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Opinión

Entonces, el destrato

Hemos de reconocer, aùn a nuestro pesar, que la demoledora pandemia que aqueja al mundo, nos trajo diversas consecuencias, que se enmarcan en diferentes áreas de la cotidianeidad humana. 

Un lastre que sacò a relucir este virus chino es el incesante destrato a los señores jubilados en consultorios médicos e incluso en sanatorios privados que operan con la obra social del sector, con PAMI. 

Sòlo basta prestar el oído a los reclamos, a las cuitas que presentan los abuelos, los protagonistas de la tercera edad, dolientes y pacientes ante la adversidad y la burda banalización de sus problemas de atención. 

Por un pequeño síntoma, que luego se sabe no es Covid, alguien puede ser prácticamente expulsado de una sala mèdica por una secretaria irascible y cìnica. 

Se pueden contabilizar en varias carpetas datos de tal tenor, lo cual redunda en un continuo peregrinar del afiliado por los distintos médicos que asisten por PAMI. Claro que esa peripecia también encierra un pago adicional, un plus, solicitado como garantìa de atención, como ficha imprescindible ante la consulta requerida. 

Un adicional de $300 en la gran mayoría de los casos, aunque sabemos de un monto descomunal, o sea $1500, pedido por un mèdico o su secretaria, a la persona que se acopla a su staf de pacientes por la citada obra social. 

Tal asì las cosas, es evidente que ser bien atendido o mutar de profesional de la salud, suele convertirse en toda una odisea, con lo que ello implica para un ciudadano afectado en su normal desempeño fìsico. 

Pero hay màs, mucho màs. El drama es que nadie oye el golpe del martillo. Hete aquí un señor fue a un sitio privado, a una clínica concretamente y lo derivaron muy gentilmente a la calle, con el verso impúdico de que “Acà PAMI se halla cortada por falta de pagos. Vaya y abone un doctor en un consultorio”, fue la tajante y làconica aseveración de una señorita o señora secretaria con el poder de decidir quien vive o quien no, o quien se alivia o quien empeora. 

Tal vez siempre ocurrió este desmanejo, este destrato. Y la irrupción del virus coronado potenciò la hijaputez de ciertas insensibles almas. Total, los jubilados no protestan, no hacen ruido, y necesitan de los guardapolvos blancos y de la obra social, que dicho sea al pasar, les descuenta unos $1000 por mes para remedios. Y no todos los medicamentos se consiguen por PAMI. 

Por Mario Delgado.-   

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