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Opinión

Estadíos de la política de hoy

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La recesión y la inflación son auténticos problemas de la gente que habita este bendito suelo sureño por estas horas veraniegas. Y en el medio de esas cadenas, de tamaños gruesos grilletes, el ajuste descomunal impuesto por el organismo internacional que monitorea los movimientos de caja, persiste en apretar sin miramientos. 

En este contexto tan peculiar y sufriente, la ex presidente Cristina Fernández viuda de Kirchner ha decidido jugar fuerte, al menos así se percibe, siendo, todo indicaría, ella misma oferente a ocupar otra vez el sillón de Bernardino Rivadavia. 

Jaqueada empero por las innumerables causas judiciales y ácidos testimonios de testigos reales, presenciales, de increíbles contubernios de corrupción, su impronta pasa precisamente por entrar de lleno al campo de batalla con su escudo dispuesto. 

Al macrismo, y ya lo hemos expresado por aquí, le conviene y satisface la postulación cristinista, enfrentada en un mano a mano con el ingeniero actual primer mandatario. 

Por el lado provincial, la señora Gobernadora estaría teniendo buena aceptación, pese a los dilemas de conocimiento público y a que, Nación le colgó en el perchero de La Plata, toda la gama de subsidios posibles, para que la Gobernación se haga cargo. 

Pero su imagen, la de María Vidal, es la mejor dentro del rebaño del oficialismo. Todavía ciertos rumores se oyen, agudizando el oído, de una Gobernadora llevada en andas este mismo año, hacia la candidatura presidencial. Puede ser una alternativa a emplear antes del cierre de listas, si observa el entorno de Mauricio Macri que la chance de éste se diluye o si en rigor de verdad, mis amigos, doña Cristina no termina siendo oferente nacional y nombra a otro. 

A propósito, Sergio Massa y Felipe Solá son dos personas que comparten la teoría de que la senadora no será postulante finalmente y entonces desean a toda costa, granjearse la simpatía de cada quien. 

Por eso el movimiento de ambos es pendular, oscilando siempre. Porque nada aún es certeza plena y no les caería gracioso, quedarse afuera del vagón por cometer actos fallidos. 

Tanto a Sergio como a Felipe, la bendición de la dama de los mohines les vendría súper bien, puesto que ella posee un porcentaje interesante de adeptos incondicionales. 

El punto a resolver es como aggiornar a sus tropas, a sus acólitos, no cristinistas pero sí catalogados como peronistas. Pequeña gran pulseada que deberá concretarse con sutil tacto para no herir susceptibilidades ni dañar a nadie y, por supuesto, conservar presuntos votantes. 

Como si la cosa no estuviese ya de por sí inquietante y atractiva, aparece en escena un hombre  reconocido por su gestión económica en los inicios tétricos, y trágicos también, de los años dos mil: don Roberto Lavagna.

Siendo objeto de burlas de algunos por su avanzada edad, es no obstante, un excelente puntal, una cuña que se mete de lleno en la pelea de cara a un octubre cubierto de expectativas. 

¿Cómo irá a presentarse Roberto en sociedad? Es una pregunta por ahora sin respuesta, ya que es tentado por varios pero él se sujetaría, al parecer, sólo a un armado de unidad, de consenso, de amplitud. 

Las elecciones provinciales son otro elemento a vislumbrar de cerca. Por ejemplo en Tucumán un pretendido “peronista independiente” (¿?) como el Gobernador Juan Manzur, negocia con las huestes de Cristina porque no quiere que su oponente José Alperovich triunfe sobre él y,  obviamente, lo descoloque.

Por estas tierras, hemos de rescatar la visita del senador Miguel Pichetto, veterano de mil lides y hábil negociador, atento a adecuarse a las circunstancias. No por nada, permanece en el candelero. 

Traído por el doctor Domingo Vitale y el Frente Renovador, el visitante fue elocuente: criticó los planes sociales, entregados a montones sin ningún control ni contraprestación a cambio, las atenciones médicas a extranjeros gratuitas, y la mala praxis cristiniana durante el conflicto con el campo y los devenires posteriores de la corrupción kircnerista. 

Calificado exponente de un justicialismo de centro derecha, no rechazó en su alocución ante los medios y curiosos, dialogar con todos, menos con la ex presidente de los argentinos. Y está bien que fije posición, ante la actitud concordante en tal dirección de Urtubey la timorata de Massa. 

Por Mario Delgado.- 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho