Opinión
Despertad, por favor
¿No les parece a ustedes, mis pacientes lectores, que ya es tiempo de actuar en lugar de ocuparnos tan solo de simpatizar con teorizaciones del proceder de la queja, sin tomar acciones directas?

El círculo maléfico parece cerrarse, indómito, entre negocios espurios, terrorismo de gobierno, un avance inadmisible del sionismo internacional, una inoculación total del miedo, y las constantes amenazas que contemplan la sujeción a ultranza de todos los pobladores de este bendito país, eclipsado hoy por tanta indolencia explícita.
Las instancias no son juego de niños, ni tampoco esferas para minimizar: están corroyendo a su alrededor y buscando títeres para con deleite único, devorar.
Hablar ahora mismo de una implosión tajante y certera de un Nuevo Orden Mundial, no debiese sorprender, aunque sí, inquietar lo suficiente a las mentes lúcidas que todavía sostienen la firme proposición de salvar el barco de un inminente naufragio. Pocos. Pero los hay, con los ojos abiertos y oídos atentos frente al dilema jezabélico que se ofrece poco sutil.
Mas no solamente con un plan orquestado y pre organizado internacionalmente, pretenden los cancerberos del infierno, hacer temblar a la sociedad; también desde adentro consumen las energías. La prolongación in eternum de la inviable Deuda Externa, es otro elemento envenenado y letal. Y persistente.
La excusa de la pandemia de Whujam sirvió a muchos a nivel mundial. Esta nación no resultó la excepción. Con un estándar de manejo increíble y poco profesional, desde luego, con contradicciones y sendas mentiras, el unicato central, obtuvo parte de lo que se propuso, sin oponentes de fuste, porque, salvo pequeñas afrentas, no sufrió demasiado. Hasta que empezó a destaparse la olla de los engaños, claro.
Lanzaron a la calle millones de planes más y soltaron presos. Predicaron el “quédate en casa”, mientras los líderes hacían otra cosa. Literalmente, otra cosa, desafiando la credibilidad de la sociedad ilusa y mansa que, dicho sea de paso, aguantó más de lo debido. Con creces.
O con intolerable mansedumbre, tal vez. Irrita ya, a esta altura, la desidia y genuflexión del pueblo argentino que no reacciona. Que no se une para sacar verdad de la constante inmundicia.
Las vacunas contra el virus chino fueron sin lugar a dudas, una reverenda coacción agravada. Sumada ya a la terrible inconstitucionalidad manifiesta de las cuarentenas eternas y estériles.
El Estado no obligaba – ni obliga – a inyectarse las dosis, pero aún así, te marginan si no estás vacunado. Ni citar el famoso e irrespetuoso “Pase Sanitario”, otra sujeción loca e impía del sistema.
Nada podés sin vacunarte. Ni circular con libertad. Libertad expresa en la Carta Magna. Pero la mugre gana terreno y tiempo a la vez. En medio de las ovejas del redil sin pastor ni guía. Y no nos debemos olvidar ni por un minuto, del famoso cartel exhibido en algún instante: “Obediencia o Muerte”. Frase bien reflejada en conductas exigidas por el Gobierno y por sus acólitos dependientes, incapaces de mantener una opinión propia, so pena de ligarse un feo escarmiento.
Todo cerrado. Menos la puerta para ir a pagar tasas e impuestos. Marionetas perversas al servicio del experimento planetario que demostró algo: con temor en las venas, la gente pierde cojones y ovarios. Meté pánico a la muerte y se terminan los pretendidos machotes. Una falaz apuesta que tuvo por estos lares sureños, un balance terrorífico, con más de 120 mil muertos sin sepultura.
Una vergüenza que permitió, no obstante, el velatorio de Maradona, la Fiesta del 17 de Octubre, o las manifestaciones aborteras, en lugar de defender la vida humana, tan en jaque. Y acá ni mencionar la multitud acompañando a Orifici. Contraindicaciones payasescas. En un contexto de miedo, miseria y gente sin trabajo y sin ver a sus seres queridos.
Corruptos de pésima ralea a disposición del ensayo universal. Sin embargo, las lucideces que existen, que no fueron sepultadas por el vocerío de la genuflexión ultrajante, tienen que erigir su cabeza. Ya no se puede beber tan livianamente de este cáliz.
DIGNIDAD solo eso se precisa. De una bendita ocasión. DEJAR EL TRAJE DE ESCLAVOS y salir por los derechos bien ganados. Sin palos pero con las manos blandiendo la auténtica bandera nacional.
Si estás asqueado de tanta basura servida en bandeja, ¿por qué continuar con la pasividad de las ovejas, llevadas al matadero?
Por Mario Delgado.-

