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Opinión

Hay que tener cuidado

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Hay que tener cuidado. Exactamente eso. Si tu profesión es el periodismo, debieras sentir ya la presión del poder central que trata de coartar libertades y expresiones que le son contrapuestas con su visión piramidal y sin concesiones.
Como si alguien dudase de tal situaciòn, llegó la misiva de la señora Vicepresidente Cristina Fernàndez donde, una oportunidad màs, agrede a los medios y denosta la actividad de prensa.
Como en otras ocasiones, sus dichos caen livianos en mucha gente. Todavìa hay quienes no perciben la gravedad de los momentos que se palpan alrededor.
En tal contexto, no habrìa que minimizar ni tergiversar las piedras arrojadas desde septiembre de 2018 sobre varios trabajadores periodísticos. Estos periodistas de investigación han sido calumniados y hasta procesados por meterse de lleno en el fango de la corrupción de quienes se creen inmunes. Daniel Santoro, del diario “La Naciòn” es uno de ellos.
Aunque la nòmina de informadores amenazados y vilipendiados es extensa. Porque la idea fuerza de los poderosos es directa: no anhelan para nada que se los husmee, ni que se los mencione en notas complejas donde sus nombres manchan el buen gusto de la sana política vernácula.
Los tentáculos de los sospechados encumbrados, llegan férreos hasta los muros de Comodoro Py, por ende muchas veces las investigaciones a funcionarios o ex funcionarios, se truncan sorpresivamente, dejando boquiabiertos a los impulsores de los expedientes y, por supuesto, al pueblo de noble voluntad, àvido por cierto de un cambio estructural de valores.
Sin dudas, con tal telòn oscuro de fondo, no resulte tampoco nada casual los escraches a sendos periodistas, llevados adelante en variadas ciudades del país. Inclusive con ataques físicos o quema de vehículos. Clara intención de amedrentar y fijar posiciones ante los gritos alarmantes de la verdad hablada o publicada.
Meter preso a un periodista o destruir su tarea, desacreditándolo, es un esfuerzo constante de gobiernos fuera de la Ley. Hace apenas horas, en concordancia con esta triste barbarie, que el Presidente de Venezuela Nicolàs Maduro, reconoció haber detenido a un conocido hombre de prensa de tinte “opositor”.
O sea, el mensaje es clave, sin atenuantes. No importa la búsqueda permanente de información, el ir en pos de las fuentes fidedignas. No, por el contrario: lo interesante es solo mantener las apariencias del mandamàs de turno.
Idènticas actitudes se repiten. Y no solamente con los màs subidos a la cresta de la ola; también se da con “pichones de gàngsters” que desean mantenerse en las sombras. Acà mismo en Olavarrìa, el martes 20 de octubre, parte del periodismo local fue salvajemente atacado y las muestras de repudio ante tal circunstancia, han sido tan tìmidas que dan risa. O pena.
A todo esto, y volviendo al plano nacional, a la viuda de Nèstor Kirchner no le simpatizan los periodistas de corazón. Es algo tan asumido. Por ende no asombran sus frases hirientes contra la labor periodìstica. Su última carta es un puñal filoso. Empero, ¿debiese acaso trastornar que su creación, que el señor Primer Mandatario Alberto Fernàndez, ordenase a sus lacayos sacar de en medio de las redes sociales a un famoso joven “youtuber”, que se hace llamar “El Presto”, por sus insistentes videos de carácter opositor al poder actual?
Reitero: el propio Jefe de Estado en persona, puso su autoridad en marcha para quitar una mancha en su traje de líder inmaculado.
Porque su aliciente no dista del que posee su mentora. Porque su sueño es idéntico: no tropezar con periodistas o “mediáticos” que lo cuestionen. Es bueno recordar enojos presidenciales ante preguntas fuera de òrbita. De la òrbita de la obsecuencia tan genuflexa de ciertos medios comprados por Casa Rosada.
Aquèl engendro de otra época, “6 7 8”, ya no vive màs. No obstante, el espíritu de pretender matar al mensajero persiste. Sobre todo en medio de un tiempo de Decretos a troche y moche y disparos a mansalva de planes sociales. Sobre todo en un gobierno que pisotea la Constituciòn cual si tal cosa fuese una gracia.
Y, entonces, a nadie sorprenda un Canal capitalino financiado por la corrupción, abriendo los grifos cada rato en favor de Balcarce 50. Sin crìticas ni reflexiones. Sin interesar para nada la equidad de la noticia. O la objetividad.
Tambièn en algunas provincias del norte argentino, se vislumbra un sesgo maligno para hacer retroceder la ofensiva de la prensa independiente. No es fácil hoy llevar la mochila de la noticia, de la investigación, de la entrevista sin filtros.
Bueno, sin màs rodeos y para terminar, la voz de alerta ya fue dada. Que cada quien la tome o la desprecie. Despuès se van a acordar.
Por Mario Delgado.-

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho