Opinión
Los alcances de la nocturnidad
Quizá hubo quienes se quedaron en ascuas con el tratamiento deliberativo de la cuestión inherente a la juventud y su transitar por la nocturnidad en esta ciudad. Porque, a lo mejor, se podrían haber tanteado diversas temáticas paralelas pero, sin dejar de reconocer la complejidad del tópico en marcha, se prefirió zanjar por el lado de formalizar una Comisión intersectorial para tratar de poner un poco de luz en la obscuridad, valga la repetida metáfora.
Un primer escalón a subir, es reconocer sin pruritos ciertas ventiscas que sobrevuelan la noche y que, a veces, se desea ocultar. Entre “las previas”, las fiestas privadas, los vahos del alcohol y las infusiones de sustancias no permitidas, el freno es difícil de colocar. Y los horarios que han mutado y la hipocresía de facilitarle a un menor el volante de un vehículo, dejar que vote, pero no franquearle la entrada a un boliche con la típica excusa de que “sos menor”. Aunque no todo es tan negativo, puesto que hay quienes sólo anhelan tener salidas acordes.
Ya el año pasado alumnos del Colegio Estrada, componentes del Concejo Estudiantil, plantearon la óptica del tema, desde su lógica. Interesante parecer el de ellos, puesto que enmarcó la cosa a dilucidar, con la visión propia de los mismos actores nocturnos.
Y, para correr los cortinados, lo reafirmó desde su banca la edil Victoria De Bellis, de “Cuidemos Olavarría”, este jueves 10: “Tenemos que escuchar a los jóvenes”, expuso. Es por una razón ultra simple: son ellos los principales involucrados en ciertas aristas que preocupan, habida cuenta incluso luego de conocidas algunas instancias de abusos sexuales a pibas en disonancia con lo que debiera ser la diversión noctámbula sin sobresaltos.
Todo este andamiaje de posibilidades de mejorar la situación, hay que observarlo desde una Ley vigente desde el 2.009 que coloca a los menores de edad, hasta las 23 horas en locales de esparcimiento. Luego debieran retirarse.
El punto a considerar es que tal normativa parece ir perdiendo poder, sobre todo por las costumbres actuales y por el peso específico de la realidad que impulsa otras dinámicas en contra de esa disposición casi arcaica, con el devenir de los aconteceres. Y con la consabida presencia de menores en boliches.
“Tienen que involucrarse los actores sociales”, sugirió De Bellis, quien también propuso dar vida a una “Comisión por 90 días, con opción a 30 días más” para ejecutar acciones sin dejar de lado a ningúno de los estamentos de la nocturnidad local.
Juan Ignacio Fal, desde la voz oficialista, catapultó un comentario intrigante pero bien determinado: “Acá las noches son violentas, por tal sentido, nos parece una excelente idea la que expresa mi colega preopinante”. Que los vestigios de peleas, robos y desmanes no se borren, es menester, desde luego.
Marcelo Latorre, del “Frente Renovador”, rescató una vez más el Proyecto de los pibes de Estrada y cargó tintas con las “responsabilidades de los empresarios que no pueden estar ausentes en este debate” y se ubicó frente a un detalle que ha salido a la palestra por estos días, pero que es más viejo que don Matusalén: la trampa de “adulterar bebidas en los locales nocturnos”. Fechoría inescrupulosa siempre latente.
A su turno, Gabriela Delía de “Radicales Convergentes”, no escatimó dudas en señalar con determinación de axioma la “responsabilidad del Estado” en tanto y en cuanto a estas cosas.
Por su parte, para cerrar las ponencias, Einar Iguerategui, de “Cuidemos Olavarría”, sostuvo que había que “responder al pedido de los autores del proyecto original, es decir los alumnos de Estrada”.
Y se aprobó nomás la idea base de establecer una Comisión con concejales de cada bloque, con miembros del Ejecutivo, con jóvenes, con empresarios y otros participantes.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-