Opinión
Cortinas de humo, estupidez y rebaño
Siempre tenemos en este bendito territorio sureño, no sé si será igual en otras latitudes, determinadas excusas o bellas “cortinas de humo” que se regodean orondas en un tiempo de crisis o en un momento donde se debiese buscar soluciones directas a dilemas consistentes.

Y este presente aciago, no se escabulle de tal circunstancia; sino más precisamente, invade cada centímetro de nuestras vidas con asuntos inflamados, cargados de fuego fatuo, con el firme propósito de distraer y hacer olvidar al desaprensivo, de los males auténticos que sí acechan tras la puerta del living hogareño.
Desde la parafernalia del “lenguaje inclusivo”, hasta el ítem tan medular de que alguien se autodenomine “no binario”, pasando claro por el enorme abismo entre “vacunas recibidas” y “dosis aplicadas”. Algo así como más de 11 millones. Interesante también la declaración oficial al respecto.
Y, ahorita mismo, en medio de una imponente ola de vacunatorios que crecen y se multiplican, aparece una “Notificación para no Vacunarse” de unas cuatro páginas que debiera estamparse en el rostro de los efectores de las jeringas.
Por supuesto que todavía, fíjense ustedes, no se sabe a ciencia cierta, sobre el origen del virus coronado, aunque ya son más elocuentes las deducciones científicas y periodísticas, que fue un invento, un engendro de laboratorio chino, en Whujam.
Y, a raíz de la propagación planetaria, surgió el encriptamiento y el uso del señor barbijo, como una demostración práctica de que a la gente se la puede dominar en cualquier parte del orbe.
Los gobiernos aprovecharon y crearon métodos de sojuzgamiento y encierro a troche y moche. Encapsulando sanos y no controlando aeropuertos. Y superponiendo cuarentenas inútiles, que han resultado en mayor emisión de pobres y desamparados. Con un récord de más de cien mil muertos en la Argentina.
La cloaca destila pésimo olor y la sociedad continúa inhalando ese fétido tufillo, que, por cierto, hace que gobiernos de turno se sientan cómodos. Un permanente anhelo de medir poder, con el pueblo dominado y sin posibilidades de protestar o salir a la calle, no sea que lo devore el monstruo de la globalización a ultranza.
Repiten los científicos de verdad, no los payasos segundones de Casa Rosada, que “el virus se ATENúA solo”, sin embargo nos pusieron lazo y bozal por más de 15 meses, con gobernadores e intendentes sujetados por la coyunda de la billetera central.
La bolsa de los desperdicios nadie la pone sobre la mesa de casa. En esta nación, tal parece una arraigada costumbre. La postergación y la falta de rumbo, es reemplazada por imprevisiones y dislates, con consecuencias severas para los desamparados y gente en general de óptima voluntad.
La Dictadura Sanitaria se une al unicato centralista, inyectando miedo y división en la mansa aldea. Y, como un aditivo risueño, en este mar de cortinas inventadas, de rebaños dóciles y de estupideces variadas, alguien escribió recientemente: “Tengo un tío que se autopercibe Cupé Fuego. ¿Necesita DNI o patente?
Por Mario Delgado.-

