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Opinión

Buscar una luz

Nos aproximamos a los siete meses de encriptamiento en esta nación presumiblemente soberana. Una impresionante cuarentena que trasladò hacia los habitantes màs yerros que logros. Màs penas anexas que sosiego. Y que ha puesto los pilares de la debacle total.
Un túnel sin perspectivas de luminosidad. Sòlo reinan incertidumbres y avisos de mayor pesar, sin atisbos de un programa concreto para paliar situaciones y encarrilar el tren. No existen rondas de diálogos con los ejes de la política opositora ni con las entidades sociales. Solamente decretos, imposiciones unicatas y soberbia.
Por si todavía alguien sueña con otra cosa, vale señalar que la Argentina es el segundo país del mundo con caída libre de la economía. El ìndice interanual demostraba su voz de alarma que Casa Rosada no escuchò, con un 26,4 % de descenso en abril y cerramos junio con 19,1 % de baja.
El Gobierno Central, apelando a disposiciones del populismo, echò y echa mano a recetas ya destinadas al fracaso: emitió y emite dinero sin control, obteniendo mayor devaluación e inflación cada jornada màs alta. Y, aùn con la persistencia del asistencialismo a través de millones de planes, se contabiliza hoy mismo, mis amigos, una línea descendiente en el consumo interno de lo elemental: los alimentos.
Esto se debiera incluir en la pèrdida constante del poder adquisitivo de la gente por la casi muerte del valor del peso argentino y por los indomables aumentos de precios de todos los artículos que se puedan tildar de necesarios para comer a diario. Las frutas y verduras, por ejemplo, escalan la montaña sin arneses, costando un kilo de morrones $ 400 y un kilo de tomates $ 270. Asì no hay billetera que aguante.
En este contexto de dislates sin soluciones mágicas, se menciona la cifra de 884 mil positivos de Covid 19 desde el arranque. 709 mil recuperados y 23.581 fallecidos con esta patología. Estamos entonces entre los siete países con màs cantidad de casos y menos testeos. ¿Còmo? Exactamente como suena: se realizaron y se hacen escasos testeos en comparación con lo que se debiesen hacer. Es una inquietud que subyace pese al tiempo de aislamiento que lleva el pueblo. Una contradicción inviable desde la òptica del sentido común; pero tangible desde el vèrtice de la pràctica.
Balcarce 50 adopta aùn medidas de corte dictatorial. Sujetando gobernadores e intendentes. Y sin llamar a una gran mesa de charla constructiva, de cara sobre todo, a lo que vendrà de aquí a fin de año y luego. Si hay un luego, por supuesto.
En la propia China, generadora del virus, el absoluto cierre de toda puerta durò un par de meses y luego la vuelta al trabajo, al estudio, a la vida, con protocolos sì, mas con la frente elevada, no cabizbajos y genuflexos como acà.
La libertad sufre en el medio, bamboleante, y todavía no lo advierten varios actores de la cotidianeidad. El pueblo està en aptitud de reclamar lo que el Ejecutivo ni piensa: un pacto social, un camino alterno a tanta ineptitud demostrada.
Por Mario Delgado.-

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