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Opinión

De nuevas cepas y recaudos sin tomar

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Se informa con amplitud en este portal sobre lo expresado en la dominical noche de este 11 de abril, por el Secretario de Salud y por el Intendente Municipal. La situación local es desesperante, y se inserta dentro de un panorama general agotador.
Apariciòn traicionera de nòveles cepas del virus chino y con mayor poder de contagio y muerte. Asì de letal y simple, la descripción. Se presentò un informe técnico científico detallado, sin desperdicios, valioso y necesario en el marco de una oleada triste de contagiados que superan la media esperada.
Lògico también es advertir que frente a testeos continuos, la presencia de personas con Covid resultarà màs evidente. Si los testeos exhaustivos, se hubiesen concretado desde el principio, otra hubiera sido la historia.
Pero lo de hoy es lo que hay y no agrada a nadie con conciencia de bien. Es deprimente y genera impotencia en la salud pública y sus efectores, luchadores constantes de la primera línea, y en la propia población, aunque èsta se divide en varios matices disìmiles ante la horrible circunstancia actual.
Olavarrìa no ha logrado escapar de las garras de las nuevas mutaciones del virus coronado. Eso quedó magníficamente señalado en la conferencia de prensa de la víspera. Y, en tal caso, yendo al grano molesto, es probable que alguien, en su casa y oyendo a los funcionarios citados al principio de esta columna, aguardase impertinente, una confesiòn manifiesta o una definición tajante de acusación y de responsabilidades. Mas no fue de tal modo la cuestión.
Ambos referentes oficiales, optaron por centrar su alocución en poner en claro aspectos epidemiológicos salientes y de medidas restrictivas a cristalizar, en esta Fase 3 que se inaugura hostil.
Un retroceso formidable en un contexto dramático por donde se lo observe. En lugar de reprimir, con severidad y poder, a los iracundos estúpidos que atestaron los boliches y fiestas ocultas, en vez de sancionar a bolicheros deseosos de recaudar sin controlar, se sale con tapones de punta a coartar libertades laborales y de circulación, se hostiga al hombre común que nada tuvo ni tiene que ver en las consecuencias de la desobediencia de otros idiotas.
Con tecnicismos potables se evitò circundar el autèntico problema nativo: el por què real y tangible de tantos enfermos de Covid 19 de ahora. Enfermos que ocupan camas y sobrepasan lo común del sistema sanitario. En aras de no proferir dardos hirientes, se licùan culpas bajo la òrbita sutil y rara de lo técnico.
No por nada tantos contagios a la vez. De algún lado surgen. De los malos noctámbulos la gran mayoría. Sin embargo, se bifurcan las señales y se prefiere tomar otro atajo.
Hubiera sido conveniente, no ayer, ya antes, decir la verdad con convicción, por respeto al ciudadano estoico que paga altas tasas y cumple cuidándose. Y aplicar multas y controles veraces en los sitios que todos sabemos. Pero, no. Ante los avasallamientos de las òrdenes y del sentido colectivo común, nada se hizo. Y ahora, con el barco semi hundido, bregan por explicar que nuevas cepas nos invaden y cierran y reducen horarios como si de ello dependiese el futuro ameno de una sociedad mansa y ciega, que no reacciona frente a tanto atropello de sus díscolos pares y de quienes administran poder.
Una pena tras otra. Y, en medio de patologías sin atender, de comercios que siguen cerrando, de gente endeudada, de miles de almas con depresión, los golpes en el rostro se asimilan.
La pregunta es simple: ¿Hasta cuàndo?
Por Mario Delgado.-

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho