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Opinión

Accidentada Tercera Sesión del HCD

Crujiente noche deliberativa se palpó ayer en la sede habitual de Rivadavia 3038. Y fue de tal forma por los temas que se desarrollaron en la prolongada reunión, pero además por circunstancias externas, podríamos significar. 

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El eje de lo emotivo, se centraba de antemano, en la renuncia presentada por la edil Liliana Rizzonelli, por acogerse a su jubilación como docente, quien será reemplazada en el Concejo por el abogado Juan Sánchez. Su familia le hizo el aguante desde temprano. Sin embargo, mis amigos, las cosas derivarían también hacia otros tópicos impensados. 

Por un lado la irrupción intempestiva de las personas, en su gran mayoría mujeres jóvenes, que venían marchando desde el Paseo Mendía por la desgraciada muerte de la señora enfermera María Luján Riva de Neira, como informa este diario on line en notas aparte. 

La presentación compulsiva se dio, pues, en plena sesión y cortó por varios minutos el temario prefijado. Las quejas de las manifestantes  surgieron primordiales, en contra de la Consejera Escolar Liliana Busto, del “Frente Cambiemos”, a quien dispusieron como una especie de “encubridora” de un individuo de apellido Luna, sindicado como presunto abusador de varias menores de edad.

En tal sentido, la puerta de las acusaciones se abrió a su vez para todo el equipo del Ejecutivo e incluso para el edil José Arguiñena por sus declaraciones recientes en Facebook, por las cuales pidió disculpas en la asamblea anterior. 

Se vivieron momentos de suma tensión, ante el silencio de los concejales y los flashes fotográficos de los medios. Luego el Presidente del Cuerpo, Bruno Cenizo, dialogó con las chicas más enfervorizadas, buscando la calma en medio de las llamas ardientes. 

El hecho en sí de la cobarde agresión y posterior fallecimiento de Riva de Neira, este mismo jueves por la mañana, cubre otra ocasión más a Olavarría de sombras chinescas y de profundo dolor y resentimiento en contra del Estado, aunque es obvio que son muchos los concejales que han venido repudiando la violencia de género, e inclusive está “al caer” la integración de una Comisión específica en el mismo seno del Concejo Deliberante nuestro. 

Cuando las aguas parecían haberse suavizado, el edil Mario Gregorini, sufrió una descompensación que alarmó a propios y extraños y fue derivado a una clínica cercana. 

Accidentes que pospusieron la batería del Orden del Día que se centró, no obstante en destacar la plenitud demencial de la inseguridad existente en esta ciudad, a través de un pedido de informes de “Cuidemos Olavarría”. 

El edil Eduardo Rodríguez, aró el terreno con cifras demoledoras y sintetizadas: “Han ocurrido más de 50 hechos en las últimas semanas. Muchos han naturalizado el no hacer la denuncia por temor a la pérdida de tiempo que ella generalmente implica”, resaltó el político a la vez que fue deshojando la descripción de delitos acaecidos. 

Introdujo el ítem de la muerte de Riva de Neira y se trasladó sin pausa hacia los 6 móviles policiales que llegaron un 9 de marzo de 2017, pero que nadie sabe bien dónde están hoy. 

Criticó de paso el asunto del número telefónico 911, que “todavía funciona en Mar del Plata”,  y le pegó duro al abandono del “0800 DROGAS NO”, que al entender de Rodríguez, “está inoperable”. Lanzó una estocada por los “policías que egresan de la Escuela aquí, y son destinados a otros distritos”. Y auguró una pronta visita del señor Daniel Borra al HCD “a explicar la realidad de su área”. 

Carolina Espinosa, desde la vertiente oficialista, esbozó un “acompañamiento al Proyecto” pero no coincidió para nada en los lineamientos del diagnóstico rodriguista. “Presentaron este pedido de informes el 3 de mayo. ¿Por qué no lo hicieron antes?”, inquirió y anexó sin inmutarse: “La cuestión del destino de los nuevos uniformados no depende de nosotros; es una decisión provincial que se toma en base a la densidad poblacional”. Y contó su experiencia en haber viajado a La Plata a dialogar con referentes a propósito de este tópico tan sensible. 

Y se despachó con una severa diatriba en detrimento de su colega preopinante. Y sacó a relucir el concepto moderno de “postverdad”. 

Rodríguez blandió el inalámbrico para resignificar sus términos vertidos con anterioridad: “Hace falta salir a la calle. La gente en la calle está mal por la inseguridad que la circunda”, subrayó convencido. Acto seguido se votó con aprobación unánime. 

Por Mario Delgado.- 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho