Opinión
¿Hemos evolucionado?
Meditando sobre el 1° de mayo, Día Internacional del Trabajador, hemos de interpretar que, en rigor de verdad, la evolución tecnológica desatada en los últimos tiempos, no ha ido de la mano con una idéntica relación con los derechos de los obreros.
O sea, mis amigos, la carrera es dispar. O, si ustedes prefieren, se corre diariamente por distintas pistas. Con la conclusión más desafortunada, desde el punto de vista humano: los que trabajan, en múltiples áreas, vienen detrás. Siguen perdiendo posiciones.
Hemos adelantado en máquinas, en rigor automático, mas no alcanzamos el disfrute en el ámbito de los distintos rubros que no la pasan del todo bien.
Hete aquí un ejemplo bien didáctico lo pone de manifiesto lo señalado el jueves 28 en la Segunda Sesión del HCD local por los ediles Alicia Almada de “Unidad Ciudadana” y Marcelo Latorre del “Frente Renovador” en tanto a una investigación “in situ” de una cantera que opera en la Ruta Nacional 226, Kilómetro 286 de nuestro distrito.
Mediante un pedido de informes, resaltan los concejales, los modus operandi tétricos en que la empresa “MINERAR S.A.” sume a los transportistas que van a cargar allí.
Surge todo a raíz de una espectacular voladura de cantera, efectuada el miércoles 18 de abril, que ocasionó daños materiales de consideración en los camiones dispuestos en el sitio.
A más de uno le dañó parabrisas y puertas. Incluso hubo un caso tomado como testigo por la edil Almada, la cual describió que: “Una piedra del tamaño del jarrón de agua de los taquígrafos aquí presentes, penetró en la cabina de un camión. Por suerte, su conductor no se encontraba sentado en la unidad, sino los resultados hubiesen sido de lamentar”.
Se contaron a su vez, por parte de los dos ediles citados, las penurias a las que se ven adscriptos los camioneros. Cuitas varias y casi rayanas en la esclavitud que se supone está superada. Pero vayamos al grano: “No tienen sanitarios acordes. Vimos dos baños químicos en desuso y muy sucios. Imposible utilizarlos. No cuentan con servicio de gastronomía tampoco, sobre todo para aquellos que deben permanecer algunos días esperando el turno correspondiente. No hay duchas ni mucho menos. Y, si quieren beber un modesto vaso de agua, desde la empresa se los ceden…previo pago de $ 10”.
Una poco sutil brutalidad, mis lectores queridos. Más pensada para otras etapas de la historia que para las actuales. Sin embargo, esto acaece acá nomás, a la vista de quien desee observar. Por supuesto que habrá que añadir un rosario de irregularidades a las que tal compañía se aviene.
Si en tal sentido, el edil oficialista Juan Ignacio Fal, sopesó la situación y cargo tintas contra la minera, puesto que las normativas están para obrar en consecuencia. No obstante, es un mar de operaciones fuera de lo estipulado. Fíjense ustedes, pues, como de una acción imprevista, como fue esa loca voladura mayor a lo que se estila, aparecieron concatenados lazos impúdicos que atan a los pobres laburantes del volante.
Un botón basta para muestra. Aunque ahí nomás, esa misma noche, se rompió un segundo dique y salió a la luz la precariedad de los trabajadores del “Matadero Municipal” que, según sus versiones, “no cobramos desde hace dos meses”.
Con el plus que en el medio hubo un cambio de patrones y hasta ahorita mismo, del dinero, “naninga”. Y, lo que abre el grifo del dolor y la preocupación es que “nadie se hace cargo de nuestro drama”, subrayaron los operarios en el recinto de la calle Rivadavia 3038.
El Municipio estaría entregándoles un subsidio hasta que se comience a trabajar allí con normalidad.
Y así podríamos entorpecer vuestra paciencia y contabilizar otros casos puntuales de abusos laborales y precariedad. Pero basten estos dos dibujos para comprender que el cuadro posee defectos que hay que corregir rápido. En aras de los derechos de los obreros, y de la mismísima dignidad humana, por qué no.
Calvarios para mencionar, insistimos, existen a pilones. Roguemos que se reviertan ciertas realidades nefastas, y que esta conmemoración sea el puntapié de esos logros que aún faltan obtener en las vitrinas de los que se ponen el overol cada mañana.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-