Opinión
Un espacio seguro
Aminorar la marcha cotidiana y mirar en derredor, puede ser una tarea afable o decepcionante, según la óptica del lente respectivo.
Se han hecho cosas y se prometen otras desde la órbita del Palacio San Martín. La gente de a poco, debiera ya irse habituando a esta nueva impronta de una Administración que lleva en su puesto de mando seis meses y fracción.
Sin embargo y no es casual, mis amigos, las expectativas van superando a las realidades palpables. O sea, los anhelos son más fuertes que los cumplimientos de promesas electorales.
Es evidente que las grandes obras eseverrianas, son cosa del pasado. Hoy se trabaja en otra dirección. Aunque todavía quedan espacios por cubrir, sueños que hacer verdad para cientos de vecinos que entran en la categoría de auténticos postergados.
Desde los cráteres lunares de calles del distrito, que requieren una reparación inmediata o mediata al menos.
Un ejemplo para divisar con grandes ojos, son los pozos ruidosos y preocupantes de la calle Azopardo, entre Independencia y San Lorenzo. Aunque vale decir también que está en vigencia la posibilidad que operarios municipales vayan cumpliendo con la asignación pendiente en breve plazo. Así incluso, mis lectores, lo amerita la situación.
La no concreción de más reuniones del “Gabinete Itinerante”, causó impactos disímiles: por un lado, quedó una especie de “vacío”, ya que se había instaurado una novel tónica de oír la voz oficial y, al mismo tiempo, los concurrentes a esos coloquios, poseían la puerta franqueada para manifestar su petición, actitud muy ensalzada sobre todo en diversos lugares, por la originalidad del intercambio de opiniones.
Por otro sector, la cuestión sembró ciertas dudas y conjeturas sobre las causales de tal decisión. Algunos percibieron un pequeño desgaste que se iría produciendo en la figura del Jefe Comunal y se cesó con el deambular por barrios y localidades. De todos modos, la mayoría ciudadana apenas percibió el ítem. Hay mucha vecindad que no vive el día a día político vernáculo y esto también es una veracidad inobjetable. Una pena, sin dudas.
Hacia adentro del bloque de concejales de “Cambiemos”, la onda expansiva es notable, si se queda uno atento a gestos y a muecas de los protagonistas.
Los concejales del PRO se vieron obscurecidos por el Presidente de la bancada, quien prácticamente no dejó que ellos aportasen apenitas algún “bocadillo”.
Claro que los radicales, a su vez, explotan por la ultra defensa ofrecida por el arquitecto Ernesto Cladera al Intendente y a sus vetos tan cuestionados y polemizados en estas últimas semanas.
Las consultan suelen elevarse al aire cementero de la Olavarría que compartimos. ¿No se supone que tendría que existir un mayor diálogo, entre los componentes de ambos poderes? Y ¿por qué el señor Alcalde insistió con los vetos, aún después de charlar con dirigentes del partido aliado, o sea UCR?
Y otra tesitura de ímpetu se palpita hoy con la aparición de nombres de referentes peronistas que toman posesión del Gobierno municipal.
Se habla en círculos determinados de “peronización” del oficialismo o, en todo caso, de una presunta “pata peronista” que se entromete, que se interpola con la propulsión propia que se trata de ir construyendo.
Si bien parece para varios, algo atípico o raro, no es tan disparatado el vuelo del pájaro, ya que se irá dando una necesaria revisión en las filas justicialistas, teniendo en claro que el kirchnerismo está en vías de extinción. Quien todavía no lo comprenda así, ya lo terminará haciendo prontito nomás.
Además, la “mano derecha” del abogado Ezequiel Galli, Intendente local, el doctor Jorge Larreche, es de reconocida extracción peronista. Entonces, si se atan cabos convenientemente, los eslabones de la cadena se unirán con más sencillez.
El primordial problema lo tienen por estas horas, no obstante, amigos, aquellos que no encajan, que no dan con el perfil, que no pisan en un espacio seguro.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-