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Opinión

Adiós, 2020

Se termina yendo nomás el peor año que supimos concebir. ¿O no fue la culpa tanto del año en sí? Lo cierto es que acá nos ven a los argentinos: con plena incertidumbre, alicaídos y sin un mango. Con pérdidas de empleos por doquier y traumados por el súper miedo sugestivo inoculado desde las altas esferas del poder central.
Todo un combo con la esperanza puesta de manifiesto en una o varias vacunas foráneas, para contrarrestar el Coronavirus. Y con las fiestas al hombro, recurriendo a la tarjeta o a ultimar los planes para gastar en forma y abrazarnos de una bendita vez con parientes y amigos. En el medio, los brotes que suben y los temores que crecen.
La vacunita que ya se empezó a dar, es un auténtico show politizado hasta la médula. Hasta un camión de la empresa Andreani es noticia. Ni que decir del vacunado número uno, o dos, o tres. Una reverenda estupidez trepada a primicia por el unicato que nos gobierna y nos confinó durante gran parte de este ciclo que cierra ya.
Quienes mandan han ofrecido un deplorable espectáculo a lo largo y ancho de este 2020. Uno miente, otra engaña. O viceversa, cada quien elija. Alberto y Cristina dan pautas de no llevarse para nada bien. Ella ordena y el obedece y le hace creer a incautos que, en rigor de verdad, es èl quien detenta el timòn del barco. Payasesco y cruel. Y las consecuencias las sufre un estoico pueblo, empobrecido y contenido por 20.000.000 de almas que cobran sustento volátil del Estado. Màs la casta política, sindical y los empresarios amigos.
Caterva de inútiles nunca puestos de raje por un ciudadano demasiado atemorizado este año. Han negociado hasta con la supuesta salvación. Con las vacunas. Viene una u otra, según conveniencias y convenios sostenidos por los efectores del mando.
Como consideran que es poco lo mal que han hecho en este período, tocan la varita mágica y sancionan dos leyes concomitantes el mismo dìa: movilidad jubilatoria y aborto. Nada menos que eso. Por un lado le quitan derechos a los jubilados, negándoles la suba jubilatoria por inflación, y por otro rincón de la cancha, en un país con densidad poblacional de 16 habitantes por kilòmetro cuadrado, meten de lleno la ley que facilita muerte del feto en el vientre materno con total impunidad, castigando incluso al profesional mèdico que se niegue a tal ruin tarea. Legalizar la muerte de inocentes en un tiempo como èste, resulta inoportuno e irreconciliable con la sociedad que reclama un apego a la vida. Pobrìsimo rol de la Iglesia Catòlica en tal asunto. Una casi complicidad de la mayoría de los obispos, con bajada tibia de línea desde los delirios bergoglianos ya insoportables.
Todo se mediatiza como corresponde para distraer en una nación sin respeto ni siquiera a la Constituciòn. De la eternidad de la cuarentena al cierre compulsivo de escuelas. Desde encriptar al hombre y a la mujer, hasta lograr dejar libre al impresentable de Amado Boudou, que dicho sea al pasar, debiese estar preso por decisión judicial nunca acatada del todo.
Los senadores de la oposición presunta, dan rabia. Diez de ellos viraron su voto para dar quórum al oficialismo abortero. Asì no se podrá avanzar en serio jamàs. En un país sin crecimiento económico desde el 2011, lo que acaece da làstima.
A ningún gobernante se le cae una idea como la sociedad precisa. En un contexto de falta de educación, de pobreza gigante, de chicos desnutridos en varias provincias, de ausencia de inversiones, lo único que se gestiona es màs desidia, màs calamidad y màs sujeción a Casa Rosada a cambio de un plancito que permita consumir alimentos y para de contar.
No existe el propósito intrínseco de hacer un país mejor. Todo lo contrario: se ansìa la corruptela, la impunidad y la permanencia en los cargos para usufructo propio.
Mal fin de año tenemos. Con insuficiencias por todos los ángulos. Y con internas en los nidos de poder. Se viene un proceso nuevo que no podrá ser màs promisorio si la gente digiere con miedo todos los versos expuestos desde arriba.
Ya lo decía una leyenda histórica y visionaria, allà por 1984: “Que no cambie el payaso, que se vaya todo el circo”.
Por Mario Delgado.-

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