Opinión
Olavarría ¿Hacia un nuevo transporte público?
El momento de la modernización en el transporte público local, pareciera que irá llegando, así al menos lo intenta demostrar este trabajo en conjunto entre la Facultad de Ingeniería y el Municipio.
El llamado a licitación del ejido urbano, será auténticamente clave en este proceso que, señala el propio Gobierno del doctor Ezequiel Galli, está ya definitivamente en acción. La base es la transparencia, dijeron.
Los proyectos y las explicaciones, fueron llamativas, atrayentes. El ítem a considerar ahora, mis amigos, es ver quién en rigor de verdad, puede sentirse seducido como empresario del sector, para recalar en esta ciudad.
Es que nuestro medio, posee dos caracteres interesantes: Por un lado, el asunto urticante del recorte de subsidios que se iría dando desde enero del año venidero. Y el drama sustantivo de los pasajes gratis. Con otra salvedad incluida, desde luego: ya no sería más Casa Rosada quien otorgue los montos a las compañías, sino que la cosa mutará a la Provincia en sí, o hacia las Comunas o en su defecto, a los mismísimos señores pasajeros.
El Gobierno Central ha dicho que no sostendrá más al transporte de la manera que lo ha hecho. De modo tal que los municipios y La Plata, han de sentarse a negociar las maneras de poner la “mosca”. Puede ocurrir que ninguno de los dos, o uno de ellos, no pueda dar el total que debiera, entonces la otra opción es que la tarifa aumente. De esta magnitud es el futuro en tal sentido.
Si no hay aportes subsidiados, el boleto se iría “cómodamente” a $ 40. Una locura que podría echar por tierra con aspiraciones modernizantes.
Hoy, nuestra comarca recibe de Balcarce 50 por año, $ 86.552.612, repartidos en dos tópicos: a) Compensación $ 56.352.745 y b) Gas Oil $ 30.199.867. En toda la geografía bonaerense, Nación cede anualmente $ 25.420.416.675.
La segunda pata imponente de la mesa de la polémica, pasa por estos lares, por los pasajes gratis para estudiantes de todos los niveles y personas con problemas de salud o discapacidades. Aquí el número es asombroso: más de diez mil almas suben a diario a las unidades sin pagar.
La vieja y consabida lucha por el “boleto estudiantil gratuito” fue álgida, sólo baste rememorar marchas públicas y declaraciones de dirigentes políticos y referentes estudiantiles vernáculos.
El punto es central, no obstante, puesto que ese derecho adquirido choca de frente y de perfil con los intereses empresariales y económicos de cualquier oferente.
¿Cómo seducís, empero? La administración Galli cree que tal desfasaje se podría bien cubrir con la ampliación de los recorridos que se harán y con la cantidad de trabajadores que tomarían una unidad o dos, diariamente para arribar a su labor y luego para emprender el regreso a casa.
¿Será tan así de simple la ecuación? Un experimentado chofer con más de veinte años encima de los coches, sonríe sin entusiasmo y sin optimismo. No será sencillo conquistar el amor por venir con semejante cifra sin poner un peso.
Y encima porque acá, dicha absorción la hace la empresa, sin otra colaboración. Aunque podría implementarse una especie de rueda de auxilio municipal.
El resultado hacia el público viajero de los transportes hasta el presente, son desastrosos. Navegando siempre en la limitada veta de control estatal. Los empresarios se llenaron los bolsillos y lloraron en pos de incrementos que, por Decretos o por la vía deliberativa, fueron otorgados sin más. PERO JAMÁS, ni en esta ni en la anterior gestión, se puso el pollo a hervir. Baste con leer nuestras columnas anteriores con relación a este tema.
El pasajero es el que sufre las demoras, las faltas de demarcación de las paradas y los anexos que todos conocemos. Ahora se hará un sistema nuevo. ¿Por qué no se hizo nada hasta aquí? ¿Acaso podrá el que venga continuar usufructuando con coches que debieran estar al servicio de los pasajeros y se dedican a obreros de fábricas o a pibes de colonias de vacaciones? Con el mismo subsidio, por supuesto. ¿Y? NADIE le puso el cascabel al lindo gatito.
Nada se ha expresado, tampoco, de los baños para los conductores y del descanso de algunos minutos cada cuatro horas que debieran tener. ¿Se hará algo con esto?
En ciertas ciudades los famosos “colectivos” ya son historia. Bolívar es un ejemplo cercano. Veremos que acaece por aquí.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-