Opinión
Un desafío interesante para el evangelio

“A veces suelo entusiasmarme y pierdo nociòn de la hora”, me sugiere el pastor evangélico luego de su predicación dominical. “Ver almas nuevas y sentir la presencia de Dios, me pone muy contento y no miro el reloj”. Tal cuestión puede ser de interacción común en algunas iglesias evangélicas. Por tal motivo y, frente a un aspecto interesante: las nuevas generaciones de creyentes o, al menos oyentes, se plantea un desafío contundente y pràctico: còmo manejar las nòveles disposiciones de la cultura juvenil desde el pùlpito.
Hay manuales de hermenéutica que disparan la flecha al sitio justo, sosteniendo que las reuniones no debiesen durar màs de una hora u hora y media máximo, contemplando los ángulos que son menester: concentración, devoción, ventilación del local, y claridad del mensaje del expositor.
Realizar cultos largos es una costumbre arraigada en el mundo cristiano evangélico pentecostal. Cànticos, testimonios y el sermón propiamente dicho, son el cuerpo, el núcleo de la asamblea. Si bien es cierto que existe un Orden o Coordinaciòn previamente estipulada, no sería raro un desfasaje entre lo prefijado y lo que realmente ocurre en la praxis.
De tal manera, la duración de las reuniones se establece de cara a cada congregación o ministerio. Las habrá encuadradas en un método màs o menos didáctico y otras que se dejaràn llevar por la emoción, deslindando las agujas del reloj.
Pero, ante esta disparidad de criterios, se yergue un tòpico nuevo a resolver con supina sabiduría. Y se trata en este tiempo de ver què actitud tomar, de còmo encarar el ítem imperioso de la juventud y sus alcances, con las redes sociales y los adelantos tecnológicos y los tips culturales no conocidos incluso, en ocasiones, por los mayores.
La cosa no es tan sencilla y nimia. Sobre todo, mis amigos, para los pastores u “obreros” con cierta edad y alejados de los elementos modernos. Las pibas y pibes de hoy necesitan un discurso certero y veloz, desprovisto de vueltas y eufemismos y que cuente, por què no, con el soporte de la tecnología a mano.
Para aggiornarse y no quedar distantes, viendo lo que acaece, existen templos que ya han incorporado a las redes como algo perfectamente natural en sus reuniones o servicios semanales. Dando participación a expertos y buscando la forma de ensamblar lo tradicional con los métodos del Siglo XXI, sin perder obviamente de vista el centro de la cosa, la predicación en sì del evangelio crìstico.
No se trata, pues, de desviar la atención o de “mundanalizar” al cristianismo, sino de ocupar un espacio y facilitar la comprensión bíblica, teniendo en cuenta a adolescentes y jóvenes que no digieren con gusto estar sentados inactivos por varias horas, simplemente escuchando.
La interrelación entre distintas plataformas y la posibilidad presente en estos días, de leer La Sagrada Biblia aùn en el celular, amplifica bastante la voz del liderazgo cristiano, y sirve para que los mismos jóvenes se comuniquen con sus pares, de igual a igual, hablando idéntico idioma y revisando pasajes y versículos “al toque”, sin necesidad de recurrir al texto impreso en papel. El intercambio de fragmentos bíblicos, vìa celular, entre jóvenes, es algo normal y ayuda a memorizar y a recibir asistencia espiritual en cualquier minuto de cada jornada.
La aparición desoladora del virus coronado y las eternas cuarentenas del año pasado, fueron un leiv motiv muy apasionante para decenas de iglesias evangélicas, que se toparon de frente con las redes y superaron con creces el instante tan crucial. Imposibilitadas de hacer sus actividades habituales, se reestructuraron, casi se reinventaron, para lograr llegar a sus feligreses y al público en general. Hete aquí, tendrán que reconocer, se les abrió una puerta original: las redes hacen que sus reuniones puedan ser vistas y oìdas por personas que, de otra manera, no se tomarìan el trabajito de ir a un templo a escuchar “La Palabra de Dios”.
Los amigos de los creyentes y sus familiares no cristianos o no adherentes a determinada iglesia, reciben ahora notificaciones y suelen también opinar ante algunas consignas expuestas en Facebook u otra red, sobre temas de interés general.
Impensado todo este cùmulo de sensaciones tiempo atrás. No obstante, requiere una disposición y “mente abierta” de pastores, líderes y congregaciones, que es un interrogante todavía abierto, a su vez. Quizà a los ministros màs tradicionales o conservadores, les cueste un poquito màs, asimilar pasado y futuro litúrgico en tales circunstancias. Da la impresión que, con los matices que hay para considerar, es un seductor proyecto, una propuesta significativa por desarrollar.
Por Mario Delgado.-

