Opinión
Sociedad de Fomento “Hipólito Yrigoyen”: empezar de cero
Ya el arranque estuvo precintado, éste lunes 19 a las 18 horas, por la imposibilidad de concretar la respectiva Asamblea de “Hipólito Yrigoyen” en la propia sede, como hubiese sido correcto, luego del rimbombante período de intervención municipal.
Ya el arranque estuvo precintado, éste lunes 19 a las 18 horas, por la imposibilidad de concretar la respectiva Asamblea de “Hipólito Yrigoyen” en la propia sede, como hubiese sido correcto, luego del rimbombante período de intervención municipal.
Tal incomodidad se suplantó haciendo la reunión vecinal en el Territorial 4, a la vuelta de la edificación fomentista. El drama se centraba en la inviabilidad para hacer la convocatoria en la derruida sede yrigoyenista, que sin luz, sin sillas y con la puerta cerrada, fue mudo testigo no obstante, de un reverdecer dirigencial, que nace con ansias de revitalizar lo que otrora fuese la entidad de la calle Estrada.
Al acto concurrieron la Directora de Relaciones Institucionales del Municipio, Laura Sequeira, el Sub Secretario de Gobierno, Hilario Galli. Por “Federación” se hallaban Petty Mapis, Sandro Salías, y Gabriela Aguilar y también estuvo el dirigente de “Juan Martín de Pueyrredón”, Mariano Ciancio, como así un nutrido número de personas del barrio.
Luego de hacerse las observaciones de rigor, quedó consagrada la única lista ofrecida al público, compuesta de la manera siguiente: Presidente: Daniel Ramírez; Vicepresidente: Jorge Iglesias; Secretaria: Milagros Medina; Pro Secretario: Daniel Benito; Tesorero: Emannuel Durante; Pro Tesorero: Rubén Bonifacio; Vocales Titulares: Analía González, Livia Vivas y Carina González; Vocales Suplentes: Edith Gómez y Enrique Maguna.
El panorama descrito por el emocionado novel líder barrial, Daniel Ramírez, es ambivalente: por un lado muestra la faceta del pasado cercano, y por otro observa con la óptica del entusiasmo lo que vendrá: “Tenemos que arrancar de cero”, precisó y agregó: “nos hemos encontrado con un cuadro desolador, con las instalaciones derruidas. El sábado, cuando vinimos para hacer funcionar el merendero, nos topamos con un calefactor roto, conque no han quedado sillas, han roto una puerta y no tiene luz la sede tampoco. Pero tenemos ganas de poner en marcha la sede, de proyectar con los vecinos”.
Cabe destacar que en ningún momento se apersonó el señor Julio Castañares, autoridad que comandaba la casa fomenteril, antes de la intervención acaecida medio año atrás. Extrañó bastante a vecinos y referentes entrantes, que no hubiese ido Castañares a abrir la puerta grande de la institución que alguna vez, impulsara el desaparecido Omar Iturregui.
Luego de las formalidades, de las rúbricas y de aclarar ciertas dudas, sobre todo con relación a quién se hará cargo de los gastos inherentes a reparaciones y reposiciones, todos se dispusieron a llevar a cabo el inventario in situ.
La Comuna quedó en absorber costos necesarios para volver a transitar como es menester la actividad cotidiana. Un poco más tranquilos, luego del estridente: “¿Quién se hace cargo de las roturas?”, sobre todo de las que han devenido en tiempos de la intervención, la gente marchó hacia la puerta de acceso a la Sociedad de Fomento.
Allí devinieron minutos penosos y escabrosos: sin llave, con una ventana que había sido forzada previamente y se abrió chirriante, y con los bostezos de la oscuridad espectral, fue una odisea organizar cualquier relevamiento del interior del sitio.
Más allá de tanta inquietante perspectiva de origen, los ánimos “están firmes. Hay mucha gente con ganas de trabajar”, subrayó Ramírez, quien sostuvo además que: “El jueves 22 a las 19 horas, haremos una reunión con las asociaciones que laburan en nuestro barrio y, por supuesto, con los vecinos. Queremos hacer cosas en común, respaldando a quienes desarrollan diversas acciones aquí”.
La desolación, los malos tragos, la bulliciosa intervención, han ido dejándole espacio a los embrionarios movimientos de la flamante Comisión Directiva. De aquí en más, deberán contar con el apoyo de sus pares, para reinsertarse como casa de promisoras ideas comunitarias.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-