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Opinión

Y, retrocedimos, nomás

Cinco hechos que generan dudas e incertidumbre vecinal.

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1.- El camión de gran porte detiene su marcha ya cansina en el puesto de vigilancia de ingreso a Olavarría. El chofer se despabila de su modorra con la entrega del permiso solicitado y algún otro documento que le piden. El frío cala los huesos y la maldita humedad de esta zona. El vehículo pesado proviene de Rauch y entra lo más campante. No hubo revisión de la caja donde venía una familia para festejar un cumpleaños aquí y luego regresar a la localidad de origen. Como entraron, saldrán luego: sin novedades en el frente. 

2.- En otro lugar y quizá en otro minuto, un grupo de almas se reúne en torno a un tradicional y exquisito asado, la comida argentina por excelencia. Diversas personalidades reconocidas están allí al calor íntimo de las brasas. Entre esas figuras se halla un escurridizo señor que ha mentido en la posta de vigilancia sobre su destino. Finge ir a un sitio y en verdad se las toma para Buenos Aires, a comprar dólares, divisa norteamericana que posteriormente venderá acá a gente de “alcurnia”. 

Varios contagios fueron surgiendo a raíz de trampitas como éstas. Ni que decir de las fiestas privadas o de los operarios foráneos moviéndose cual pez en el agua, mientras la comarca dormís su letargo “cuarentenero”. 

3.- Y una nómina de “sospechosos” (suena muy mal, pero les dicen así) y pacientes con Coronavirus, con membrete municipal incluido, circulando viralmente.  Razones hay pues para investigar. ¿Por bronca o contra política se desbocó el pingo? No habremos de creer que tal actitud de difundir nombres ha sido casual o una inocente broma de pésimo gusto. Nada es casualidad, ni liviandades, mis amigos, y menos después de la demostración práctica del señor Jefe Comunal del hartazgo poblacional por el impuesto proceso de aislar a la gente. 

Al rato surgen gritos y voces muy comprometidas de cierta parte de la Justicia, tocando las fibras del personal sanitario en general, o sea en el Hospital y en las efectoras privadas. El horno arde pero falta aún que arda Troya. 

4.- A propósito de la vuelta sin eufemismos a la Fase 1, quisiera compartir con ustedes un mensaje que recibí de una señora, esposa de un obrero de Loma Negra: “Delgado ponete los pantalones. El Intendente dice Fase 1 y es mentira. La gente de las fábricas trabaja igual. Cementos Avellaneda y Loma Negra. Sólo van a reducir el personal, lo que quiere decir capaz que algunos a casa y que sigan yendo los catangos. Pero todos tienen familia. Fase 1 sólo era esencial, no ir a barrer pisos a la fábrica. ¿Cómo quiere que nos cuidemos si la fábrica trabaja? Van ocho horas y vuelven a casa. Claro, los familiares no somos gente y los trabajadores son sólo negros. La verdad, una cagada. No es joda. Yo no me quiero enfermar y menos mi nene. Nada, sólo pregunto ¿si volvemos a Fase 1, por qué las fábricas pueden seguir trabajando?”

5.- El barrio “Coronel Dorrego” está convulsionado. Súper estigmatizado. Con presencia del virus coronado la tragedia se desató y se desbordaron cauces normales de convivencia vecinal. La dirigencia fomenteril de ese ámbito, nos expresa: “El barrio no está aislado ni vallado. Queremos además pedir empatía hacia el otro. Es cierto que hay casos de Covid 19 en el barrio, pero ya se han tomado las medidas de prevención necesarias para que todo siga con total normalidad. La familia ya fue aislada por el Municipio y tenemos muchos vecinos y agrupaciones y personas que quieren mucho al barrio y están dispuestas a ayudar frente a esta situación. No queremos entrar ni pertenecer al pánico dado en el momento”. 

Por Mario Delgado.- 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho