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Opinión

Grajeas políticas

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Despersonalizar, quitarle odios o resentimientos a la cuestión. Analizar datos concretos, de eso se trata la observación de la realidad que nos asiste. Cosa que también preocupa a referentes y sectores del frente Cambiemos con cierta dosis de sensibilidad social, habida cuenta de hechos incontrastables y visibles desde el llano. 

Un pequeñísimo paneo nos muestra, en concordancia, que en enero de este año en curso, se vendieron 100 mil medicamentos menos en nuestro país y en febrero, 200 mil personas, afiliadas a distintas compañías de medicina prepaga, se fueron del sistema por razones económicas fundamentalmente. 

En tal situación, el señor presidente Mauricio Macri, pierde entre medio y un punto de popularidad por mes, dejándole increíblemente espacio abierto a su principal adversaria, la ex mandataria y actual senadora Cristina Fernández. 

La viuda de Néstor Kirchner sostiene en su puño, según las estimaciones, un rebaño fijo de adeptos que oscila entre un 25 y un 40 por ciento de adhesión, o dicho de otra manera, de probable intención de voto. 

El espectro del ingeniero boquense, en contraste, no palpa al parecer de los encuestadores los treinta puntos, quedándose entre un 26 a un 29 por ciento de posibles sufragantes a su favor. 

Sergio Massa posee hoy un 10,9 %; Juan Urtubey 9,8 %; Roberto Lavagna 8,6 %; Miguel Pichetto 5,3 %; Nicolás del Caño 4,7 %; Guillermo Moreno 3,2 %; y tendríamos un 6 % de indecisos. Alfredo Olmedo se bajó de la precandidatura nacional y peleará por gobernar su Salta natal. 

El ex ministro de Economía de Duhalde y Kirchner, Lavagna, marcha bastante bien con su proyección, aunque existe todavía un grado del 40 % de desconocimiento sobre todo en la población joven que no lo vio, por razones biológicas claro, actuar. Este señor, ha expresado que: “No quiero participar dentro de Alternativa Federal. Sí avanzar con Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde, con los socialistas y otros partidos provinciales incluidos, pero no con el Peronismo Federal”. 

Los pensamientos giran, en otro vértice, a los legendarios efectores del radicalismo. Para algunos, esta fuerza centenaria podría partirse en al menos dos grandes ramas: una se quedaría inserta en el frente oficialista y otra, más descontenta, se iría a una especie de reedición del “radicalismo intransigente”. 

En esa dirección hipotética parece avanzar Ricardo, el hijo del ex presidente ya fallecido, don Raúl Alfonsín, que crece en simpatía en las filas de boinas blancas, debido al desencanto y ante el ninguneo que dicen, han recibido del PRO. 

Ernesto Sánz, artífice en su día del acuerdo que originó Cambiemos, reapareció en público luego de un voluntario ostracismo, para argumentar sin dudas: “Estamos de acuerdo con ir a internas” (de la UCR con el PRO).

Ante todo este panorama tan crucial, no se nota una andanada de confianza que provenga de parte del Jefe de Estado. NO se menciona ningún programa económico salvador ni se presenta nada optimista desde Casa Rosada. Sí se sabe, empero, mis amigos, que Macri mantiene charlas con economistas de distintas ópticas. Pero poco o nada más suena. 

Nadie revela algo seductor como para atraer abejas a la flor. Y la crisis se traslada de un lado a otro sin frenos. Cualquier encuesta revela que la problemática del bolsillo, se encarama sola, seguida de una segunda faceta también compleja: la inseguridad creciente. 

Para capear el temporal, la señora ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, entrega diariamente toneladas de alimentos a los más vulnerables del conurbano bonaerense. 

Mas ya se rumorea en algunos distritos la idea, por ahora embrionaria, de ir formando un conglomerado de habitantes que se nieguen a abonar sus facturas, sus impuestos y tasas respectivas, a raíz de los incrementos y desfasajes entre ganancias y gastos particulares u hogareños. 

Una “Intifada” inusitada, inusual pero posible. Una “desobediencia civil”, fogoneada o no por rasgos opositores, se estaría gestando, insisto en ciertos lugares muy afectados. La pregunta surge entonces, en medio del campamento: ¿Y si se generaliza tal rebeldía popular? No convendría para nada a las aspiraciones reeleccionistas macristas. Ni al sistema democrático en sí. Urge hacer algo que convenza. 

Para ir cerrando, y en consecuencia con el trabajo de encuestadores, se manifiesta que hay, a estas horas, un 70 % de compatriotas disgustados con la gestión de Balcarce 50. Un 28 % comparte criterio con Macri y aguarda un giro favorable, un sol que resplandezca de cara a un novel período, y un 2 %, no sabe o no contesta. 

Mauricio tiene 35 % de imagen positiva y 64 % de negativa. Y un 53 % de argentinos cree a pies juntillas que en el 2020, vamos a estar peor. Todo este cúmulo de temores se predice en base a lo antedicho, o sea la ausencia de una estrategia gubernamental que haga mutar los ánimos.

Hoy la calle nos devuelve, más allá de banderías  partidarias, una foto muy drástica que debiera ser interpretada por quienes gobiernan: la mayoría del pueblo anda por la vida triste o tensa. Lo que no significa un sinónimo de que vuelva lo que ya fue.   

Por Mario Delgado.- 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho