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Opinión

Protestando voy

Olavarrìa y sus localidades se han complejizado por estos días, lo que advierte un fin de año movido y un augurio de plena actividad vecinal si no se oye la voz del pueblo. Porque esta complejizaciòn tiene que ver con esto, justamente mis amigos, con protestas que se dan y se darán aùn todavía por motivos varios.
Es propicio el tiempo, ya que a su vez, la cooperativa de luz local, con lo que ello implica, posee ahora dos listas, dos sectores bien definidos y opuestos para una reñida, se supone, elección quizá el 21 de marzo.
No es nada casual y por ende, unir puntas del hilo, suele ser labor factible. Todo ayuda y suma en un campo de acción que deja espacios a la demanda.
Por el lado comunal la cuestión se acalora desde hace meses. Una interna presente (¿todavìa disimulada?) entre altos funcionarios y un dato flotando incierto: ¿podrá o no podrá candidatearse una vez màs el actual Intendente, el abogado Ezequiel Galli?
Tal situación coloca piedras en el camino y no allana dificultades de alguien que desea tomar su lugar, si quedase vacante. A eso habrá claro que anexarle la propia compulsa intestina del PRO a nivel provincial y la visión nacional, buscando un liderazgo fuerte y aglutinante, luego del chasco macrista.
No son horas fáciles tampoco desde lo económico para esta comarca. Entonces se amalgama todo un combo de realidades que bullen. Como ya ha ocurrido en otros gobiernos previos, la ausencia de reflejos oficiales para obrar con premura, o sea la “falta de tacto”, hace las veces de un problema màs que se adquiere en vidrieras.
Y la gente desalentada, o, por el contrario, alentada por el contexto, sale a manifestar su drama. Acà y en los pueblos adheridos a la “metrópoli” urbana vernácula. Y cajas de resonancia de peticiones y exigencias, existen por doquier, entre el viajar mal y el no tener agua. Entre pastos que tocan el cielo y calles con cràteres lunares. Entre delegados “pintados” y aumento de la inseguridad. Entre la falta de obras y un Presupuesto que sale de las poblaciones y no retorna en obras precisamente. Entre la necesidad de viviendas y el estado de abandono. Anotate, nomàs. La nòmina està abierta.
Por supuesto que como suele ocurrir, los “protestantes” son variopintos y se entremezclan, brindándose solidaridad y acompañamiento entre sì. Por tal motivo, no será raro vislumbrar caras repetidas en distintos reclamos. Como tampoco ha de redundar en asombro ver a ciertas personas impulsando o colaborando en estos procesos.
Lo malo puede ser tildar a la ligera a estas almas y descalificar su anhelo, el cual por lo general, debe considerarse genuino y digno de escuchar. Aclamar a los pedidos o a las manifestaciones pùblicas, de “eventos politizados”, es indudablemente una forma pertinente de observar la cotidianeidad. Aunque puede convertirse en una frase desafortunada y contraproducente en el marco de, como decíamos recién, un mar de necesidades comprobables.
Termina siendo pues una frase gastada y sin argumento sòlido frente al problema en sì. Por la sencilla razón de siempre: no atender enseguida, desgasta y genera rencores que, sì es probable, puedan utilizarse por alguien en particular o por un vector social o partidario como punta afilada de lanza.
Sin embargo es un cìrculo tentador y caen en èl los mandantes de turno, màs de lo que debiesen ceder. La gente tiene dificultades y el Gobierno Local puede hacer dos cosas: acudir veloz a socorrer, tomando a uno o dos manifestantes, como referentes y voceros del grupo, o jugar con factores varios y dilatar respuestas.
En este orden, el feo asuntillo del transporte público incumpliendo su obligaciòn, es un ítem que revela otra ocasión màs, el descaro empresarial y la paciencia municipal de no reprimir los instintos perversos de las compañías concesionarias.
Antes y hoy, se burlan del pasajero, aduciendo el no cobro del bendito subsidio estatal, y tal despropòsito es permito por un poder concedente que avala tácitamente en lugar de tomar cartas en aras del pasaje.
Sacar horarios o no circular feriados y domingos es un capricho recurrente acà. La tònica de la cuarentena, facilitò y permitió esta caradurez. Pero al abrirse el abanico de posiblidades, el itinerario previo, debió rendirse ante las nuevas disposiciones. Mas no ha sido asì. Y persiste este desliz por un yerro comunal de no ponerse los pantalones. Claro, recién hace poco saltò la ficha por los vecinos de las localidades que se morìan de angustia. Y elaboraron charlas en las plazas y petitorios. Con el agregado de una entidad fomentista yendo por la senda de pedir un cambio drástico de actitud, de parte de “Ola Bus”.
Las empresas, conscientes o no del daño, culminan burlàndose de los pasajeros y nadie se ocupa de evitar tal acción. Y la mansedumbre del pueblo es sinceramente, frustrante. En otro lado, ya se hubiese obrado de manera de limpiar la cancha de los vivillos espurios e insensibles. Aquì recién van por las plazas con sus reclamos. Aunque, algo es algo.
Por Mario Delgado.-

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho