Opinión
De la mano de obra local
El debate fue interesante en la Sexta Sesión del HCD, y aportó bases para determinar algo sumamente lógico y que ya debiese estar superado: lo más importante en tema laboral es que sea con mano de obra local.
Ante un Pedido de Informes a Rivadavia y San Martín, por un reciente Decreto donde se habilita, con ciertos recaudos por cierto, el arribo y permanencia de trabajadores foráneos, el tándem opositor expresó su descontento y disconformidad con una cuestión casi elemental nunca resuelta del todo por estos pagos: el arribo de fuerza laboral de otras localidades a cubrir tareas que, a entender de la vereda de enfrente política, tendría que concretar el universo trabajador nativo.
Pero a decir verdad y ser auténticamente sinceros en esta atrayente disyuntiva, mis amigos, el “mambo” viene de lejos. No es una cosa novedosa ésta. Lo que sucede es simple: se produce como una actualización del tópico en oleadas, de acuerdo a momentos históricos y laborales de Olavarría. Mas es una materia pendiente e irresoluta. Con responsabilidades varias.
Si hacemos un poquito nada más de historia, habremos de recordar que a mediados de la década de los 90, se inició la construcción de un hiper mercado céntrico, bajo la firma comercial “Casa Tía”, (hoy “Carrefour”), y allí se empleó mucha gente extranjera. Fundamentalmente bolivianos y paraguayos que “trabajan sin protestar y sin dramas sindicales”, según lo expuesto por un referente de la obra a este cronista en ese instante.
Por supuesto que no habrá que ignorar el rol gremial. No existe la inocencia en nada. Y otra de las excusas exhibidas en esta y otras obras, ha sido la constancia y cumplimiento de los obreros de afuera, en contraste con los de acá “sumamente faltadores”.
En consecuencia no siempre se ha citado un ejemplo de no conseguir operarios de esta comarca; sino que los vernáculos “no rinden lo esperado o lo deseado” por la patronal, ya sea para una operatoria pública o privada. Y ese no es un costado menor de la discusión. Porque: ¿Qué empleador quiere tomar personal inadecuado o revoltoso?
Otras ocasiones las incidencias sindicales han sido determinantes para cortar el lazo con la gente de la ciudad. Los foráneos que vienen no “hacen problemas gremiales ni se adhieren al sindicato”, afirmará raudamente un señor capataz.
Con todo este mar de fondo, y algo de ello expuesto, algo no, Juan Sánchez del Interbloque “Frente de Todos” se subió a la cresta de la ola, siendo él mismo un abogado laboralista como ya es sabido.
Vestido todo de negro, el edil desacreditó el Proyecto oficial y dio su parecer, tomando como epicentro la necesidad de ocupar gente de aquí y mirando de reojo otro documento del Intendente del mes de mayo, donde se aconsejaba a los empresarios optar por las manos olavarrienses a la hora de ocupar trabajadores.
Con la pandemia de fondo y la necesidad de ser cuidadosos, tampoco le agradó al concejal peronista, la sustancial incógnita de no saber “¿dónde irán a vivir quienes vengan, sin los hoteles aún habilitados?”.
Puso énfasis en “darle trabajo a los de aquí o empero, capacitarlos para poder lograr que hagan los trabajos específicos que se requieran”. El imaginario colectivo y el del propio edil, voló hacia los hombres de San Nicolás envueltos en la polémica.
Acto seguido, su compañera de bancada Mercedes Landívar no ahorró críticas al Ejecutivo, al cual despojó de todo eufemismo al pontificar: “Falta proyección de la ciudad”.
El pan ya estaba horneado pero hubo quienes prefirieron quemarlo un tanto más. Inés Creimer, también del Interbloque, se subió al carro de la catapulta para sugerir una coproducción con las Facultades y Centros de Capacitación o Formación Profesional, para salir a la pesca de oficios y profesiones que todavía no se practiquen en esta tierra cementera.
Guillermo Santellán cerró las alocuciones del sector, contando acerca de algunos casos de personas que precisan de un técnico en marcapasos de Buenos Aires que no puede ingresar a la ciudad y, lógicamente, ha quedado un hueco en la atención esencial de varios vecinos por tal motivo.
El espacio “Juntos por el Cambio” opinó a través de Guillermina Amespil que no era bueno apoyar tal pedido y se votó, obteniendo mayoría la decisión de rechazar entonces la demanda de informes.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-