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Opinión

La “Casa del Pueblo”

Resulta ser que la autèntica “Casa del Pueblo”, el recinto donde deliberan los concejales, fue “copada” este lunes 21 de diciembre, por gente de las localidades que vienen desarrollando una baterìa de acciones tendientes a visibilizar un descontento amplio y generalizado a la vez, ante lo que consideran un “total abandono” de sus hábitats. El responsable de tal sucesión de desidias, sería, a su entender, la Comuna pero con ciertas anuencias de algunos legisladores, lo cuales “tampoco velan por los intereses de las localidades”.
Ya viene quedando màs que claro con 37 años de democracia (o de votaciones ininterrumpidas, que no es lo mismo) que dicha problemática no es nueva. Proviene de vieja data, y, con cada elección, suele ocurrir una especie de “renovación de esperanzas” vecinal, que consiste en aguardar con premura un cambio de actitud gubernamental.
Pero la realidad se vuelve dura y golpea contra las vertientes del optimismo. Porque pasan las semanas y los meses sin lograr ver nadie un mejoramiento efectivo en la población donde vive.
En tal dirección, la idea de votar un Delegado que represente al pueblo, y de respuestas firmes, también se diluye en la vorágine de una cotidianeidad que transmite otra cosa diferente a la soñada. El poder veraz, certero del referente local, choca frontalmente con las ideas y decisiones del Palacio San Martìn. De modo tal que la praxis se opone al pensamiento teórico de la vecindad y el sujeto (el Delegado), queda expuesto ante quienes lo ven todos los santos dìas. Permanece “pintado”, ocupando un cargo sin màs funciones pràcticas que algunos tràmites administrativos y trabajitos permitidos por Rivadavia y San Martìn.
No es de ahora esta cuestión; fue asì siempre. Quien esta columna escribe, ha observado personalmente incluso en un momento dado, a una Delegada de una localidad, descender llorando las marmoladas y bellas escalinatas de la Municipalidad. Impotente y frustrada.
Hay un Presupuesto para cada sitio y punto. Y una “caja chica” para gastos corrientes y menores, si se quiere. Y hay un radio de acción sobre el cual el Delegado puede moverse con cierta libertad. Elegido por el señor Alcalde o votado por la gente, es idéntica la cosa en sì. El movimiento del péndulo llega hasta donde quiere el Ejecutivo de turno.
Claro que no habrá que contar con muchas luces en el cerebro, mis amigos, para intuir lo lógico, lo deducible a simple vista: ningún Jefe Comunal va a extender el poder del Delegado, màs allà de sì mismo. Ningùn Intendente que se precie de tal, permitirá el crecimiento político de su representante legal en algún poblado. Serìa ilógico e ingenuo creer tal situación. ¿Acaso el Intendente estarà dispuesto, sea cual fuese, a “crear” un adversario de peso?
El tema es interesante y atrapa. Por ende, no habrá en la Historia de la Ciudad, un Delegado que sobresalga màs que su Alcalde. Si asì ocurriese, estaríamos frente a un hecho inèdito. Podrà haber buenos Delegados, diligentes, sinceros, ocupados, serviciales, ùtiles a su sociedad; pero jàmas de los jamaces, se les soltarà del todo las alas para que vuelen solos y a su propio gusto. ¿Se me comprende?
Si no se palpa esta verdad irrefutable, no se iràn comprendiendo luego otras cosas anexas.
Pero, volviendo a la agitada Sesiòn de la víspera en Rivadavia 3038, fue un golpe de timòn importante para el Movimiento de Localidades estar allì y expresar ante ediles y medios, la vivencia diaria de las “abandonadas localidades, las cuales aportan religiosamente al Estado Comunal y no reciben una contraprestación adecuada”.
Aplaudieron o abuchearon, según la voz del concejal que hablase. Y según la tònica de su mensaje. La voz del oficialismo fue silbada e interrumpida en reiteradas y sugerentes oportunidades. Vivaron, empero los asistentes, las frases proclives a su reclamo. E incluso alguno de los legisladores que se animò a charlar con los “protestantes”, no recibió loas, sino acusaciones y gestos poco amistosos.
El horno no està para bollos ni para nimiedades. Se acerca el cierre de un medular año y la falta de tacto hizo el resto. Ya no hay dudas que dejar venir encima semejante drama social, corresponde a un concepto repetido por las administraciones: “falta de tacto”.
Despùes criticà lo otro, la partidización que puede haber, los infiltrados que buscan rèdito; pero primero concretà un mandato acorde. Encima cuando se prometió un paraíso de diálogo, de contacto estrecho entre el que manda y el vecino. Y ahora resulta que hay Delegados que ni se hablan con el doctor Ezequiel Galli. Es muy difícil de tal manera, auspiciar una òptima calidad de vida para las comunidades olavarrienses. En un contexto también embromado dentro de la planta urbana, con barrios que ya se definen como “olvidados”. Cuidado. Esta película ya la vi en el 2014 – 2015. ¿O no se acuerdan, mis amigos, de las movidas, con gomas quemadas incluidas en diversos puntos cardinales de la ciudad?
El gobernante de esa hora incurrìa en lo mismo de hoy. Y la protesta llegó al cielo de las urnas. Tacto, de eso nada màs y nada menos se trata. Con tacto, oìs y resolvès, de cara al vecino que se alegra y de frente al opositor que te anhela desbarrancar. Con altivez te encerràs y demonizàs.
Por Mario Delgado.-

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