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Opinión

Indiferentes ante Facundo

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Se ha visibilizado, se ha mediatizado mucho màs el intrigante caso de la desaparición del joven Facundo Astudillo Castro de 22 años de edad, que el de las otras 93 personas que han sido violentadas en esta etapa de Aislamiento Obligado.

Quizà por el despliegue dispuesto por su familia, fundamentalmente su señora madre, con la que el joven, conviene citar, habrìa sostenido cierta discusión horas previas a salir de su casa en la ciudad de Pedro Luro, rumbo a Bahìa Blanca en un claro y unilateral intento de recomponer un noviazgo trunco con una chica bahiense.

La idea de Facundo fue viajar a dedo, ya que, resaltemos, se vivía un momento muy estricto de la cuarentena, sin ningún tipo de transporte público.

Desde el preciso instante en que fue visto por última vez, a fines de abril, existe un frenètico trabajo de búsqueda, por un lado, y una red de encubrimientos y contradicciones sugestivas en otro orden. No se termina de descartar la hipótesis de la progenitora del muchacho, la cual sostiene la presunta autorìa policial en esta desgraciada trama.

Cuatro uniformados sospechados y un Fiscal Federal recusado y mantenido en su sitio por la Juez Federal. Y las dudas que se acrecientan con el correr de las semanas.

Organizaciones como la ONU y la Asamblea Interamericana de Derechos Humanos, han hecho oìr su voz de alerta. El propio Presidente de la Naciòn se ha puesto a disposición de la familia de Facundo.

Las últimas novedades acaecidas no son alentadoras para nada: restos oseos hallados y otros elementos, como una zapatilla, podrían establecerse sin demasiadas vueltas, como del infortunado enamorado.

El clamor surge por sobre los componentes de encubrimiento o intenciones de desviar la atención hacia otros carriles investigativos, como por ejemplo, tratar de aleccionar a todos bajo el paraguas de una probable caída del pibe en un oscuro pantano, poblado por alimañas y cangrejos.

Pero las evidencias sugieren otra alternativa y se expresan con fotos tomadas y con pruebas que abonarìan la posibilidad de una especie de “acoso” de algunos servidores del orden. ¿Se lo detuvo acaso, contraindicando los reportes de la bonaerense que narran que lo dejaron ir, luego de los retenes y de identificarlo un par de veces el mismo dìa, en dos puestos de vigilancia distintos?

¿Es factible elucubrar la teoría de una aprehensión forzosa, vaya uno a saber a raíz de què discusiòn? Algùn abogado cercano a la familia del pibe, ha deslizado la presunción de un altercado nimio que, sin embargo, abrió la puerta al caos. Otro atajo puso en tela de juicio a los hermanos y/o allegados de su ex novia, quienes hubiesen forjado un plan macabro para evitar que Facundo volviese a arreglarse sentimentalmente con la joven.

Castillos de naipes de escasa consistencia pràctica, dada las muestras que van apareciendo. Indicadores casi certeros, a esta altura, que la Policìa no podría huìr de su propio laberinto. Pero aùn la espada de las conjeturas, briila.

Hete aquí, mis amigos, que en medio de incursiones al cangrejal de Villarino y de las exposiciones de su mamà, se realizò un movimiento de apoyo a la creciente demanda de Justicia por Facundo. Tuvo también su repercusión local.

Referentes sociales y de sectores de izquierda, llevaron adelante una movilización el jueves 20, desde las 16 horas, partiendo del Paseo Mendìa al Parque Mitre y regresando luego, con consignas directas en contra del “hombre de la seguridad” doctor Sergio Berni. Sabido es que el tal señor no es bien observado por la madre de Facundo. Ciertas actitudes y ni siquiera haberla contactado, truncan cualquier esbozo de mínima empatìa hacia el funcionario.

Mas, las exposiciones narrativas se detienen al menos un minuto en absoluto silencio cuando hemos de contabilizar la cantidad de olavarrienses presentes, la totalidad de quienes comulgaron aquí con esta cruzada pro vida, pro verdad, pro saber en definitiva, de què se trata todo este embrollo trágico.

Y los cálculos màs optimistas diràn con vergüenza ajena: “NO HUBO MÀS DE 25 PERSONAS”. ¿Còmo? Sì, leyeron exactamente ese numerito. 25, si queremos sellar un espacio que quedó eminentemente vacío. ¿Excusas habrá para los que no adhirieron?

Por supuesto que se ensayaron ya varias. Desde la ideología predominante de los orquestadores hasta la maldición de la pandemia. Desde el horario, hasta el temor de salir y ser visto en semejante protesta. “No es tiempo de estas actuaciones pùblicas”, sentenciò alguien como para atar cabos sueltos. “Pero si ni sabìa”, gritarà otro desprevenido crònico.

Làstima da y a su vez, lastima la frialdad de esta comarca ganadera y cementera. La pesadez de la indiferencia social. La espesa niebla que no permite obtener mejores imágenes de lo que realmente pasa. Y el peligro latente de que un dìa nos toque sufrir en carne propia y no haya ni un alma solidaria acompañando el dolor entrañable.

Podrìamos epilogar esta nota de opinión con una pequeña parte de una canción del mìtico compositor y cantante catalán ya fallecido, Jesùs De La Rosa que versaba asì: “Porque a mì me atormenta en el alma tu frialdad”.

Por Mario Delgado.-

 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho