Opinión
De Malthus, Kissinger y el presente
La incisiva presión demostrada en los últimos tiempos por limitar el crecimiento demográfico mundial, no resulta una cuestión de sumo interés novedosa; por el contrario, mis amigos, viene de vieja data, se remonta a varios siglos atrás y se renueva eso sì, e intensifica, buscando adherentes que convoquen y aggiornen las ideas.
La piedra basal de este pensamiento redundante es fundamentar, exponiendo argumentos màs o menos sòlidos, que las personas se multiplican màs de lo debido, considerando como punto de mira los recursos naturales del planeta Tierra por un lado, y por otro también se expone la carencia de alimentos que se puede llegar a dar, frente a una hipotética pero no descabellada, superpoblación humana global.
El pastor anglicano, economista y erudito inglès, Thomàs Robert Malthus, 13 de diciembre de 1766, 29 de diciembre de 1834, se sintió alarmado en su época por lo que divisaba como factible en torno a un desborde poblacional. Tal fue su incursión en tal tòpico, que plasmò en su obra “Ensayo sobre el principio de la población”, en 1798, sus teorías al respecto, las cuales con correcciones o sugerencias, se han mantenido sobrias hasta nuestros días.
Su mirada agudizaba el dilema. Y sostenía, casi axiomáticamente, como una regla de oro de las matemáticas, que a mayor número de almas pisando la faz terrestre, menor posibilidad habrìa de una correcta alimentación para todos. O sea, su càlculo era simple: màs individuos; menos comida disponible.
En sintonía con su postulado casi desesperado de que la gran demanda alimentaria, especialmente de los sectores màs pobres o vulnerables, pondría en riesgo la supervivencia general, se han barajado varias hipótesis màs, sintonizando con Malthus o tomando algún aspecto de su premisa.
Al mismo tiempo marchan recorriendo los caminos, otras vinculaciones màs o menos similares, cual la planificación familiar, por ejemplo. Y la doctrina expresada en su momento de ir en búsqueda de los matrimonios sin descendencia como foco, como faro de inteligencia y sabio legado al mundo, dada la circunstancia de ilimitados nacimientos que ponen en tela de juicio la continuidad de la vida tal como la hemos concebido.
Siempre en todas las exposiciones, sean valederas o no, con sus aciertos teóricos o sus yerros, hay un hilo conductor muy fácil de distinguir, mis amigos: los países subdesarrollados son los màs perjudicados o, dicho al revés, los productores de màs problemas al ser los que màs niños entregan a la vida.
A màs endeble el país, màs chicos paren las mujeres. Esto es real. Y baja a los barrios o localidades esa ecuación. Por tal motivo, no ha sido raro que los malthusianos acèrrimos y otros calcados, hayan proferido la voz de la necesidad de cortar por lo sano.
Por eso cuando corrìa el año 1974, se desarrollò sin éxito de acuerdo a lo esperado, la “Cumbre Mundial Sobre Poblaciòn”, en la ciudad de Bucarest, en Rumania, auspiciada esta asamblea por la ONU.
La Repùblica Argentina aquella oportunidad, fue en divergencia y otras naciones hicieron lo propio, desbarrancando el proyecto manifestado por prominentes figuras políticas de Estados Unidos y Europa.
Luego devino en reemplazo de esta decepción el denominado “Plan Còndor”, de puño y letra del mega conocido Senador yanqui Henry Kissinger. Bien interpelado es ya a esta altura, el alcance y efecto de tamaña creación nefasta.
Como se advierte, la pauta que encabeza la lista es idéntica, màs allà de los años que transcurran: sacarse de encima a còmo de a los pobres del orbe. Porque sobreentendido està para estos “cerebros”, que son ellos la enfermedad y jamàs la cura.
Entonces hay que podar el árbol. Y surgen en el mismo dial, sosteniendo fotocopiada frecuencia, concepciones anexas, como “ideología de gènero”, “matrimonios igualitarios” “orgullo gay”, y otras afines. Todas tendientes a emular la antaña idea de despejar el ambiente de niños. Se desvaloriza al unìsono el concepto tradicional de “familia” y se lo reemplaza por el tejido de elegir con mejor libertad.
Los ataques subjetivos pretenden poner de manifiesto las separaciones o dramas inherentes a las parejas casadas, o uniones de hecho heterosexuales. Como tal acto de amor no garantiza felicidad, pues pongamos senderos alternativos.
De allì al impulso y sostenimiento del ítem abortista, sòlo existe un pasito apenas. Todo un combo en aras de no desequilibrar la justeza presunta de la balanza de la naturaleza y los disfrutes lógicos del universo.
Unos “iluminados”accionando la palanca por los demás. De nada sirve hacer la vista gorda. La meta va llegando de a poco, pero se aproxima. Lo que no conquistò la violencia, lo va cristalizando la sutileza. El propósito sin embargo, es tan perverso e inquietante, que eriza los pelos si se observa la verdadera magnitud del asunto.
Quien no lo entiende asì, compra el boleto de un viaje de ida. Sin retorno.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-