Las tres
Cristina Santillán: la razón de la sin razón
Los rostros denotan la vida de la persona en cuestión. Son un espejo, un fiel reflejo de la existencia que se ha llevado. Los rasgos no mienten, no fantasean. Por tal motivo, mirar el dolor, el cansancio el agotamiento de siglos en la cara de la señora enfermera Cristina Santillán, opaca cualquier comentario y nos puede dejar, incluso, perplejos o directamente mudos.
No hay maquillaje moderno o ancestral que tape sus tristezas acumuladas por más de cuarenta insidiosos años. Los almanaques se atropellaron en su piel.
Tal vez de no ser por sus dos hijos varones y la nena, tal vez de no ser por su trabajo que tanto amó, el peso de la tosca cruz que cargó, hubiese sido aún más hiriente. Pero los instantes de alegría, los sueños de felicidad junto a su hombre de siempre, Ricardo Orlando Hernández, se diluyeron día a día, cual gota de límpida agua en la diestra.
Mutó el “Príncipe Azul” de las historias rosas en un degenerado monstruo de películas “Clase B”. Un amigo para el resto, un golpeador incontrolado para su mujer.
Típico caso de silencios compartidos sólo con la almohada y la vergüenza y el temor que se va anidando y unos retoños que crecen en un ambiente de porquería, naturalizando la violencia impulsiva de un marido y padre de una familia agrietada.
Alguna mañana, mientras ejercía su profesión en el Hospital “Doctor Ángel Pintos” de la tribunalicia ciudad de Azul, Cristina pensó para sí que todo aquello no era más que una pesadilla, producida por su fértil imaginación. Y sonrió para sus adentros. Ella lo amó al imbécil de su marido y mucho. Sin embargo, al retomar contacto con su hogar, descubría azorada que ya no era un dulce refugio amoroso, sino más bien un nido de pesares cada vez más frecuentes e insondables.
Pedir explicaciones es un ejercicio idiota. El mal es mal y punto. Importan los hechos, no tanto los por qué, sobre todo claro, para el “padeciente” de insultos, puteadas, humillaciones y golpes.
Cuatro décadas y una salud a la miseria. Una psiquis tocada también por la tempestad del malévolo personaje que se ubicaba a su lado en la casa de la calle San Martín 1.339 del barrio Villa Piazza Centro. Una noche su cerebro exigió que actuase confrontando a su verdugo impúdico.
Un hacha cantó una oda infernal. Rompió huesos en la cabeza del sujeto. Era el 5 de septiembre de 2.014. Su peregrinar por la sala de ultratumba del sufrir permanente, no concluiría tampoco allí.
“Lesiones leves” fue la primera carátula. El hombre no falleció en seguida, se recuperó y culminó su negro, su perro paso por la tierra en un geriátrico, abandonado de cuidados, de afectos mínimos. La parca se lo engulló y otra vez el río de lágrimas para Cristina: “Homicidio agravado por el vínculo”, gritó la Justicia y a volar con las búsquedas de la verdad.
Cientos de almas solidarias se han aglutinado alrededor del domicilio de la mujer, para solicitar su libertad, ya que Cristina está presa en su casa.
Los días 22 y 23, se desarrollará el Juicio por Jurados y son muchas las almas en vela que la asistirán desde dentro o fuera de Tribunales. Porque consideran que es ella una víctima emblema de violencia doméstica. Porque creen a pie juntillas que es portadora del carnet de “pobre” que, más de una ocasión, justifica dolencias en el espíritu de quien lo porta.
Cristina Santillán, que vino al mundo un 3 de julio de 1.958, hoy tiene en su haber la desolación de miles de mujeres que han soportado idéntica cárcel; los barrotes del presunto “macho polenta”, cobarde e insípido que solamente se siente viril, golpeando a lo más sagrado de la vida en sí: a la mujer que lo acompaña como un lazarillo fiel.
Por Mario Delgado.-
Las tres
Paradigma de desprolijidad
Las puertas de la Sociedad de Fomento “12 de Octubre” permanecieron abiertas durante toda la reunión la noche de este miércoles 8. Todo un símbolo, si se quiere buscar ejemplificar, porque también se abrieron las alas de las discusiones, de los contrapuntos y de las genuinas desprolijidades a la hora de definir con precisión, cómo encarar el acto comicial para reemplazar a la actual conducción federativa.
Se dio pie, resultó evidente, al más auténtico espíritu de libertad de expresión, aunque ningún referente abrió la boca para señalarse a sí mismo, cual sugerente candidato a suceder a la señora Élida Saizar, que dijo llevarse “lindos recuerdos” de su paso por la Presidencia de Federación, aunque tiempo más tarde, se permitió no obstante acusar a ciertos colegas, a los que no citó textualmente, de “no haberle permitido trabajar con comodidad”, para entre otras cosas, “cambiar el Estatuto”.
La líder se irá sin lograr algo que anheló con ahínco: la unidad del universo fomentista. Utopía si las hay, mis amigos del alma, ya que al menos, se rumorea que serían tres o cuatro inclusive, los postulantes al cetro de la entidad cumbre del fomentismo local.
Las voces se iban incorporando al debate sin pausa, agitando la nocturnidad. Ante una proposición, se dictaminaba un sí discutido o un rotundo marco de oposición. Con pases de factura incorporados.
Como las entidades de bien público reconocidas son limitadas, se bifurcaron los senderos de acceso al voto. Y como otros vericuetos reglamentarios, opacaban a algunas instituciones socias, sobre todo nóveles, se fue corriendo el velo para facilitarles la visión más promisoria.
Se habló con furia de los “que no vienen nunca pero sin embargo, pagan las cuotas y votan como si tal cosa”. Entonces otra vez la zaranda, separando opiniones y los minutos que demarcaban un espacio de chicanas y búsquedas infructuosas por momentos, de consensos que se yuxtaponían casi a pleno y al unísono.
Hasta se dibujó la parábola sentida de la diferencia existente “entre la letra y el espíritu del Estatuto de la Federación”. Se mencionó en otro tramo a las “concesiones que siempre hemos hecho en esta gestión” para alcanzar medianos objetivos.
Algunos dirigentes sorbían su recelo. Otros no disimulaban su encono. Los más mesurados, iban por el carril de resolver la cuestión antes de que avanzase aún más la noche.
El 15 vencerá el plazo para regularizar instituciones. Cada Junta Vecinal o Sociedad de Fomento, pondrá dos Delegados; uno de los cuales sufragará, el segundo, no. El 27 será el día para presentar listas con once miembros cada una. Cuarenta y ocho horas después, se aprobarán o impugnarán las nóminas. Y el 30 a las 20 horas, habrá una reunión de carácter informativa, dónde se espera, los oferentes cuenten sus planes. El 4 de diciembre, se votará en Yrigoyen y Calle 13 desde las 20:30 horas.
La reunión picante terminó abruptamente luego de que el representante de “Mariano Moreno”, pusiese ante sus pares su filosofía más frontal: “Todo esto tiene su razón de ser porque no han podido distinguir un candidato único. Por eso es este lío. No hay puntos claros, no se dice que carajo quieren hacer con Federación”. José Veyrand sin anestesia, arrojó otra dosis de vacuna contundente: “Juegan a ver quien la tiene más larga”. Acto seguido, se levantó todo el mundo y en la praxis, culminó la formal reunión.
Para Walter “Pano” Vega, que posteriormente habló con este cronista, la disyuntiva no es materia nueva: “Hace tres años que yo vengo proponiendo el cambio de Estatuto y no lo hacen”. Y remachó el clavo sin piedad: “Hacen los encuentros mensuales los días en que yo no puedo ir porque cuido a mi hija”.
Otros dirigentes se han mostrado atónitos y desean que “ojalá no haya una nulidad total o parcial de lo que se actúe, porque la desprolijidad es inmensa”. Temerosos se encuentran de que la “Municipalidad puede quebrantar lo aprobado y el modus operandi elegido porque no se basó el método seleccionado en lo que expresa la letra estatutaria”.
Los cortinados apenas bailan a sazón del viento. Recién se anotó el prólogo. El libro todavía está en pañales.
Por Mario Delgado.-
Las tres
¿El condimento justo?
