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Opinión

Hay divisiones en Villa Aurora

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No hay caso: las aguas permanecen divididas en el barrio “Villa Aurora”. Los oleajes meten miedo, y màs aùn, luego de la Asamblea fomentista del lunes 28, donde tomò las riendas de la entidad la esposa del Presidente saliente. 

En rigor de verdad, mis amigos, las rencillas, las diferencias sustanciales, ya tienen arraigo, puesto que desde hace bastante tiempo, un grupo de vecinos formò su propio espacio de acción social, desde donde realizan tareas de apoyo a entidades del sector y tratan de hacer visible su tesitura opositora al oficialismo fomenteril. Son los Autoconvocados de Villa Aurora. 

Es interesante descubrir cada detalle, cada apostilla,  porque las opiniones o versiones sobre idénticos hechos, despiertan siempre observaciones contrarias, dependiendo quien elabore los comentarios o aseveraciones.

Es un puente intransitable hasta ahora. Sin visos siquiera de diálogos constructivos o acercamientos conciliatorios, al menos parciales. No existe tal logro. Las oposiciones son tales que no se puede ni diagramar una zona de conversaciones, un punto libre de controversia. Un eje de comunicación, en aras de resolver el drama y tirar todos hacia un destino común. Después de todo, es casi absurdo aclarar, que son vecinos que se encuentran a diario en las calles con nombres de flores del barrio. 

“Acà no nos dejan asociarnos”, es apenitas una queja exhibida por una vecina, la cual es asistida por alguien màs que agrega convencido: “Yo fui a la sede varias veces y cuando no estaba cerrada, me atendió un señor que no sabìa nada del asunto”. Pero no escapa otra sentencia: “Desde 2018 no hay una presentación coherente de Memoria y Balance. Aùn asì yo quise asociarme y no pude. NO abren el Libro de Socios para no tener oposición”, expresa otro señor un tanto compungido por la chispeante relación vecinal. 

“Nos han acusado de varias actitudes y nos impiden asociarnos. De modo tal que nunca podemos saber cuàntos socios posee nuestra institución, ni quienes aportan su cuota o no. En una ocasión vine a la sede con la decisión firme de hacerme socio y alguien me dijo el “dueño no està”. ¿Còmo “el dueño? Hasta ese ilógico razonamiento tenemos por aquì”, resume una vecina. 

Se distinguen a su vez, ciertas perlitas a la sacro santa hora de encontrar que se va concretando: “Los carteles con los nombres de las arterias del barrio, fue un pedido nuestro, de los vecinos, antes de la irrupción de la ex conducción. Y ELLOS se arrogan haber intercedido para que nos pusiesen la muy necesaria señalética”. 

El reparto en el salòn fomentista de víveres, y especialmente durante la pandemia cruda, es también motivo de discordia: “Convirtieron la entidad en una Unidad Bàsica de La Càmpora. Entregaron alimentos, sì, no lo negamos, pero decimos que hubo gente del otro lado de la Avenida a la que ni siquiera vieron en fotos”. 

Y los enojos continúan: “Hicimos con mi marido una fiesta de cumpleaños para nuestra hija en la sede y nunca jamàs, nos dieron un recibo. ¿Dònde fue esa plata”. Otra joya sin pulir: “Actos partidarios podràs ver acà; mas de un solo partido. La politización de la institución es autèntica; no es una protesta alocada o una sensación. Si no estàs con ellos, no existìs ni te dejan participar”. 

La Asamblea no destrabò la àspera cotidianeidad. Podrìamos llegar a intuir que la profundizò, con personas descontentas y, en apariencia, inhabilitadas, según sus decires, para obrar por dentro de la entidad. 

El tironeo es constante, porque para los Autoconvocados es muy visible el deseo oficial de no permitirles asociarse, pero para el oficialismo, justamente, mis lectores del alma, èstos “no quieren asociarse, son afines al Intendente y sòlo critican sin meterse de lleno en la diaria del fomentismo de Villa Aurora”, explicarà resuelto un referente oficial de la Sociedad de Fomento. 

El 28 no hubo votación. La única lista se proclamò ante una treintena de asistentes, con Federaciòn presente y la Comuna ausente. “La Municipalidad no fue invitada”, aclara a este cronista una voz autorizada del Palacio San Martìn. 

Ni chicha ni limonada. Cada uno a su casa. Como antes. Unos, fieles a sus ideas y los otros ídem. De un lado los miembros de la casa fomenteril, enfrente los autoconvocados. Asì de simple y de complejo.

Por Mario Delgado.-   

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho