Opinión
Ella o yo
Los allegados al señor Presidente de la Nación ya dejan ver con supina claridad lo que el mismísimo primer mandatario anuncia a través de discursos, charlas y redes sociales: quiere el ingeniero Mauricio Macri postularse el año que viene, buscando de tal forma, mis amigos lectores, una reelección que lo catapulte ocho temporadas ocupando el sillón de don Bernardino Rivadavia, allá por Balcarce 50.
No es una novedad que impacte sobremanera, ya que está dentro de los parámetros previsibles y además, constitucionales. Y, siguiendo tal sintonía, hemos de recordar que el líder del PRO, dijo no hace mucho, una frase cargada de sagaces palabras: “Necesitamos veinte años de crecimiento ininterrumpido para lograr los objetivos propuestos”.
Surge así la teoría de una reelección consecuente y a posteriori, un sucesor del “palo” que continúe el proceso ya iniciado en 2015.
Esa tesitura de permanencia “veinteañera” no conmociona tampoco, puesto que los memoriosos han de retrotraerse a don Néstor Kirchner, el cual tenía idéntica plataforma de lanzamiento, con un proyecto que rondaba a su vez, estos famosos veinte años de poder político.
Si nos atenemos a tal razonamiento, probables continuadores hay en cartelera, en las filas del tándem oficialista. Lo que también existe, es bueno reconocer, como contrapartida de lo expuesto, una sombra de pesimismo y contrariedades por la crisis desatada en los primeros meses de este 2018, que viene bajando la cuesta y la cresta del Gobierno.
El deseo macrista entonces choca de frente, a gran velocidad, contra la cotidianeidad triste de millones de compatriotas que sufren lo indecible por llegar con algunas monedas salvadoras a fin de cada mes.
Las bataholas en las familias, en las pymes y en los comercios, es un conglomerado real, palpable de que algo huele mal en los cálculos y acciones concretas de Casa Rosada.
Los gobernadores peronistas, olfatean el asado medio quemado y elucubran ideas para acercar la gente a sus manantiales. El único gran dilema es que no poseen aún un liderazgo firme y unificado.
En este contexto tan particular, la señora Inflación es tan mal vista como la Jefa del FMI. Los sindicalistas que pueden aprovechan la circunstancia y hacen leña. Y dentro de las filas oficialistas, se oyen ruidos de preocupación, con mayor o menor intensidad, pero los murmullos especulativos existen.
Podrá desde luego, notarse algunas voces más presuntuosas que otras, mas la crispación se irá advirtiendo con frecuencia, si no se arriba a una cima de mediano éxito. Y en un plazo perentorio, además.
En tal escenario de caos económico, se yergue la figura de la ex Presidente Cristina Fernández viuda de Kirchner, quien es visibilizada por Macri como la adversaria a vencer sin miramientos. “Es ella o yo”, ha sentenciado el ex dirigente de Boca Juniors.
La propuesta es sencilla en la teoría: enfrentar a quien representa al “pasado” populista y devolverle la fe al pueblo en el proyecto de “Cambiemos”.
Dos “popes” a la arena caliente del coliseo y que decida la ciudadanía. El tope de alegría cristinista sería, estima tal presunción, la posibilidad de ganar ella en primera vuelta, en octubre, pero no triunfar horonda en una hipotética segunda vuelta o ballotage en noviembre del 2019.
Arriesgada tarea la emprendida por el señor Jefe de Estado. Más que nada hoy cuando la calle muestra por cientos, a los desencantados que sufragaron por el oficialismo actual, pero parece ser que no repetirán la historia ni en las PASO, ni luego.
“Es un enorme riesgo pero a su vez, una experiencia casi necesaria”, ha confesado un colaborador de primera fila de Macri. El atractivo electoral estaría pues perfectamente servido si fuese así, en la práctica. Es que los yerros del Gobierno Central, han hecho fortalecer a Cristina más de lo debido, tal vez, de modo que las contraindicaciones de este movimiento de ajederez, podría conllevar algún dolorcito de cabeza no imaginado aún por estos días previos.
Sería un camino con un solo sentido de avance: propender por todos lados una enorme polarización y un desgaste corrosivo de la ex mandataria.
Los condimentos del plato principal, se irán poniendo a consideración, sin dudas. Pero en todo este armado especial, habrá que observar cómo marcha la economía y si el oficialismo consigue sacarle una sonrisa al pueblo con algún acierto en medio de las brumas y las olas furiosas del mar.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-