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Opinión

Papá y abuelo

La deducción es simple: los jóvenes, por una cuestión biológica, no estaban, no vivieron los acelerados tiempos de la década del setenta, o incluso antes cuando ya la violencia había iniciado su periplo demencial en el país. 

Por tal motivo es muy coherente pedir que los padres y abuelos tengan a bien, en un momento de relax, contarles a los purretes la auténtica verdad de la milanesa. Observar la película en pantalla completa. Nada más y nada menos que de eso se trata la delicada temática de revisar con imparcialidad, lo sucedido en esos hoy tan distantes años. 

La vuelta de tuerca se hace otra vez necesaria, luego del nuevo aniversario de aquel golpe cívico militar que derrocó al gobierno constitucional de la señora Estela Martínez de Perón. ¡Vaya! Parece una increíble época. 

Los datos sesgados y la impertinencia de siempre, se reiteró en este 2022. La tremenda parcialización del relato ofrecido a la gente, asombra y asusta, por los intereses creados a tal efecto, que deforman o tergiversan incluso, bastante los hechos acontecidos. 

No es que no hubo abusos y locuras expresas de quienes tomaron las riendas del Estado, es que, en rigor de ser exactos, se los fue incluso a buscar a sus cuarteles para que “pusiesen orden” en medio del imperante caos. Padres y abuelos saben. Pregunten.

La sujeción a un solo relato, obedece a una composición melódica atrayente: la obtención de subsidios para montar organizaciones pretendidamente defensoras de los derechos humanos.  

La muerte se regodeaba en las arterias argentinas. De tales cosas, los chicos han de adquirir conocimientos si oyen a sus abuelos y padres, con ganas de despacharse en libertad y con anécdotas muy ilustrativas. 

Podrán contarles de los deseos del ERP de fundar una nación aparte en Tucumán, o de los delirios montoneros y de las ideas tan comunes de sojuzgar al pueblo. Podrán saber de las facultades coptadas, entre ellas la de Ingeniería local, que cayó en manos montoneras también. La memoria es amplia, si se la deja actuar. 

Los papás y abuelos podrán hablar de los 1094 asesinatos, de los 756 secuestros, de los 2368 heridos y de las 4380 bombas detonadas por los grupos guerrilleros, por los “idealistas” tan ponderados luego. 

Si dejan los celulares unos minutos en paz, los jóvenes conocerán de primera mano, la información precisa: el 5 de marzo de 1975, “pacíficos pibes” quisieron copar el Regimiento 29 de Monte en Formosa. Allí los señores “idealistas” mataron a mansalva a 10 soldados conscriptos, léase obligados por Ley a cumplir el Servicio Militar; no eran “gorilas vende patria”. 

Ahí mismo un “colimba”, a propósito, ahorita olvidado por completo por los “organismos de derechos humanos”, Hermindo Luna, esgrimió la frase sustentada con pelotas de verdad: “Acá no se rinde nadie, carajo”. Pregunten, chicas y chicos, y husmeen. 

Y entonces verán que en 1974, un poco antes del episodio de recién, los subversivos vinieron muy cerquita de aquí: en Azul mataron al Jefe de Regimiento Jorge Ibarzàbal y su esposa. Este luctuoso caso, motivó un rechazo generalizado en la política y fue el propio Juan Peròn quien expresó: “La decisión soberana de las grandes mayorías nacionales de protagonizar una revolución de paz y el repudio unánime de la ciudadanía hará que los psicópatas sean exterminados uno a uno para bien de la República”. De esto no se conversa en los claustros del falseado relato. 

Ni se subraya el Decreto 2772/75 de la ex Presidente María de Peròn, el cual es drástico al proclamar la definitiva aniquilación de los focos de subvertidores de los valores. Después, en un aparte, podrán inquirir si acaso el odio no hubo de ser fogoneado y luego se escapó de la posibilidad de controlarlo. Padres y abuelos entenderán. Nada fue casual, tampoco. 

La ventana del saber puede abrirse oyendo la campana oxidada. La que jamás se toca, ni por broma. Quizá porque no emocione tanto saber que las propias Madres de Plaza de Mayo, sostenían carteles nombrando a 9000 desaparecidos. En fin, que nunca más vuelvan los golpes de Estado. Pero que se mire la panorámica en toda su dimensión. Por el bien común. ¿O no es eso lo que ansiamos todos?  O a lo mejor, yo no lo sepa todavía, pero haya personas a las que les reditúe la ignorancia del resto. 

Por Mario Delgado.-   

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