Se disponen movimientos intensos y replicados en distintos barrios del partido de Olavarría. Se trata particularmente de una sincronización de solicitudes al Estado: que resuelva cuanto antes, la malsana problemática de la inseguridad.
Se disponen movimientos intensos y replicados en distintos barrios del partido de Olavarría. Se trata particularmente de una sincronización de solicitudes al Estado: que resuelva cuanto antes, la malsana problemática de la inseguridad.
Es curioso, no obstante, pero al mismo tiempo alentador, el conglomerado vecinal levantado en torno al asunto, sin importar distancias.
Venciendo temores lógicos, por lo tenebroso del tópico, sobreponiéndose a perplejidades, haciendo espacio para establecer reuniones y pensando en una agenda que sobresale también del punto especial que los convoca.
Da la impresión, mis amigos, que la delincuencia ha tensado en demasía la cuerda y la gente ya no quiere vivir penando por cuenta y orden de unas pocas almas descarriadas.
Los robos y hurtos se han multiplicado por estos días primaverales en varios sitios lugareños. De modo tal que la impaciencia cundió y devino en la inmediata salida del closet de pacíficos hombres y mujeres que se aúnan con un criterio común: peticionar mayor presencia policial en sus zonas.
El barrio “CECO”, el “Bancario” y el tradicional “San Vicente”, son apenitas algunas expresiones de esta visibilización de todo el pueblo oprimido por las cuitas que les imponen los fuera de la ley. O parte de él… Porque, convengamos, que todavía falta más por ver.
Ante el avance despectivo y despiadado de personas dedicadas a sustraer lo que es de otros (En la mayoría de los casos, hay menores involucrados en los sucesos tétricos), y frente a una carencia real de respuestas rápidas y efectivas, los vecinos se han colocado el overol, impulsados por la necesidad de ser oídos y atendidos con prontitud sus anhelos.
En algunos casos, la inactividad de las entidades barriales existentes, ha prácticamente obligado a los habitantes a salir presurosos a la calle.
Si el supuesto referente institucional no actúa, o directamente brilla por su ausencia, no quedarán opciones diversas; al contrario, las manifestaciones “autoconvocadas”, tomarán la posta convenientemente y atraerán hacia sí a la Policía y a la Municipalidad, para en principio conozcan de primera mano la temática y luego, demandar de ellos un auténtico compromiso.
Los diagnósticos ya huelgan. Es tan común elaborarlos. Es instante de dar soluciones sin titubeos. La basura no puede ponerse sobre la mesa. Si esta ecuación muta, las consecuencias son denigrantes.
Es verdad que la ciudad que habitamos ha crecido. En tal sentido, es comprensible intuir que cada vez aumenta más, el trabajo de los uniformados. Y, en ciertos aspectos, tienen razón aquellos que sostienen que “los servidores del orden se ven desbordados dos por tres”.
No obstante, y con tal marco de fondo, es interesante subrayar que los Jefes policiales y los encargados comunales de la seguridad pública, no esquivan la responsabilidad y se mantienen acordes con las circunstancias tan cruciales.
Más policías patrullando por las cuadras, mayor transitar de los móviles y el anexo de las motos, son medidas tomadas en concreto y con la velocidad solicitada.
El cambio de guardia de la Policía Local, trajo dramas en un barrio. Corregir ese intérvalo de soledad, ha sido otra acción dispuesta. Lo que habrá que acotar en este contexto, es sencillo: la vecindad quiere que todo este andamiaje colocado en aras de atacar a los impíos, permanezca en vigencia, que no sea una excelsa medida… pero esporádica.
Los métodos de los “cacos” se van modernizando, utilizando toda una batería de estrategias para lograr operar sin incomodidades imprevistas, haciendo laburos previos de inteligencia, con señales, pintadas y todo tipo de recursos.
Será menester confrontarlos con el definitivo destierro del concepto neurálgico tan usual en épocas obscuras del país. Habrá que prescindir del cruento “No te metás” y ser guardianes de la cuadra, avisando enseguida ante el mínimo desplazamiento extraño. Que nadie se sienta excluido de esta cruzada pro vida. Y que tampoco nadie salte a la yugular con ínfulas estridentes de garantismos estériles que nos han llevado a la cima del dolor.
Por Mario Delgado.-