Opinión
Celeste, aunque cueste

Seguimos siendo una nación pobre pero nos creemos a la vanguardia del modernismo. De la moda. Por eso el aborto es ley y a otra cosa mariposa. Aunque cabe inquirir: ¿Y què con los “celestes”?
Se evidenciò, desde 2018 hasta aquí, que el polo de atracción del sector denominado “celeste”, es bastante escaso, por no decir auténticamente nulo. No aglutinan, no demuestran poder. Una zona del conservadurismo autóctono que debiera replantearse varias actitudes para continuar.
El golpe ha sido duro, mas no resultarà mortal si se logra reacomodar las piezas en el tablero. Claro que tal cuestión, no será tarea fácil ni cómoda tampoco.
Una de las apostillas a comprender por quienes no aceptan la cantinela abortista, pasa por interpretar prontamente que el soberano verdadero no es el pueblo, cual reza en los manuales escolares de Instrucciòn Cìvica. El bastòn de mando lo ostenta el gobernante. Y tal individuo, fija o adhiere a una agenda del momento, sea local o internacional.
Entonces el referente de la casta política, con sus adeptos, aliados y demás contertulios, plantea las situaciones, màs allà incluso de las severas tradiciones o posturas religiosas preestablecidas por estas tierras del sur.
El poder en sì, estima conveniente no dar respuestas. En realidad supone que no es menester mencionar còmo y por què hace tal o cual obra u acción equis. Una demostración cabal de orgullo, soberbia y autoritarismo que pervive en el tiempo.
Los opositores al aborto, en cambio, avanzan por otro carril. Necesitan ampliar su panorámica, su cosmovisión. Sujetar la bandera de las dos vidas pero con otras consistencias al unìsono. No quedarse en la dialéctica monotemática. Y hablar con convicción y tratar de juntar no desparramar.
Y, hete aquí, que en tal circunstancia, se topan con un drama existencial: no tienen carisma, ni liderazgos seductores, ni discursos que absorban al oyente de turno. El podio a conquistar rápido es llamar la atención con potencia. Y ese llamado debe ser atendido por los altos registros económicos de la sociedad. No solamente insertar ideas en espacios reducidos o sesgados; ir en busca de los ricos, de la burguesìa argentina que aùn no pertenece a ninguna plataforma de lanzamiento.
Una vez conseguido tal fin, quitar a ese grupo de su comodidad. Mover los hilos con autoridad y ejemplificando con hechos, no teorizando continuamente.
Por supuesto que todo este sendero, se ve plagado de obstáculos. Porque, suponiendo que se cristalizara unir elementos a favor, todavía cunde un temor hilarante: ¿Quièn conduce el vehículo nuevo? La cotidianeidad nos ofrece un axioma triste: no hay líderes como la gente desea. Solo inventos momentáneos y de poco vuelo.
Los “celestes” pecan de lo mismo. No disponen de un Jefe con mayúsculas. Eso se traduce con claridad: precisan ya un tipo o una dama con espaldas anchas y sonrisa cautivadora.
Y con ideas pre claras. Que pueda “resucitar muertos” y hacer que los timoratos se comprometan, metiendo los pies en el barro. Sin aducir excusas banales. Emprendiendo una campaña fantástica a lo desconocido, con sujeción a los valores esenciales pero, a su vez, con sentido pràctico. Sin renunciar, sin ceder, pero irradiando luz nueva.
Es probable que los “celestes” se sientan obligados a barajar y dar de nuevo. Abrir las puertas de las iglesias y observar el mundo desde otra perspectiva. Tal trabajo a concretar, no quitarà el deber irremediable de sacar de en medio a quienes no fueron lo suficientemente jugados. A los que optaron por sentarse a esperar resultados.
Unir las piezas machucadas y salir al ruedo. Pero cambiando el leiv motiv. No tienen los “celestes” que pedir tan solo la inconstitucionalidad de la normativa sancionada; deben ir por la conquista del poder.
Por Mario Delgado.-

