Opinión
Nos quieren pobres

Los señores “sabios” de Davos, los que componen el Foro Econòmico Mundial, nos quieren pobres. Avanzan a paso redoblado comprando voluntades para conseguir un objetivo prefijado: llegar a 2030 con un mundo dominado por sus intereses.
Proclaman ya desde hace años, como lo hemos reseñado por aquí en anteriores columnas, que existe una desigualdad que corregir o que emparejar y ven una necesidad imperiosa de limitar la población humana en el planeta.
Hay cifras incontables de dinero sobre la mesa. Y apellidos “cèlebres”: Gates, Soros, Rothschid, Obama y otros secuaces de idéntica calaña y anhelo.
Pregonan en tribunas y medios, la bondad casi intrínseca de la pobreza, mientras ellos amasan literales fortunas. Demandan por estas horas, incluso, un denodado esfuerzo de la comunidad internacional, mientras pergeñan un tiempo promisorio para quienes pisen la tierra en nueve temporadas. Eso sì, con notables impedimentos de desarrollo para decenas de culturas medianamente en crecimiento en la actualidad.
Se plantan de diversas formas y ocupan espacios impensados. Son un autèntico pulpo, cuyos tentáculos, suelen arribar a insospechados sitios. Un brazo vital de tales sujetos, es la socialdemocracia, aùn imperante en muchos países como el nuestro.
Entonces extienden por aquí, la red mortal de los elevados impuestos. Como por ejemplo, el Impuesto a la Herencia, el cual, en su efecto pràctico, puede dejar sin nada a gente que creìa contar como heredad con un bien inmueble, por ejemplo.
Rapiñan acà y allà, sobrados de egoísmo y soberbia. En su deseo perverso de aniquilar la clase media, no se detienen ante impedimentos hostiles. Poseen un plan pensado y ampliado. Y de carácter mundial, esto hay que subrayarlo. No se quedan en la cortita.
En su vuelo intrépido y malévolo, tocan un interés preciado: la propiedad privada. El asunto les ocupa para ir sacando de en medio a los propietarios, disponiendo de armas contundentes en tal sentido. Van en aras de desacreditar a los poseedores de alguna casa, con el verso insistente de la igualdad entre seres humanos, despreciando los esfuerzos y el trabajo de los dueños de una propiedad.
Un fetiche mefistofélico que cala hondo en mentes débiles. Y una punta de lanza que enfrenta a unos, los que tienen algo, con sus semejantes que no cuentan con un bien inmueble, por ejemplo. La vieja lucha de unos contra otros con presuntos tòpicos en el horizonte, y con grandes promesas de excelsa vida para aquellos que se plieguen a tal despropósito.
Atacar la propiedad privada es ir en detrimento de la libertad individual y colectiva. Y de eso va este engendro de ricachones. Embarrar la cancha y nivelar hacia abajo. Potenciar la apuesta de un mundo pobre y dominado por estos cràpulas.
Predican empero la obtención casi instantànea de la “felicidad permanente”, cual si tal cosa fuese un elixir para adquirir en dosis. Olvidando que tal síntoma, o tal estado de ànimo, es una cuestión de momentos, de instantes en los cuales el individuo es feliz, se nota pleno. No de un estadio constante. Y, por otra parte, sabido resulta que el concepto de felicidad no es igual para todos.
En este contexto de dislates, anticipan una Europa sin rumbo y empobrecida. Si conquistan este ítem, les será luego infinitamente màs sencillo proseguir con los otros continentes.
El encierro obligatorio y las miles de voluntades sujetas del año pasado, fue una clara demostración de còmo pretenden moverse. Un proceso de alcance elevado con conclusiones intrigantes. Y con la vuelta de tuerca falaz del cartel: “Obediencia o Muerte”, tan difundido. “Sòlo yo te cuido; sòlo yo te salvo. Fuera de mì, el caos”. Aunque la praxis, sintetice todo lo contrario.
Amasan por estas horas el gran negocio de las vacunas contra el Covid 19. Laboratorios con socios, familiares y/o amigos de los nombres expuestos renglones atrás en esta nota. Nada es casualidad. Ni siquiera el propio origen del mal, del virus coronado.
En la cúspide del delirio, Bill Gates financia hoy un proyecto descomunal: arrojar polvo de carbonato en un determinado lugar, para intentar paliar los efectos del calentamiento global en ciernes.
La controversia està en pie. Como también el lineamiento que se perfila en aras de una religión única, de una moneda única y de un Gobierno Central fuerte con gobiernos subsidiarios títeres.
De tales cosas, hemos de hablar sin temor al escarnio. Porque cada vez son màs los medios que se ocupan de estas temáticas con sendos datos. No es un delirio; es un plan diseñado con un inmutable objetivo. Cualquier elemento, cualquier herramienta puede utilizarse en su difusión, desde la ideología de gènero, hasta el aborto.
Por Mario Delgado.-

