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Opinión

Pandemia cubre crisis

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Esta nación hace casi ya dos meses, dejó de ser una República y se ha convertido en un “unicato”, dirigido por el señor presidente doctor Alberto Fernández y un equipo de supuestos expertos que no son visibles y que nadie votó. El Congreso hubo de paralizar sus Cámaras, tendiendo recién ahora, como con un efecto retardo, ponerse a trabajar vía tele conferencias. ¿Tanto tiempo les llevó a los señores legisladores descubrir el método para aportar ideas, proyectos y ser parte de los poderes del Estado? Eso sí, a raíz de la cuarentena y sus males, los empleados parlamentarios percibirán en sus billeteras el incremento salarial dispuesto a tal fin. 

Por el ángulo de la Justicia, otro gol en contra: la instrumentación decidida de una feria que sólo ha dejado en pie un número reducido de magistrados operando. Claro que, dicho receso, no logró calmar el pedido anhelante de miles de detenidos que han reclamado, por no expresar exigido, su inmediata liberación con la atemorizante argumentación de un posible contagio del virus coronado en las unidades carcelarias provinciales, que, como ya sabemos, están atestadas de internos. 

Los dimes y diretes de este procedimiento son variopintos, según el ámbito en el que se halle quien opina. Los datos, empero, hablan de por sí: 780 homicidas, 513 violadores y 72 abusadores afuera. 

Es verdad que alguna Jueza de retractó en ciertos dichos, sin perjuicio de ello, la liberación no solamente ha correspondido a personas con la condena ya casi cumplida o con problemas serios de salud. 

Oficialismo y oposición entonces prácticamente sin excepciones, salvo fuerzas de centro derecha que han manifestado su disconformidad con este manejo oficial; el gran resto ha callado y ha apoyado el  proceder de Balcarce 50. 

Ustedes han observado desde luego, tres acciones básicas de los gobiernos mundiales, frente a esta inusual pandemia demoníaca: 1) Dejar que todo devenga y sufrir después, de tal forma, los tristes colapsos en los sistemas sanitarios; 2) Equilibrar la balanza, permitiendo la actividad de la gente sin descuidar el lado de salubridad; y 3) El modelo nacional que ha paralizado absolutamente todo sin medir consecuencias y prolongando plazos. 

Y caemos en la emisión sin filtro de dinero sin respaldo, sin percibir el estado sincero de las cosas. Se otorgan planes y subsidios por $ 10.000 revolviendo el avispero, sin entregarle por ahí a gente que realmente necesita y luego nos enteramos que en una villa del conurbano, han abierto una oficinita de la ANSES donde, sin requisitoria ninguna, se dan las autorizaciones para ir a cobrar los mencionados pesos. 

El clientelismo consuetudinario sigue en pie, dando batalla, mientras que hay almas en pena sin poder abrir un comercio o una pyme, bastardeadas por este mandato inconstitucional de obligar a la gente a estar guardada, mientras el poder central toma todas las acciones que cree conveniente.

De a poco llegan las noticias atrasadas pero arriban a destino. El pago reiterado de sobreprecios, por ejemplo. La mentada plaga del Covid 19 sirve pues, como vemos, para distraernos y ocultar un desmoronamiento de la economía y sobre todo revela la ausencia total de un plan económico acorde. 

A todo esto, Cristina Fernández viuda de Kirchner en la sombra y La Cámpora al lado. El cable sobre el que el Jefe de Estado hace equilibrio, se tensa cada vez más. Irregularidades al por mayor y un pueblo sosegado. Quieto, manso, atemorizado en verdad. 

Una vergüenza de la que iremos despertando con deudas al por mayor, con pérdidas de fuentes laborales y con conflictos familiares tremendos. Por no actuar como era menester. La cuarentena es un escudo protector de Casa Rosada. Por ahora, no le pasan las flechas. Por ahora.Por Mario Delgado.- 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho