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Opinión

90 días y contando a más

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¿Cómo es posible interpretar lo no explicado aun? Un buen intento es elucubrando hipótesis, tratando de sostener pensamientos y unirlos con un hilo conductor. A 92 días ya del inicio de este proceso de cuarentena, vivimos así, mis amigos: posteando posibles cuestiones recurrentes o inventando teorías pero con escasa certeza de lo que realmente ha venido sucediendo en nuestro medio. 

Adherirnos a las cifras oficiales cual rémora al tiburón, habría de ser algo tan básico e infantil que no reviste mayor explicación. 

Que todavía no se haya explicitado nada de la llegada urgente de tres chinos de Loma Negra cierto jueves de mediados de mayo al Sanatorio Cemeda, incluido en ese número el traductor, y que de allí huyeron cuando se les advirtió de la necesidad de ir al Hospital, es muy llamativo. 

Tampoco se ha dicho nada de un personal de la salud femenino que tuvo síntomas al principio del mes de marzo, concretamente el 3 de ese mes, justamente prestando servicios en los dominios fabriles. 

Cabos sueltos que debiesen incomodar. Pero no es tan así. La historia ha seguido su curso. Y de la aparente tranquilidad de contar con mínimos casos, todos “importados”, se fue pasando a la crispación generalizada, retroceso de Fase incluido, por supuesto. Un auténtico descalabro que tendríamos que someterlo a varios análisis detallados y sinceros. Desde lo político hasta lo ciudadano. Estudio que no se hace ni se hará, claro, a excepción de estas visiones de carácter privado.  

En tal contexto de cifras volando y poco creíbles y personas contagiadas en verdad, es menester reconocer culpas quizá compartidas. El punto álgido de los controles es clave. Los ejemplos de ausencia de revisión completa de camiones foráneos, pululan las páginas de las crónicas diarias. Familiares de los mismos choferes nos han narrado historias de descuidos o inoperancia que han terminado en ingreso de gente de otras localidades a esta ciudad como si nada. 

Negar este tópico es simplemente negar lo que ha ido acaeciendo. Por otro lado, pero en idéntica sintonía se nos ha referido que un control sobre la Ruta Provincial 51 ha trabajado de 8 a 15 horas. ¿Y luego? Libre acceso. 

El laburo sanitario ha sido arduo, es innegable, generando situaciones de estrés y desasosiego. Aunque existen fuertes críticas desde ciertos sectores a testeos no realizados o supuestamente mal efectuados. Un ejemplo claro es un geriátrico de la localidad de Hinojo: diez hisopados aparentemente mal hechos. El personal del lugar no puede entrar y se los asiste cual prisión a los abuelos. De eso no se habla.

Descifrando claves llegamos a diversas conclusiones, entre la mezcla de amigos del poder y vendedores de dólares nunca culpados. Asados y cumpleaños, internas partidarias, anhelos de proseguir una brillante escalada política dentro del dorsal oficialista y una pérfida lista que se cuela por las redes, derrumbando mitos de absoluta sanidad. 

No hay santos ni tanta paz como se quiso ofrecer ante un pueblo manso, temeroso y con algunos díscolos incumplidores de la medida aislacionista emanada desde Nación. 

Algo no cuaja bien, no está encuadrada la foto. ¿Quién mintió y por qué? ¿Tal vez para no alarmar a 120 mil almas encerradas y empobrecidas cada vez más? 

No vamos bien y nadie sabe hasta cuándo miércoles durará esta cavernícola imposición. Mientras tanto el drama de no superar los cupos de camas y el frío que se avecina, trayendo sus propios males anuales, sus propios pacientes de patologías respiratorias y afines. El peligro del desborde y la saturación de trabajo y de falta de respuestas. Silencios impuestos y gente que sabe más de lo que dice. La mano gris de la política, los tembladerales intestinos y una proyección hacia el futuro que se bambolea. No conviene sumar contagiados si aspirás al porvenir. En el medio, la gente sin fe y sin rumbo, pero “apichonada” e incapaz de reaccionar. 

Por Mario Delgado.-    

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho