Opinión
Transición
Sin ser ni pretender ser muy “duchos”, entendemos que la transición requiere de contar con combustible en el tanque para una probable espera que bien podría resultar de largo alcance.
La transición es un paso o cambio de un estado a otro. De una persona colocada adrede en un sitio pero que no tiene proyección hacia adelante, a otra ya prefijada con antelación. No dispondrá esa especie de interinato de más aire del que le otorguen de pura gracia los dueños del entramado.
Un gobierno de transición es un mandato puente, una bisagra entre lo que fue y lo que se supone, vendrá como una esfera de cambio.
Tanta “sanata” previa desemboca en algo sustancial: para doña Cristina viuda de Néstor Kirchner, todo a su caminar es transición porque ella se fijo un proyecto familiar de país que incluye la postulación de su hijo varón, del señor Máximo, actual Diputado, a Presidente de la Nación en las venideras ejecutivas.
Tal bosquejo, subrayan sus allegados, nació hace años. Por tal motivo cualquier atisbo de bondad o desprendimiento hacia otra persona del tándem, es mera coincidencia u oportunismo. El tanque está repleto de nafta como para aguardar de cara al 2023.
Haber mostrado cierta simpatía por el doctor Alberto Fernández y permitirle meterse en las entrañas del Instituto Patria, ha sido solo una gragea conquistadora, una manera sutil de seducir al mismísimo profesor de Derecho y a gran porción del pueblo no cristinista. Una jugarreta estilo Cristina con nada de amor al sujeto en cuestión.
Don Alberto empezó con alto acatamiento de adeptos (80 % de imagen positiva) y hoy bordea el límite de los puntos obtenidos en octubre del 2019. Y encima, el andamio alto cede, con lo cual podría descender aún un tantito más.
Caìda libre e imposibilidad material de formar la elite de “albertistas de verdad”, auténticos gladiadores capaces y capacitados para capear el temporal cristinista.
Hubo un intento tímido encima, de reunir aliados desde varias gamas del universo social, sindical y político incluso. Pero la pandemia o la cobardía hicieron desistir a los ocultos conductores de tal empresa titánica. La mesa pretendía servir otro plato fuerte, además de lo ya consabido y sacar al Jefe de Estado de la dependencia de la pollera de la señora Vice.
Ilusoria aventura diluida apenitas comenzar. A todo esto, las charlas entre ambos líderes son a menudo pero sin la amabilidad que requeriría tal instancia de contacto. Y los desplantes a Alberto han estado y seguirán a la orden del día.
Cristina no desea que Alberto crezca; sino que mengue cada hora más. Que continúe atrapado y sin perspectivas. Le sirvió a sus anhelos para triunfar y todavía le resulta útil para conquistar la Reforma Judicial y otras apetencias propias y coherentes con su estilo.
La capacidad de absorción del Presidente queda a criterio de las circunstancias. El tema es averiguar si él sabe ya, si acepta incluso, el certificado de defunción de su mentora, para luego del proceso electivo del 2023. ¿Qué le podría obsequiar ella? ¿Acaso una honorable diputación?
Si él tratase de revelarse, sería boleta. En todo sentido tal vez. Ella no bromea. Y además, reiteramos, no consiguió soldados a su servicio, con lo cual le vaciaron el tanque mal.
Cristina y su grupo, sin dramas, operan para Máximo 2023. Es inteligente la ex mandataria y asimila que su hijo aún está verde. Que le falta aplomo y capacidad de liderazgo pleno. Sin embargo, ella intuye que irá capacitándose para llegar bien entrenado a la compulsa respectiva.
A propósito, para tal finalidad, también debe ocuparse la mamá de desmalezar el campo de espinos duros. Entonces va con los tractores a pleno contra Horacio Rodríguez Larreta, quien se estima, ocupará un sitial de lujo en la oposición. No de balde arremetió con lo de la quita de dinero coparticipable.
Tiempo de transición es éste. Un desfiladero hacia Máximo.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-