motivo no ha sido raro, ni lo seguirá siendo, mientras exista esta corriente política, que los dirigentes y miitantes, se atrevan sin mayores discusiones a encolumnarse detrás del líder de ocasión que más mida en los sondeos. De auténticas lealtades, hablaremos mejor en otra oportunidad…
Tal circunstancia de mutación crónica, hay que tomarla muy en cuenta. Si así no se hace, será imposible interpretar actitudes y acciones de los queridos peronistas, a lo largo de su historia.
Y, con el telón movedizo de fondo de hoy, las fichas se van ordenando, de a poquito nomás, para el sector de doña Cristina Fernández. Algunos con temor, aún. Otros un tanto más abiertos. Pero ya son variopintos los referentes que alaban la posible vuelta al ruedo de la señora de los mohines.
A río revuelto… Ustedes ya conocen el resto de la frase. Fíjense como son las cosas en este país: once causas judiciales distintas, cinco pedidos de procesamiento en su “honor” y sin embargo, viene trepando en las encuestas debido, fundamentalmente, al descalabro económico que se agita. Cristina no está presa por sus fueros. Fueros que, digamos bien clarito, ciertos actores que la critican en las sombras chinescas de la noche, no osaron quitarle, en aras de no sé qué excusas.
¿Resulta llamativo, entonces, querido lector, que la alaben quienes la desprecian en realidad? No, para nada. Porque tales son las reglas del juego del triunfador. O probable candidato/a al podio. Tal es así que “Pino” Solanas o Eduardo Duhalde, desde sus divergentes ópticas, no pongan en duda recurrir a los manantiales de agua cristinistas, llegado el caso, basándose en un proyecto conmovedor de “unidad nacional”, frente al entreguismo de Macri y Compañía.
Que nadie se sorprenda por las adhesiones que aparecen. Porque siempre obró de igual manera este colectivo. Ahora incluso más agravada la cuestión porque la dama no terminó de perder vigencia y quienes pusieron sus pies en la caliente arena del liderazgo, no llegaron , ni llegan aún, a medir lo necesario como para desplazarla del todo.
Y encima el clamor popular que, por ahí, hasta reclama desesperado por su victorioso retorno con laureles incluidos.
¿A quién le importa el sesgo corrupto y autoritario de la ex presidente? ¿A quién en verdad le preocupa hoy que no teníamos INDEC y, por ende, no sabíamos la cifra real de pobres o de inflación?
La realidad supera a la ficción y lo que fue malo, pareciese menos malo, viendo este presente tan depresivo. Para colmo Balcarce 50 no ofrece garantías de mejorar la crisis y sostiene en su plantel a ineptos de toda ineptitud.
Hermoso paisaje para el “hambre” peronista. Lindo cuadro de situación para su “sed” de revancha y de volver con “tutti”. Todo ayuda. Pero colabora con ella, más con otros dirigentes.
El lanzamiento de su libro es un éxito de taquilla. Cada palabra o silencio, la lleva al éxtasis mediático. Y los que teorizaban sobre su ostracismo final, se retuercen en sus elucubraciones sin sustento práctico. Pinta la cosa para que su protagonismo exceda las expectativas.
Aquellos que marcaron límites, se retractan. Lógica estrategia pues no querrán permanecer excluidos si ella se sienta a disciplinar a la tropa y a posicionar a sus acólitos.
Díscolos todavía quedan, de seguro. No obstante, son los menos. Porque el “peronómetro” es inflexible y alcahuete. Otros aún se harán los “recios” para después negociar con la emperadora su subsistencia en el sistema.
Habrá que observar atentamente la evolución de los sucesos y esperar la fecha clave de presentación de alianzas, o sea el 22 de junio. Por ahora, las jugadas se asimilan como a pedir de boca de la patrona de estancia que quiere volver a Casa Rosada.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-