Opinión
La interreligiosidad, ¿un acercamiento a una creencia unificada?

Los cruces de entendidos con relación a la perspectiva de un Gobierno Mundial, se van dando con mayor asiduidad, sobre todo, mis lectores del alma, a partir de que el intrincado asunto ha ido ganando sustento en la población universal.
De los primigenios indicios casi ocultos y ultra secretos, hasta las chorreras de artículos màs o menos serios que hoy se pelean por ganar la confianza de los pueblos.
Ha transcurrido quizá un prudencial lapso de tiempo como para facilitar investigar un poco, bucear en las aguas profundas y descifrar enigmas. Cuando todo esto sucede y se abren las compuertas del conocimiento imparcial y objetivo, desprendido de intereses o prejuicios, no es sorpresa llegar a la conclusión presumible: en rigor de autenticidad, la cuestión marcha por carriles aceitados, con la idea fija y el impulso de varios señores poderosos, de organizaciones y de liderazgos políticos de toda latitud.
No es una mera alucinación de opositores o de alocados. No es una transgresión sin fundamento alguno; es un programa, un plan que se viene pergeñando desde hace años y que ocasiona un número importante de adeptos cada jornada.
La propuesta es directa: conseguir un Gobierno a nivel mundial, un referente único con mandatarios subsidiarios, obedientes, en cada país o Estado. Tal osadìa lleva también consigo otras cosas anexas, lèase una moneda y una religión de carácter únicas a su vez.
Son variadas las tesis que van arrimando argumentos sòlidos a tal proposición. Pero en la presente columna quisiera, con el aval de ustedes, considerar la novel polémica desatada en el seno de algunas congregaciones religiosas, entre ellas claro la católica, ante la realizaciòn del Foro Interreligioso del G20, hecho acaecido entre los días 12 y 14 de septiembre, en Bolonia, Italia.
Allì tuvo su sede este encuentro ecuménico con sacerdotes, rabinos y pastores de múltiples naciones comprometidos con la necesidad, según detentan ellos, de ir allanando el terreno para la cristalización del fin último, el cual a todas luces sería, la instalación con bombos y platillos, de un eje religioso centralizado.
La crisis afgana, el desarrollo sostenible, la lucha contra el terrorismo y el fundamentalismo religioso, fueron principales tòpicos a estudiar durante las ponencias.
Este atrayente coloquio recibió elogios de todo tenor, desde el Profesor Alberto Melloni, especialista en religiones, hasta el líder del catolicismo romano, el papa Francisco.
Y, el Cardenal Zuppi, encargado del mensaje final del evento, no escatimò frases eminentes para subrayar la implicancia del anhelo general. Dijo el purpurado: “Es necesario curar al mundo de cada semilla, siempre fértil, de la ignorancia, la intolerancia, los viejos y nuevos racismos, eligiendo el camino del encuentro, de la educación para combatir el analfabetismo religioso. No queremos que la fraternidad sea una expresión romántica, sino una pràctica de compromiso y cumplimiento común.”
Resaltar párrafos del Foro, y discursos, insumiría mayor tiempo y espacio físico del que dispone esta columna. Empero baste subrayar con fibròn rojo, que los teólogos y pastores de cada rincón del planeta, han dado sus voces de alerta o directamente de gran alarma, frente a lo que interpretan como un avance certero de la ideología de unificación.
Aunque todavía haya medios o estados que prefieran obviar el ítem, las circunstancias cotidianas, le van otorgando cimiento al mar de fondo. O sea, a esta altura, nadie debiese dudar de la verosimilitud de esta estrategia globalizada.
Por Mario Delgado.-

