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Opinión

Qué fácil es hablar de endurecer la cuarentena

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1.- Varios funcionarios de alto rango han sugerido un eminente endurecimiento “ cuarentenero” si la pandemia del Covid 19 no afloja. Tal actitud debe ser revisada como un esbozo demagógico supremo, puesto que todos los indicadores de salud mencionaron desde el vamos, la gran posibilidad de que en invierno nos “surtiéramos” de casos del virus coronado y de otras patologías respiratorias propias de la época. 

Entonces se evidencia con creces el verdadero espíritu de quienes ostentan puestos de poder: la idea fuerza es continuar con el pueblo encerrado. 

El Viceministro de Salud de la Provincia, doctor Nicolás Kreplack, expresó: “Hay que cerrar todo y volver a Fase 1”. El Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, remarca su propuesta axiomática de “endurecer la cuarentena”. 

Apenas horas atrás, en la Residencia de Olivos el Presidente de la Nación fue en idéntica sintonía, sobre todo a raíz de un avance de contagios en el AMBA y en ciertos lugares capitalinos. 

Es interesante reflexionar que es un momento harto difícil éste; el más complejo y complicado desde el inicio epidemiológico. Hay peligro de colapso hospitalario y ausencia de camas para recibir una “invasión” de pacientes con esta problemática mundial. 

Sin perjuicio de ello, bien podríamos adentrarnos en varios tópicos inherentes al tiempo de preparación que tuvo el espectro sanitario. Por un lado se han olvidado de atender distintas enfermedades. Por otro lado, bien vale apuntar que no hay asistencia psicológica a gente con trastornos a causa del aislamiento. 

A su vez podemos inquirir ¿por qué no predispusieron más asistencia hospitalaria, teniendo tres meses de gracia autoimpuesta por ellos mismos? Y, a no perder de vista que cada quien de los pregoneros de la cuarentena eterna, poseen un suculento sueldo asegurado desde la órbita estatal. No existe preocupación en ningún “sponsor de la medida” por llegar a fin de mes o ni tan siquiera, por ver que llevan a la mesa familiar cada jornada. O sea, es poco humano jugar tan así con la población. 90 días de encierro y diagnostican volver a empezar o mantener cautivo al manso rebaño argentino que se consume de impotencia. 

Casi el 50 % de las pymes en ruinas. 44,2 % bajaron las ventas por el Día del Padre, en relación al 2019. Y en el colmo de la burla a la buena voluntad ciudadana, el “remozado” INDEC nos tira en la cara “embarbijada” una ridícula cifra: $ 193 precisa, según el organismo estadístico, un adulto para comer por día. Risas aparte, desde luego. 

2.- El señor Jefe de Estado se recluyó porque tomó una alta dosis de miedo. Ese que tanto ha inoculado. Dejó repentinamente de viajar en campaña y de ocuparse de conseguir adeptos “albertistas” de cara a un mundo postmal. 

Medio complacido porque la perspectiva del violento default se esfuma, gracias a las gestiones del Ministro de Economía don Guzmán que pilotea la nave con sigilo. Ah, y otra señal del cielo ha sido la especie de “alianza” tejida con el temible FMI, el cual ha subrayado que este país sureño no quiere defraudar a los acreedores. 

La sucesión empero de políticos con Covid, hizo temblar el estrado y que don Alberto se guardase. No hay distinción de castas ni posición económica. Es en lo único que este inmundo demonio equipara su accionar. 

En este proceso el Ministro de Salud se balancea muy mal. Le ha  pifiado mil veces y sigue ahí, firme junto al pueblo. Como pronosticador es un desastre. Primero era marzo el minuto de eclosión. Hoy es este mes y luego julio. Impresentable. 

3.- El caso Vicentin, con todas las aristas que queramos anexarle, pegó mal en Balcarce 50. Hizo retroceder al Ejecutivo que había dicho: “Al Juez hay que explicarle que los DNU son leyes”. 

Seamos directos, sin rodeos inventados para la “gilada”: poder y plata eso representa quedarse con la empresa casi ya centenaria. El resto del coctel es puro verso, fuego fatuo para distraer a la tropa. 

4.- Nadie, desde ningún estamento político o institucional, pareciera contar con la simpatía y/o la aprobación para desatar los nudos del argentino encerrado y asustado. NO EXISTE OPOSICIÓN CREÍBLE o con el suficiente arraigo como para desenmascarar las auténticas intencionalidades de este perverso unicato. 

La presencia del virus los alienta en su rumbo. El dilema pasa también por entender que no han estudiado nada para el después. Por tal motivo, tampoco desean que haya un después. 

Por Mario Delgado.- 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho