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Dos dilemas nuestros: la inseguridad y el asfalto del “AOMA”
Son días de reflexiones, de visualizar sin dilaciones lo que acaece, lo que nos rodea. Por Mario Delgado.
1.- INSEGURIDAD A ULTRANZA.- Son días de reflexiones, de visualizar sin dilaciones lo que acaece, lo que nos rodea, sin dejar pasar por alto ítems muy delicados, que han de ser preciados en su justa medida.
La temática de la inseguridad se ha manifestado, llevándose consigo varios cambios de jefes policiales, como si tal medida sirviese en la práctica de algo efectivo. Habría que confiar no obstante, en que surjan ciertos indicadores que permitan readecuarnos a un sistema de vida medianamente de tranquilidad.
Un síntoma de inquietud al respecto, lo demuestra, mis amigos, el hecho medular que el mismísimo líder del Departamento Ejecutivo, salga a inferir en público que no se siente acompañado, respaldado por los servidores del orden.
Olavarría no da para más, copada de delincuentes que asolan barrios y el propio centro, con asaltos y robos, algunos de ellos violentos en extremo.
Pero, más allá de ciertos diagnósticos sensibleros, no hay una resolución definida de los por qué verídicos de éstas diabólicas acciones. Y, entonces, entre los vendedores de droga al menudeo, que todos conocen pero nadie acorrala, las peleas entre pandilleros y los engranajes sueltos de la pobreza y la desolación, nos van consumiendo los fuera de la ley.
No se hace mucho. Nunca se hizo demasiado. Por el contrario, es preferible negar la realidad. Y son tentados hasta los medios de comunicación con la seductora voz del “No te metas” y dilatan la información, yéndose groseros por la tangente.
Y es tanta la desidia que hasta en un barrio, gran número de inescrupulosos vecinos han optado por colocar mangueras desde la entrada del gas a sus departamentos, en una abierta burla al tipo que paga religiosamente sus facturas. Ni que hablar de los ya famosos “enganchados” de la luz, auténticos piratas que no son combatidos, so pena de que apedreen los móviles de la policía y los de “Coopelectric” también.
Los malos ganan terreno desde todos los ámbitos. Parece que cualquier cosa es válida, porque no existe un brazo fuerte del Estado que controle y premie o castigue, a pedir de las circunstancias.
Claro que los uniformados, a la hora de actuar dirán muy orondos: “Sin la orden del Fiscal, no podemos entrometernos”. Ni que mencionar si los sospechados de la tropelía en curso, son menores de edad. Olvidate.
Por eso la sociedad descree de las mutaciones de los Comisarios que se reciclan sin responderle a la gente lo que necesita interpretar.
Pero también es lógico suponer que este demonio que nos ha poseído, no solo entró por culpa de los malos policías.
2.- BARRO AOMA.- Otro problemón del momento se circunscribe a las atestadas de barro, calles del barrio “AOMA”. Autoconvocados definen una política netamente opositora, enfrentándose a los estamentos ya establecidos.
Quieren el asfalto prometido por el Intendente en ocasiones varias, visitando la zona. Antes y después de asumir como autoridad máxima de la ex Ciudad del Trabajo.
Mas la bendición no arriba y los vecinos, por fuera de la Sociedad de Fomento barrial, emprendieron una tarea con variopintas puntas de lanza: desde cortar la Ruta Provincial 51, hasta imprimir volantes explicativos de la situación de padecimiento que los aqueja.
Dividieron al fomentismo incluso con su actitud, porque pusieron una dicotomía en ciernes: convalidar el corte o no. Servir al necesitado del barrio en su solicitud específica, o apegarse denodadamente al Reglamento fomenteril e institucional.
Hete aquí se agrietan los pensamientos, con voluntades partidarias a su vez, que avalan y estimulan.
Lo real, lo tangible, salta el tablero y se enfrenta a los planteos teóricos o económicos. El querer es poder, dicen algunos. Hasta ahora, la lucha es infructuosa pero bullanguera.
Por Mario Delgado.-
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Citan a declarar a los amigos de los jóvenes fallecidos en 2018 en Parque Sur
A dos años de la muerte de Alan Falatovich y Katherine Rodríguez, la Fiscal Beytía tomará declaración a los dos amigos por el delito de omisión de auxilio.
El 4 de marzo venidero deberán presentarse ante la Fiscal Doctora Viviana Beytía, Alejo Eseberri y Loana Cabrera para sostener la temática compleja de lo acaecido aquel 2 de enero de 2018 en la intersección de Avenida Avellaneda y el puente, en pleno Parque Sur, donde se ahogaron dentro de un vehículo que cayó al Tapalqué Alan Falatovich y Katherine Rodríguez, ambos de 20 años de edad.
Se percibe una vuelta de tuerca en esta causa, que de acuerdo a lo investigado hasta aquí, le permite conjeturar a la señora Fiscal que entiende en este luctuoso acontecer, que, al menos, hubo “omisión de auxilio”, por parte de los sobrevivientes de este episodio triste y doloroso. Según el artículo 108 del Código Penal, reiteramos, la letrada los ha imputado por considerarlos “coautores penalmente responsables del delito de omisión de auxilio”.
Recordemos brevemente que todo este calvario inició su curso en la tarde noche soleada de aquel segundo día de enero, cuando Alejo en una VW Suran, propiedad de su padre, fue a buscar a Alan a su casa, la 1.006 del barrio CECO y de allí se dirigieron a un pub céntrico.
En ese local se encuentran con dos chicas: Loana Cabrera y Victoria Katherine Rodríguez que se movilizaban en un Ford Fiesta. Luego de un rato, se van hacia Parque Sur y allí se produce un hecho significativo: el auto del papá de Alejo se despeña y cae a las aguas con Victoria Katherine y Alan dentro.
Esto habría ocurrido cerca de las 4:30 de la madrugada de ese dos de enero. Y tal cosa sería producto de una maniobra intempestiva llevada a cabo sin querer por el muchacho, dado que habían ingresado a este auto a tratar de solucionar un problema en el equipo de sonido. Para colmo, Alan no sabía manejar, aunque sí “era un excelente nadador”, asevera Diana, hermana del joven muerto.
“A Alan recién me lo entregaron muy tarde, muchas horas después”, refiere una vez más a este diario, Diana Falatovich. “Tenía golpes y moretones en diversas partes de su anatomía que no condecían con la caída”, sostiene firme como desde aquella primera oportunidad en que Diana habló para este medio.
“La autopsia no reveló cosas que yo ví”, continúa, y añade “nada nos cuadraba en esos instantes tan dramáticos”. En este contexto de incertidumbre, “nos permanece bien adentro la pregunta si en rigor de verdad no hubo alguien más en la escena, en ese sitio sin luz ni seguridad en ese momento”.
El punto más crucial se dio con el correr de las horas, dado que “a nosotros nos avisa la Policía. Ninguno de los dos acompañantes de Katherine o de Alan, dio aviso a nadie. Al contrario, fueron y se acostaron a dormir. Alejo estuvo en el velorio de mi hermano unos minutos y se lo advertía nervioso. Sostuvo que él trató con efusividad de abrir la trabada puerta de la Suran pero sin éxito. Él era penitenciario y sabía bien que hacer y los dejaron solos, librados a su destino a Katherine y a Alan. No hay ningún elemento que grafique con certeza que Alejo quiso auxiliarlos. Por otro lado, ¿no se les ocurrió ni siquiera llamar a Bomberos Voluntarios o la Policía?”, subraya Diana.
Para la familia Eseberri fue un penoso accidente y avalan los dichos de su hijo. Ahora entonces, habrá que aguardar los nuevos pasos que se avecinan.
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Un hombre está grave tras el incendio de su vivienda
El siniestro ocurrió en la madrugada del lunes en Necochea y Mendoza de nuestra ciudad.
Un importante incendio tuvo lugar en una vivienda durante la madrugada del lunes.
Por razones que son materia de investigación, una casa ubicada en Necochea y Mendoza se incendió y provocó heridas de gravedad a su morador, un hombre de 73 años de edad.
La víctima fue trasladada al Hospital Municipal donde se constataron la gravedad de las heridas y donde quedó internado en terapia intensiva con pronóstico reservado.
El parte médico emitido desde el Hospital indica que el paciente tiene el 40% del cuerpo con quemaduras y compromiso de vía aérea.
El incendio se produjo en la madrugada de hoy lunes y requirió el arduo trabajo de Bomberos Voluntarios, Comisaría Segunda y personal del SAME.
FOTO. Infoeme