Opinión
Acampe y tacto

Despuès de varias semanas de permanencia en el corazón de la ciudad, los acampantes se metieron en la Municipalidad para ser oìdos. El lunes habían trabajado mucho acomodando los destrozos del temporal que les rompió incluso una carpa allende la calle Rivadavia.
La cuestión no es simple porque las necesidades en su gran mayoría, hemos de concluir que son comprobables. O sea, las carencias manifestadas por los protestantes, existen.
El análisis empero que hay que realizar es el còmo y el por què se llegó a decidir, desde algunos sectores sociales y políticos, visibilizar tal pedido expreso de esta forma tan peculiar.
La exposición pública es todo un tema. Pero la delicadeza de la materia en sì, no fue contemplada por todos en un principio. Porque las personas organizadoras cuentan con avales para construir un clima de ebullición en la población y dividir aùn màs las visiones de la sociedad local.
¿Quièn està en verdad detrás? El guevarismo proyectado hoy hacia Juan Grabois, y otros componentes que prefirieron no hacerse notar pero fogonean las almas de los apenados para buscar respuestas òptimas.
No resulta fácil tarea estar por allì todos los días. Con niños y con las heridas a cuestas. Y con la incertidumbre y el temor de no saber què será en definitiva lo que sucederà.
El liderazgo es compartido a medias. Y las diferencias de criterio también se han dado. Las asambleas permeabilizan el diálogo entre las personas asistentes, pero la idea fuerza ya ha sido cristalizada por el hombre orquesta de la Mesa de Emergencia.
La contención se da entre las mismas chicas y señoras que sufren por varios motivos. No todos los casos son iguales y no todas han empezado a padecer ahora. Aunque conmueve oìr el lamento de sus cuitas y dudas sobre el porvenir inmediato. Algunas aducen no poder abonar un alquiler y otros aspectos pasan por necesitar materiales para refaccionar sus casas.
Viejas y nòveles historias se juntan y estremecen los ànimos sinceros de quien preste el oído. La insensibilidad nunca es buena consejera.
La actitud municipal por su parte, fue de introducir la figura del intermediario y tratar de llegar a un acuerdo que descomprimiese la situación tan acuciante. Hilario Galli, Secretario de Gobierno, lo puso en el centro de la escena a Diego Robbiani, Secretario de Desarrollo Humano. Èste funcionario tuvo un encuentro con Lorena Merlo, vìa Mariano Ciancio y la perspectiva de mejorar la crisis, no cuajò.
Se pensó desde la puesta en escena del reclamo, en un encuentro cara a cara con el Intendente Ezequiel Galli, mientras se abrìa el libro de anotados para dejar constancia de requerimientos de viviendas u otras carencias urgentes o mediatas. Una especie de Censo Habitacional para poner en autos a todos de lo que precisa Olavarrìa.
La prolongación del acampe se debe empero a tácticas y estrategias empleadas por los brazos y mentes que propendieron a tal medida. No ha resultado gratificante para mucha gente, toparse cada jornada con este complejo de carpas y con la irresolución del problema que mutò luego en conflicto.
Hay una cualidad sobre la que escribì en otras oportunidades y que se llama “tacto” y otra vez, como tantas veces desde que el mundo es mundo, no se la vio arribar con premura.
Una interna todavía encubierta dentro de las filas comunales, una disparidad de opiniones, y un relajo que no fue bueno que se diera. Una exposición del Gobierno Local innecesaria, mis amigos. El Jefe Comunal hubo de timonear rápido de reflejos este dramón y resolverlo con autoridad y presencia. Y altura, haciendo gala de sensibilidad ante la adversidad de los “peticionantes” y cortando de raìz con posibles vuelos interesados de gaviotas que vuelan detrás de las màquinas agrícolas al arar la tierra fèrtil.
Una ocasión màs en la cual la Municipalidad, subestimò el arraigo al conflicto de cierta figura repetida. Falta de tacto, asì de simple, frente a un entramado que resume necesidades ciertas con intereses partidarios y pista de lanzamiento de incursiones de grueso tenor en aras de profundizar la brecha.
Y no todos los actores de este lìo, realmente desean que algo cambie para bien.
Por Mario Delgado.-

