Opinión
Cara a cara con la inseguridad
Desde los vientos intempestivos y poco sutiles de la impotencia, provienen los anhelos de decir unas cuantas verdades ante las autoridades competentes.

Los casos y los padecimientos por hechos de inseguridad, sobran. Entonces la vecindad cunde en ganas de abrir la boca y despachar los miedos y quejas. La oportunidad se ofrece en bandeja. Es sólo cuestión de asir el turno y cantar las cuarenta.
Víctimas de asaltos y robos se acomodan en las sillas dispuestas en los lugares de reunión, mientras los efectores de la Seguridad olavarriense, léase Municipio y Policía, se ubican también. Un dispositivo atrayente y digno de elogio, de replicar siempre que se pueda y en diferentes ámbitos.
Los saludos protocolares y los alientos contenidos se perfilan al unísono. Hasta que, de a poco, muy sutilmente, la voz de la conciencia llama a reflexión y los más, pretendidamente exaltados, se calman y se introducen en el marco de acción señalado por la ocasión.
Desde el señor Subsecretario de Seguridad de la Comuna, hasta el señor Director de Monitoreo, o el Jefe Distrital, o de Control Urbano, o tal vez la Jefa de la Comisaría Segunda, en fin, un coloquio de expertos que va trayendo cierta calma a la velada, con datos y propuestas para intentar mitigar el dolor. Reconociendo debilidades y virtudes. Entre la ausencia de personal uniformado propio en el área de Seguridad Municipal, como la explicación de la imperiosa necesidad de contar sí o sí con Fibra óptica para la muy solicitada colocación en varios barrios de las vedettes del momento: las Cámaras de Seguridad.
Un mecanismo repetitivo de exponer y dejar hablar que da resultados; por lo menos de cierto esbozo de percepción que existe voluntad oficial por contemplar lo que acaece en torno a los desolados pobladores.
Nadie se guarda nada, eso es válido. Ni preguntas, ni alusiones a denuncias expuestas y sin ninguna contestación desde el aspecto práctico. “Cuatro veces me robaron y nunca obtuve nada, haciendo las denuncias”, podrá subrayar un buen vecino. Alguna señora también martillará sobre la endeblez de la Ley, y así por el estilo. Una sucesión de cuitas y un mar de explicaciones que irán desde lo técnico, hasta lo eminentemente legal. Sin soslayar la pata de la Justicia.
Se elogiarán los buenos y fáciles accesos de “Ojos en Alerta” y se refrendará la vigilancia en la zona, con los móviles que haya. Alguien preguntará por algún detalle que por allí no captó y otro aportará nombres y apostillas de aguantaderos y “pasillos”, verdaderas ratoneras de indeseables pichones de hampones.
No se podrá eclipsar la reunión tan amena y distendida, pese a los ítems abordados, sin la irrupción categórica de la consulta del millón: “¿Qué conclusión debemos llevarnos de este encuentro”, y la versatilidad y habilidad psicológica expondrá un rotundo: “Quedamos a disposición e intensificaremos la presencia policial en el territorio”.
Por Mario Delgado.-.

