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Opinión

Repeticiones drásticas

Repeticiones drásticas, círculos concèntricos envolventes, cadenas nunca rotas, espirales de violencia continuas, y una evidente imposibilidad de mutar un sistema de vida amargo, cruel y desgraciado. Todo este cùmulo de situaciones aparecen en sendos casos donde las personas estàn sin salida de un laberinto terrorífico y mortal también. 

Un Eterno Retorno sin gloria y con el paredón alto de la locura y la impotencia, siempre enfrente. Desde la sòrdida niñez, se mama, se observa y se sufre en carne viva el desamor, el desprecio y los reiterados y hasta naturalizados abusos de toda índole. 

Hogares que son un prototipo del infierno en la tierra. Madres y padres sin conducta, sin paz en el alma, sin luz. Sòlo transmisores de dolor, de penas, de traumas e insultos de variada calaña. 

Rabias nunca contenidas, alcohol, drogas y falta de respeto por las màs elementales normas de convivencia humana. Y un entorno probable de asinamiento y ausencia de valores. Donde el esfuerzo y el trabajo digno son conceptos odiados y distantes. 

Falta de aseo, de ternura de claridad en mentes y corazones. Los progenitores se putean y los hijos oyen y copian. Y calcan las disputas y los golpes. Normalizan lo demencial y se refugian luego en relaciones bajo idéntica perspectiva. 

Quien no razone desde adentro, quien no intuya este universo oscuro y sin sesgos de romanticismo y amor, no puede ni asomarse a la espesura de tal bosque tupido en maldad y desventuras. 

Estas situaciones han de contemplarse desde la òptica de quienes están insertos en tal òrbita. Porque es toda una patologìa de la cual cuesta horrores huir. No se compra un antídoto o una vacuna para o contra estas mugres. Y a veces los deseos no bastan y las amistades o parentescos cercanos, tampoco auxilian a las víctimas. Y no lo hacen por el sencillo motivo de que son iguales o peores que el propio ambiente del que se procura saltar. 

Y, además, no habremos de olvidar la realidad de que quienes son esclavos de semejantes dislates, no poseen, no han alcanzado siquiera a vislumbrar otra cotidianeidad. Estàn sujetos a una fuerte piedra que los obliga a agacharse ante el màs fuerte, el màs perverso, el màs basura del clan. 

No han respirado aire fresco ni acariciado la libertad ni las buenas intenciones. Puede un beso representar para estas almas trémulas, un preámbulo de un manoseo, de un acto sexual obligado so pena de golpes o torturas psicológicas angustiantes. Un abrazo no vale la amistad o el compañerismo de fuera del castillo embrujado. Es una demostración de algo feo que viene después. ¿Se me comprende?

Lo que se vio se replica, consciente o no, con el devenir de los años. Se llegarà al sexo sin amor muy fácil y prontamente. Arribaràn criaturas de distintos padres y el acertijo no se devalarà jamàs. Mujeres – madres golpeadas, hombres – padres pegadores. 

Las mujeres buscaràn hombres bien machos, rudos, sin corazón. Por la inercia de lo palpado y padecido desde el vientre de la mamà. Salvo muy valientes y contadas honrosas excepciones. Y la sociedad en su conjunto, de mientras,  procederà cual espectadora de lujo situada ante la pantalla led. Se quebrantarà momentàneamente ante un nuevo femicidio y diràn todos a coro: “¡Què barbaridad! ¡Nadie hizo nada!”

Es màs factible denunciar una “juntada” familiar en una vivienda hoy, que denunciar un tema de violencia de gènero. Pocos se meten y los que lo hacen, suelen referir que la dama en cuestión, retoma los hábitos con su pareja o novio pegador. Por tal motivo, se apartan de cualquier atisbo de ayuda. 

La podredumbre circular cautiva y encripta. No permite distinguir blanco de negro. Bueno de malo. Amor sincero de anhelo brutal y despótico de posesión. No se miden asì los sentimientos y actitudes en este sub mundo de cloaca. 

La comunidad en general y el Estado se deben un examen de conciencia ante estos casos tan medulares. Y además, hacen falta recursos, dar educación, dar empleo. Y asistir de verdad a las pobres víctimas. Y LOGRAR QUE ELLAS SE DEJEN ASISTIR.Y tal tarea no es para cualquiera. No es soplar y hacer botellas. Fàcil cosa es cargar tintas sin interiorizarse uno del dilema. 

Se habla de no estigmatizar y con ese verso pueril y macabro a la vez, van transcurriendo los años. Por eso, seamos claros: ¿Còmo pretender que un pozo de agua contaminada, contenga también un poco de agua límpida?

En el fondo, muy en el fondo, puede existir un ardoroso espíritu de cambiar, de proceder a una novel vida, sin roedores humanos pululando. ¿Pero còmo se conquista ese planeta, desde la soledad, la incomprensión y la desconfianza?

Esa es la gran deuda de todos, mis amigos. Pero no hagamos lo de costumbre: batir palmas un rato y volver cada uno a lo suyo. 

Por Mario Delgado.- 

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