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Opinión

Elecciones

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Por las praderas de lo esperado, galopa el corcel de las elecciones del 12 de septiembre. Ganò el descontento, el hartazgo de un pueblo sometido a la inflación desbocada, al prolongado encierro del año pasado y aùn de èste, a la sucesión interminable de mentiras, a las fotos burlonas de Olivos, a las groserìas de postulantes, a la fantasmagórica Cristina Fernàndez viuda de Kirchner, a los designios de La Càmpora, a los irresponsables vacunatorios vip, a los màs de cien mil muertos igual por Covid, a la politización del proceso de vacunar contra el virus coronado, a los enfermos sin atender, a la falta de oportunidades y de empleo. Sobradas razones para poner un freno al atropello oficialista y avanzar hacia otro rumbo. 

Perdiò el Frente de Todos por los ineptos y será muy difícil remontar la enorme cuesta de hoy al 14 del dècimo primer mes de este 2021. Y, demostrado queda una ocasión màs, que no siempre, fabricar un referente logra su cometido a nivel local. Olavarrìa es particular. 

La luz que ilumina a Alberto es cada minuto màs débil, volviendo a lo nacional. El gran aplauso va para la centenaria UCR, en cambio, que reavivò la llama con una esplèndida acogida electoral. 

Bien por su lado el FIT, màs allà de compartir uno o no sus creencias, es notable su coherencia y arraigo a una tesitura que, en la Provincia, lo coloca como una expectante tercera fuerza. 

Retomando el hilo olavarriense, mis amigos, excelente Celeste Arouxet que, desde el cimiento mismo de una novel construcción, y con tesòn y ahìnco, instrumentò un espacio para recibir ciudadanos àvidos de algo diferente. Separada del tronco oficial nativo, y con números y cifras en la mano, se grangeò, da la impresión, una franja que avala su método. Desde este piso, deberá no obstante, apuntalar su zona de influencia para introducir la cuña de una tercera opciòn de cara al HCD.

En este contexto, el gran derrotado es Florencio Randazzo, a quien no le perdonaron haber sido parte del Gobierno kirchnerista en su momento, o, directamente, lo ignoraron. Tal actitud de los señores sufragantes, deja en un sitio incòmodo a Andrea Coronel, quien se presentò como una puerta abierta al diálogo barrial, al trabajo social, al encuentro con el vecino. 

A esta altura del post escrutinio, también cave una pregunta: ¿A quièn apoyaràn los que quedaron afuera, o sea aquellas alianzas o partidos que no conquistaron el famoso y crucial 1,5 % de los votos? Serà atrayente divisar el matiz de armonía de candidatos acercándose a ellos por estos días venideros. 

La unidad de Juntos, a su vez, se irà descifrando al correr las horas. Una imagen digna del preciso presente, en un frente que virarà en su estructura, es un hecho. No podrá ser idéntica la actitud del radicalismo con los guarismos del domingo. Nadie se confunda: no es igual un radicalismo débil que totalmente fortalecido y ganador incluso en la Sèptima Secciòn como el que se exhibe ahora. De ello debiesen tomar nota todos, propios y extraños.

Un párrafo a su vez, hemos de escribir para el fomentismo militante por Ezequiel Galli. Una conjunción de labor de campo, con una comisión de hierro, panta a Javier Frìas en un escalòn atrapante. Un semáforo en verde encendido a la actividad fomenteril en un panorama de división y de incertidumbre con respecto a que sucederà en definitiva, con la entidad madre del fomentismo, la alicaída Federaciòn. 

Y cerramos con un mensaje de atención, ya que casi un 10 % (9,76 % en realidad) del total de votantes, eligió emitir su sobre en blanco o hacer que su acto fuese nulo o impugnado. Un número dantesco de personas (6.284) actuaron de tal modo. Una clara seña de cansancio y desinterés de un sector del pueblo. 

Por Mario Delgado.-    

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho