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Opinión

Anotarse acá

Los intrépidos nostálgicos del querido fomentismo de otros tiempos, recuerdan si uno se pone incisivo, horas de unidad, aún frente al disenso creativo, porque se advertía un sesgo común de unión entre pares. Y, en ocasiones, al concluir la reunión mensual, se conversaba largo rato distendiendo el ambiente, como si nada.

Eran, sí, a la sazón, instancias ya memorables; en la actualidad, inexistentes. Aunque se difiera también en fijar una fecha tentativa, en la que se originó la debacle, se concluirá, no obstante, mis amigos del alma, en que algo siniestro circunda el planeta noble del ser fomentista de corazón. 

Los actuales vientos balancean a los dirigentes y la zaranda impiadosa incluye o excluye, de acuerdo a la ocasión. O a la circunstancia pragmática. Y son varios los vectores que inciden en las distancias que se toman, unos de otros. A veces con rencillas intestinas anexas, otras oportunidades un poco más disimulada la cuestión; mas con la barrera divisoria entre colegas. 

O sea, con mayor o menor diplomacia, el universo fomenteril se concibe divorciado, sin un viso mínimo todavía de probable reunificación sustancial. Tal tragedia, va dando tela para cortar, sustento a habladurías y comentarios de café. Cada uno con ciertos argumentos de solidez o respaldo en la práctica. Pero no deja de ser un auténtico drama, perjudicial por qué no, para el mapa fomentista en general. 

Los errores de gestión de algunos dirigentes, las limitaciones de la entidad, la carencia de sede propia, los pasos caminados en contra o a favor del oficialismo de turno, las influencias externas, las apetencias personales, los egos desproporcionados, la intromisión de la política partidaria expresa, las intenciones de usar un cargo en la Directiva del barrio como trampolín político, son apenas algunas de las excusas validadas al instante preciso de reconocer la desgracia del momento. Nada es casual ni se arribó a este aeropuerto por distracción. Aunque tal vez recién al ver el panorama tan oscuro, haya quienes se lamenten y anhelen de verdad, reconstruir el edificio en ruinas. 

Claro que, al margen de discusiones más o menos estériles, se ubican otros referentes que la “ven de afuera” a la crisis y dan consejos a sus compañeros sin meterse en el lodazal. Tienen sus instituciones que atender y velan por ellas. No van a salir a salvar yerros ajenos, pero son referentes de fuste y sindicados para una posible nueva etapa, más promisoria desde luego. 

No faltan los fomentistas que se quejan de haberse entregado en manos de la Comuna y no obtener por tal motivo, un trato primordial u obsecuente. Desamparados y tristes, deambulan por los pasillos de las dudas existenciales, sin avanzar y soportando a su vez, las molestas críticas de sus vecinos. 

La noche tenebrosa obra en otros que ansían febrilmente su lugar en el mundo. Entonces se contradicen a sí mismos, en aras de apuntalar tal o cual decisión que los mantenga en pie. Bailan en un cable flojo y poco sutil. No poseen coherencia ni credibilidad al correr los años. 

Un grupo compacto habla de reunirse en pos de objetivos comunes, de reactivar las tareas barriales, de impulsar nóveles sendas. Románticas iniciativas que, para otra faceta, no podría deslindarse de sospecha política. 

A todo esto, silencio de radio en relación a la “Federaciòn”. Inquietaría en otro contexto tal actitud fría, casi irreverente. Pero hoy, nada asombra. Menos cuando hay tantas venas abiertas y, entonces, la entidad madre, subyace lánguida en el imaginario de algunos que todavía le dan valor, y, por otra parte, como contracara,  ya ni se la menciona en otros recintos.

Lo concreto es, para ir cerrando esta columna, que no conviene esquivar la posición de aquél que subraya, suspicaz y risueño, un datito atrayente: el Municipio cuenta con los “porotos” necesarios para ganar la apuesta a incrédulos y conquistar “Federación”. ¿La desea realizar a tal aventura o, cual se ha expresado con antelación, no cabría tal interés para el Palacio San Martín?

A lo mejor su táctica vaya por otro lado: titularizar una organización “paralela” y sacarse de encima cualquier operatoria barrial disidente u opositora. Claro que aún perviven dirigentes contrarios al plan local.

Quien quiera ofrecer algún plan, anotarse acá.

Por Mario Delgado.- 

 

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