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Opinión

¿Cuál evidencia?

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Entre otras restricciones que se han dado por el tema del virus coronado, una muy marcada ha sido la prohibición expresa durante varios meses de congregarse los fieles en los templos, los que, además han permanecido cerrados.
Tal circunstancia se aprecia en distintos países, como por ejemplo, Gran Bretaña. Allì, y con el arribo de la “segunda cuarentena”, han obligado otra vez a los cristianos a refugiarse en sus casas para recibir los servicios vìa Facebook. Una actitud increíble en un país con ningún antecedente de este tenor, desde el arribo de la fe cristiana, hace una gran cantidad de siglos.
Ante tal avasallamiento y, en detrimento de otros sitios donde la pasividad ha sido sorprendente, caso Argentina, sin ir màs lejos. Nadie reclamò nada aquí, en ningún instante. Llamativa pasividad y servilismo.
En Inglaterra empero, 122 iglesias presentaron recientemente un documento ante las autoridades donde consideran, antes que nada, ilegal la suspensión de las reuniones y los cierres intempestivos y sin argumentos sòlidos, de los templos. Lo dañino, interpretan los líderes de las congregaciones, es la abierta violación del Artìculo 9 del Acta de Derechos Humanos, promovida en 1998 y que contempla la plena aplicación del insoslayable aval a la libertad total de culto en toda la extensión nacional britànica, incluyendo Gales e Irlanda del Norte.
Una somera revisión histórica, nos pondrá en autos: jamàs, ni aùn frente a enfermedades, guerras u otras contingencias, se objetò ni burlò el derecho de los individuos a expresar la fe crìstica en las iglesias. Nunca se podò la posibilidad de profesar la idea religiosa en público ni, reitero, el beneficio de juntarse en los sitios de reunión habitual.
La presente irreverencia se une indecorosa a la ilegalidad màs repudiable. Y, en tal sentido, los responsables de las iglesias consultaron a varios científicos sobre el particular tan acuciante, y las respuestas han sido lacónicas y significativas. O sea, preguntados sobre “¿Cuàl es la evidencia científica que aconseje u ordene limitar los servicios con presencia de gente?”, la frase común surge temblorosa: “No tenemos buena evidencia al respecto”.
El tòpico se traslada pues hacia el poder político, el cual ante la llegada de la epidemia china, cerrò todo. Mas el asunto del cristianismo ha calado hondo y las personas no conceden tal permiso intrínseco al Gobierno Inglès. Por eso la redacción de este pedido expreso de retomar las actividades en templos cristianos.
Y no habrá que olvidar, en este contexto prohibitivo, las formas de actuar de la era soviética, en tanto y en cuanto a la cristiandad. Hoy también se dan prohibiciones (no sujetas al virus ni nada por el estilo) en países islámicos de Medio Oriente y Àfrica, como asì en China Comunista y no habrìa que descuidar tampoco los muertos asesinados que ha habido en plena celebraciones de misas.
De modo tal que Inglaterra se convierte en adelantado, aunque tal vez un poco tarde, en la configuración de un amplio repudio al Estado y su autoridad competente por no dejar profesar la cristiandad en épocas de Covid 19.
Por Mario Delgado.-

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho