Opinión
Opinión: Volver a empezar
La corriente eléctrica que pretende encender la batería del motor de la Federación de Sociedades de Fomento y Juntas Vecinales, está recorriendo el aire expectante de los ámbitos barriales.
Se levantará sin lugar a dudas, un nuevo estandarte a partir del momento mismo de la asunción del próximo Presidente, cosa que deberá darse, de acuerdo a lo estipulado, en la noche atrayente del 26 del corriente, allá en instalaciones de la “Juan Martín de Pueyrredón”.
Claro que en este “mientras tanto”, los tambores resuenan impetuosos. Y razones hay, mis amigos, y varias en rigor de verdad. Aunque quizá la más rimbombante tenga que ver, nada más y nada menos, que con un ítem sobrecogedor e inquietante.
Y el “parche en el ojo”, el tema candente y alarmante para algunos fomentistas, transcurre por un impresentable andarivel: ¿por qué hay cinco listas a la sazón, cuando contamos con solamente quince entidades habilitadas para votar?
O sea, lectores míos, el preludio de la ópera es caótico. Hay dirigentes muy conmovidos que no se “tragan” semejante número de postulantes, ante una oferta empero reducida, insistimos, de votantes autorizados.
Entonces no ha faltado la exhortación, el llamado a tiempo a la reflexión, la solicitud urgente de un encuentro previo de fundamental magnitud, en un espacio neutral, para cristalizar una decisión “salomónica”.
Los días previos quedarán atrás y la hora señalada irá arribando, febril por cierto. Pero imperativo podría ser acordar un nombre, consensuar posturas con antelación. Y, de paso, conocer también la carpeta de proyectos que éstos referentes candidateados, se presupone, han de esbozar para poder seducir a sus colegas.
Es que ¿tantos caminos distintos pueden transitarse en un distrito como el nuestro? A priori debería entenderse que cada quien no concuerda con el otro y por tal motivo, optaron por poner su apellido en la nómina.
Aun así, las cuestiones tendrían que zanjarse, a la mayor brevedad, y convenir un futuro promisorio para una “maternidad” que llegará sí o sí, porque la entidad cobijadora, parirá un novel comienzo, una esperanzada patriada en pos de revitalizar aquellas viejas glorias “fomenteriles” recordadas por los más veteranos y anheladas por los jóvenes que sólo han observado padecimientos y distracciones que han hecho que el carretón cargado de propuestas, no alcance nunca su destino.
El “talón de Aquiles” de la institución mayor se posa hoy en la falta de un liderazgo auténticamente independiente, que sepa conciliar pero que, sin peleas desgastantes, pueda ir obteniendo resultados favorables para los barrios y entidades asociadas.
Tiene que ser un hombre o una mujer con carisma. Con precisión, con autoridad y con voluntad inquebrantable. Con excelente diálogo con el Municipio; mas no servil del mismo. Que se ubique y que sea ejecutivo.
Que modernice a la alicaída Federación y le coloque alas. La Federación estaría entonces en condiciones netas de volar, de hacer otras cosas aparte de reclamar y golpear puertas: podría dedicarse a actividades sociales, culturales y concebir otra dimensión más ágil y contemporánea de la digna y paciente obra fomentista.
Eso y cuantas obras más. Un paquete amplio, un tapiz por pintar. Ideas sobran en algunos, en otros las proyecciones van por otro carril. Por tal razón, esa “cumbre” de los venideros días, es una luz encendida, una voz de alerta que resuena en el desierto sin agua que en estos minutos y, lamentable es afirmarlo, es la Federación.
Y si no cuenta con claridad supina la “mamá” de las demás, nadie se asombre después por equis causas. Todos los ríos abrevan en la mar, eso ya es fácil de asimilar. Ojalá también los amigos fomentistas, miren hacia adentro y antepongan intereses colectivos a los personales y de una vez y para siempre, emerja una conducción con iniciativas y con un margen propicio de respeto y apoyo de sus pares para abrir la puerta grande.
Las trabas son demasiadas. Esta es también una gran dicotomía. No es un jardín por regar, es una lucha continua. La eficiencia, el tesón y sobre todas las virtudes, la pasión por lo que se hace, son recetas para que revise con minuciosidad quien sea elegido, quien sea proclamado líder.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-