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Opinión

De la salud

La Ley Nacional 27.548 denominada “Programa de Protecciòn al Personal de Salud ante la pandemia de coronavirus Covid 19”, màs fácil de hallar como “Ley Silvio”, es esplèndida, amplia, contemplativa y fue objeto de adhesión unánime en la Dècima Sesiòn del Legislativo local en la mañana de este jueves 24 de septiembre. 

Fueron las ediles Alicia Almada, Frente de Todos, y Victoria De Bellis, Cuidemos Olavarrìa, quienes apuntalaron esta normativa y sellò el cìrculo de alocuciones Guillermo Santellàn, también del F. de T., quien se ocupò màs de criticar la gestión del Intendente y su equipo en el marco de esta instancia tan única. 

Almada expuso que la expresión de “Ley Silvio” va en honor al primer enfermero, de tal nombre, fallecido con el virus coronado en la localidad bonaerense de Julio Korn. La postulò como una herramienta de sumo interés en este triste contexto, y preguntò a sus colegas del oficialismo por el Bono que ya debiesen haber percibido los efectores de la salud, el cual empero subyace aùn en un limbo de espera. 

De Bellis centralizò su mensaje, además del conspicuo elogio a la decisión del Congreso Nacional, en mirar un tanto la actitud olavarriense de cerrar las dependencias comunales donde parte de su personal han resultado infectados. Presentò algún ejemplo puntual de los inconvenientes de los vecinos ante las oficinas de persianas bajas y propugnò por una solución alternativa que facilite la tarea y la posibilidad de funcionar cada ala, aùn ante contagios. 

Ahora bien, la veintena de manos alzadas aprobando esta adhesión, esta simpatía plena con la Ley que data de 11 artìculos y que fue concebida un 21 de mayo de este pendular año, nos pone a la sazòn de tratar de interpretar un poquito, aunque màs no sea, la cuestión medular, la razón de este envoltorio tan abarcador al que mencionamos como “salud”. 

El articulado de la expuesta ley es formidable. No deja lugar a grises: explora todos los aspectos y entrega la satisfacción, dentro del clima de tensión que ha generado la enfermedad, por supuesto. Vale la pena leerlo y releerlo si es preciso. Y subrayarlo en sus líneas màs conmovedoras. Porque esta Ley logra eso: emocionar. 

Sin perjuicio de ello y sin caer en contradicciones, les propongo hacernos una pregunta tal vez clave: ¿Acaso en la praxis diaria se ha trepado a los escalones de esta normativa? Y, hete aquí, mis amigos, se nos abre un canal intenso e interesante de análisis y nuevas investigaciones. 

Las conclusiones son varias y de variada intensidad. Lo màs común es el grado ya compulsivo de hartazgo y estrés del personal en general. Desde los médicos, pasando por enfermerìa, camilleros, ambulancieros, administrativas, limpieza, o sea: todo el plantel siente idéntica conjunción en cuerpo y alma. Agotamiento y decadencia de la propia salud. Falta de sueldos dignos y acordes y ausencia màs de una vez, de insumos exigidos, pero no a la vista y alcance de quienes lo necesitan como al pan nuestro de cada jornada. 

Una gran contraindicación, hablando en los términos de los facultativos y de los farmacéuticos. Se les demanda cordura y buena atención, 24 horas si es factible; mas sin velar por los elementos básicos. Pero si ni asistencia psicológica tienen. Entonces, ¿de què nos disfrazamos?

En una reciente entrevista exclusiva con la abogada capitalina Elisabeth Campos, en “Opiniòn Olavarriense” por Radio Libertad, la profesional aseverò muy compungida sobre la “cantidad de doctores que renuncian y otros que vienen a verme desesperados para hacer rápido un recurso de amparo para cobrar la ayuda de las ART, las que se niegan de por sì a pagar si no existe un papeleo engorroso y burocrático complicado y perverso”. Y anexò otro condimento: “Muchos médicos tienen un problema de contratos precarios, por fuera del marco regulatorio. Por tal motivo, ganan solo por las horas de trabajo y en negro y no pueden acceder a ningún beneficio social si contraen el virus. Estàn desamparados”. 

Incòmoda circunstancia la que se nos ofrece en bandeja. Se dice una cosa y se circunscribe  otra apartada de la presunta valoración del guardapolvo blanco. 

Y, para cerrar por hoy, encontramos un video en Facebook de la señora Jimena Garcìa  Lòpez, eximia locutora y secretaria de Cemeda desde hace bastantes años. Sin desperdicios ni condicionamientos este posteo viral. Autèntica ella, haciendo “catarsis” y casi implorando una dosis de ubicuidad y respeto por parte de quienes van al recinto sanitario. Otra veta no asimilada es esta. Las pequeñas normas de saludar y tratar de entablar una mínima charla, pese al dolor y la calamidad del momento. Porque de ambos lados del mostrador existen seres humanos àvidos de un poco de reconocimiento . Empatìa le dicen ahora. Buenos modales, se decía antes. 

Quizà, dentro de todo, ha llegado el instante de comprender que un paciente es algo màs, mucho màs, que una buena o mala mutual, por un lado y por el otro, que detrás de los guardapolvos se encuentran también sentimientos. 

Por Mario Delgado.-

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